La menuda chica de pelo largo se acercó correteando al chino, con una sonrisa de oreja a oreja tan brillante como el mismísimo sol.
—Ya estás mejor por lo que veo.— comentó una vez estuvo al lado del rubio. Éste último asintió feliz de que aquella chica le hablase. Le había caído bien desde que le acompañó a la enfermería, era agradable.— Me alegro.— dijo con simpleza.
—Gracias por llevarme el otro día a la enfermería.— dijo SiCheng por lo bajo. La chica asintió sonriéndo de nuevo, esta vez haciendo que sus ojos se cerrasen, cosa que hizo al rubio reír. Que adorable.
—No fue nada, acababas de vomitar, es obvio que no podías quedarte en clase estando enfermo. Y nadie más se ofreció a ayudar, ¡vaya asco de clase que tenemos!— se quejó cruzándose de brazos.
—Bueno, eso no tiene importancia.— respondió SiCheng.
—¿Cómo que no?— preguntó ella sorprendida.— En fin, lo dejaré pasar porque acabamos de iniciar el curso, como esto siga así tendré que ser delegada.— murmuró más para ella que otra cosa, pero el delgaducho chino no pudo evitar escuchar las palabras de la chica.
—A todo esto..., ¿cómo te llamas?— preguntó SiCheng avergonzado al recordar que aquella chica aún no tenía nombre.
—Jolín, ¿es qué no prestas atención cuando el profesor pasa lista?— refunfuñó. Debió ver el rostro avergonzado de SiCheng porque añadió con rapidez.— Era broma, me llamo Chanyoung, Kim ChanYoung.
—Bonito.
—Eso espero.— dijo la ahora llamada ChanYoung riendo sin energía. Resopló y se rascó el ojo, dejando a SiCheng confuso, ¿y ese cambio de humor?— Perdona SiCheng, me tengo que ir ya, ¿nos vemos luego?
—Seguro.— murmuró SiCheng, la chica sonrió una vez más y se marchó a pasa lento hasta perderse entre un corrillo de gente que se amontonaba en la puerta de una de las aulas.
Después de unos segundos el chico se echó el pelo hacia atrás con la palma de la mano. Cuarto día desde el comienzo de las clases. Cuarto día en un instituto totalmente nuevo. Cuarto día sin conocer apenas gente.
Para ser sincero, Sicheng casi llevaba un año viviendo en Corea, y aunque su idioma era fluido nunca se sentía con las suficientes ganas de hablar mucho. Él no era así, cuando vivía en China hablaba muchísimo. Puede que fuese que aún no estaba habituado a vivir en Corea, o puede que simplemente SiCheng tuviese miedo de que se burlasen de él por hablar extraño o ser diferente.
Apretó una de las asas de su mochila con fuerza y emprendió el paso hacía su aula, sin apartar la mirada del suelo y ignorando el murmullo que causaban los demás alumnos al hablar. SiCheng vivía en su propio mundo.
Entró al aula y se sentó en su sitio, el mismo que el día anterior. En la clase no había mucha gente aún, solo una chica solitaria al fondo y varios grupos de gente cuchicheando. Era una clase bastante normal y por lo general silenciosa, en los escasos días que llevaba en ese instituto había observado a los alumnos y profesores y, sinceramente, todo era un poco aburrido.
Alguien se sentó delante del rubio, Yuta. Éste dejó caer su mochila al suelo y se giró con rapidez, sonriéndo a Sicheng, que no pudo hacer más que encogerse en su sitio, ¿acaso alguien podía sonreir sin sentirse avergonzado después de ver tan preciosa sonrisa? SiCheng mentiría si dijese que no estaba celoso.
—Winko.— dijo estirando uno de sus brazos y apretando la punta de la nariz del chino. SiCheng se sorprendió, ¿Winko? No había escuchado eso en su vida, y además, ¿de dónde habían salido esas confianzas? El día anterior pensó que ni le había caído bien al tal Yuta, sí, le había sonreído, pero podría haber sido falso. SiCheng pensó que el japonés sentiría rencor hacia él, pero al parecer se equivocaba.
—¿Winko?— preguntó confundido, tocando con la punta de sus dedos allí donde el japonés había tocado segundos antes.
—¿Te gusta?— preguntó volviendo a girarse y mirando hacia delante de nuevo.— Espero que sí, ahora te llamas así.— murmuró.
¿Qué?
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juice ;;ʏᴜᴡɪɴ
FanfictionYuta no se arrepentía de que ese rubio le hubiese vomitado en la espalda. yuwin, nct. promedio de 700 palabras por capítulo, a veces más, a veces menos.