seis.

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Se ató la zapatilla, haciéndose el distraído. No pudo contener el ansia de mirar al muchacho de pelo cobrizo, era tan bonito.

Adoraba a SiCheng, adoraba su voz, adoraba sus marcados pómulos y sus huesudas manos, adoraba su pelo y adoraba su forma de ser.

Yuta notaba como el rubio a veces lo ignoraba o refunfuñaba cuando lo abrazaba, pero en el fondo sabía que le gustaba, muy en el fondo, simplemente era un chico tranquilo que no soportaba los mimos, ¡pero era tan adorable!

Terminó de atarse el zapato, pero tirando de uno de los erretes deshizo el lazo de nuevo, quería seguir mirando a su amigo. Éste hablaba con una diminuta chica de su clase, Yuta no recordaba su nombre pero pronto supo que se trataba de la chica que ayudó a SiCheng cuando sucedió el accidente.

Finalmente se ató el zapato con rapidez, poniéndose en pié para caminar hacia los dos adolescentes que conversaban.

—Me lo comentó pero no tenía ni idea...—

La chica enmudeció de repente, y antes de que SiCheng pudiese siquiera reaccionar notó un peso sobre sus hombros, y dando un respingo giró su cabeza para ver lo sucedido, encontrándose los brillantes y oscuros ojos del japonés mirándolo.

—¿Interrumpo algo?— preguntó inocentemente.

—¡Para nada!— exclamó la chica. Yuta asintió con una sonrisa, sacando algo de color a las mejillas de la muchacha.— Hablábamos de temas de clase.— aclaró.

—Interesante.— murmuró con parsimonia, entreteniéndose a juguetear con el cabello más corto que tenía SiCheng en la nuca. Notó como el chino se tensó ante el ligero toque.

—Te llamas Nakamoto Yuta, ¿cierto?— preguntó la joven. Yuta asintió, sin mostrar lo sorprendido que estaba de que aquella chica supiese su nombre.— Encantada, soy Kim ChanYoung.

La chica extendió su mano, y Yuta la estrechó con rapidez, sintiendo la suavidad de ésta.

—Tienes un nombre bonito.— dijo sacándole una sonrisilla gatuna a la chica.— ¿Verdad que sí, Winko?

SiCheng estaba distraído. Hacía rato que había perdido el hilo de la conversación, pero para disculparse por ello debía decir que el toque de Yuta en su nuca era demasiado relajante.

—Está empanado.— dijo la chica riendo al pasar unos segundos sin recibir respuesta de SiCheng. Yuta se rió con ella, sabiendo lo que estaba causando en el rubio.

SiCheng al escuchar las risas no pudo evitar salir de su trance, y tratando de disimular esbozó una sonrisilla, aún sin saber qué había causado las risas de los otros dos.

ChanYoung percibió el intento de sonrisa, y dándole un golpecito en la frente a SiCheng dijo:

—¿Y tú de qué te ríes?

—Winwin estaba en su mundo.— dijo Yuta aún riendo.

SiCheng enrojeció, ¿habían notado su pequeño desliz?

—¡Que adorable!— chilló Yuta estrujando uno de los mofletes ligeramente colorados del rubio. Una vez fue absuelto del agarre se masajeó la mejilla.— En fin, venía para llevarte, Winko.

—¿Qué?— preguntó el chino desconcertado.

—¿Ya no lo recuerdas? Dijimos que esta tarde saldríamos a dónde quisieses.

SiCheng asintió recordando lo dicho hacia unas horas. Frunció el ceño al darse cuenta de lo que había prometido; bobo, bobo, bobo, ¿en qué momento pensó que sería buena idea? Ya le era suficiente ver a Yuta en horas lectivas y ahora había aceptado salir con él a dar una vuelta.

—¿Una cita?— preguntó ChanYoung emocionada. Yuta asintió sonriente, haciendo que un ceñudo SiCheng lo mirase de mala manera, ¿cómo que una cita?

—En todo caso es una cita de amigos.— aclaró.

—Nadie lo puso en duda, listillo.— contestó Yuta sonriéndole directamente a él. Tenía el rostro de Yuta a pocos centímetros de él y de alguna forma logró hacerlo temblar. No estaba seguro de por qué temblaba pero estaba seguro de que su rápido pulso era motivo de preocupación.

juice ;;ʏᴜᴡɪɴDonde viven las historias. Descúbrelo ahora