diez.

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ChanYoung sujetaba con fuerza las manos de SiCheng.

—Qué te pasa, ¿estás depre?— preguntó jugueteando con las frías manos del chino mientras le miraba a los ojos, preocupada por la actitud callada del chico. De por sí SiCheng era callado, pero no había dicho nada en todo lo que llevaban de día y para ChanYoung eso era motivo suficiente para preocuparse.

—¿Eh?, no, no. Estoy como siempre.

—Mentiroso.

ChanYoung se puso seria y soltó las manos del rubio de golpe. Se aferró a las asas de su pesada mochila.

—Estás depre porque Yuta ya no te habla, ¿no?— preguntó de golpe, y a SiCheng eso le cayó como un jarro de agua fría. Él definitivamente no estaba deprimido, y mucho menos por eso. En todo caso le parecía un alivio que el japonés hubiese dejado de atosigarlo a todas horas.

O quizás lo echaba en falta.

—Es eso, seguro. Desde hace como tres días que no te habla, cuenta.— exigió ChanYoung. Puede que resultase algo cotilla, pero quería saber que era aquello que atormentaba al chico que había comenzado a considerar como amigo.

—No es eso, boba.

—Sí, sí es eso, bobo.

Quizá si fuese como decía ChanYoung, puede que SiCheng se hubiese deprimido después de pasar media semana y darse cuenta de que Yuta no pretendía hablarle más. Puede que eso sí le doliese. Y puede, y solo puede, que echase de menos la presencia del japonés.

Definitivamente ya no era lo mismo. Solía encontrar a Yuta por los abarrotados pasillos del instituto, pero siempre acababa con expresiones sin sentimiento, saludos cortos o miradas que quedaban sin corresponder.

Pero SiCheng no tenía el valor de volver s hablar con el japonés. No después de haberlo rechazado.

Sí, SiCheng era un cobarde, pero poco le importaba. Sabía que tarde o temprano olvidaría al mayor, encontraría a nuevas personas que no serían ni de cerca tan molestas como aquel chico. En realidad, no le encontraba muchas fallas al plan.

—Deberías pedir disculpas.

—¿Por qué asumes que es mi culpa?— preguntó un SiCheng picado.

—¡Porque seguro que es tu culpa! En serio, ese chico es un alma pura, es totalmente incapaz de hacer daño a alguien.— explicó ella. Y en cierto modo, SiCheng estuvo de acuerdo con aquella opinión.

—De todas formas, no voy a hablarle.

—Lo harás.— afirmó ChanYoung haciendo que SiCheng negase con rapidez.— Ay, te juro que no entiendo nada.— masajeó sus sienes algo frustrada.

—Si te cuento qué pasó, ¿te callas?— preguntó el chino, a lo que la chica asintió con una gran sonrisa.

                                         ~🍁~

—Tú lo que eres es tonto.— anunció ChanYoung una vez SiCheng le contó toda la historia.— ¿Me estás jodiendo?, ¿de verdad rechazaste a Yuta?

—Pero a ver, qué le iba a decir, ¿qué sí quería ser su novio?— preguntó SiCheng con retintín.— Ni siquiera me atraen los... chicos o lo que sea.

—¿De verdad que Yuta no te parece ni un poquito...?

—Es guapo, pero de ahí a más como que no.

ChanYoung suspiró.

—A ver SiCheng, yo ahí no puedo decirte que hacer porque realmente no sé que sientes, pero, Yuta es un amor de chico, podrías darle una oportunidad. O como mínimo volver a como era antes, seguro que lo echas de menos.

No lo haría. Estaba decidido, no pasaría por ahí. SiCheng no era alguien de pedir disculpas, al menos no por cosas así, cuando sentía que no tenía por qué pedir perdón, ¿acaso estaba mal rechazar a alguien por no sentir lo mismo? El único que tenía un problema era Yuta, SiCheng viviría como si nada hubiese sucedido.

juice ;;ʏᴜᴡɪɴDonde viven las historias. Descúbrelo ahora