C A P Í T U L O 20

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Nuevamente lluvia, nada podía ser más triste. A pesar de que había sido el día más caluroso que podía recordar, el cielo se destraba sobre nosotros como llanto. Yo Caminaba detrás de Ana, no teníamos el mismo destino, pero yo la seguía. La sombrilla en su mano izquierda la cuidaba de la lluvia, pero el bastón en su mano derecha parecía inútil en ese momento. La veía luchar contra el asfalto mojado, pero nada podía hacer, sentía que ella no me quería a su lado. Bajé la vista al suelo acongojado, pero al rato una sombra en el suelo se fue acercando.

—¿Vas a seguir mojándote? —inquirió, a lo cual levanté la vista—. Si te enfermas, vas a contar que la despiadada de tu maestra no fue capaz de compartir su sombrilla.

—No, como cree —defendí, con una media sonrisa, con timidez. Entonces decidí sostener el paraguas y caminar a su lado, siempre listo, cuidando que no se fuera a resbalar.

Llegando a su casa, disminuyó el paso.

—El oficial me pidió que no te dejara regresar a la casa de tus padres, al menos un tiempo. ¿Tienes algún amigo dónde pasar la noche? —Su tono fue amable y cálido.

Lo he dejado todo con el deseo de volver a empezar. Ana me ayudó a darme cuenta de quién valía la pena y supe con el tiempo que ellos no eran mis amigos, solo fueron personas con las que pasaba el tiempo y me divertía. Recordé en algún momento las ocasiones en las que me metí en problemas y necesité ayuda, en esos días ellos no estaban para mí. Entonces, ella llegó a mi vida y sin que me diera cuenta me dio el valor para derrumbar las mentiras que rodeaban mi vida.

Pero en ese momento tenía miedo.

—Creo que no tengo amigos. Pero voy a solucionarlo, debo encontrar dónde quedarme.

De soslayo noté como asintió con la cabeza.

—Disculpa si parezco entrometida. Creo que debes reunir pruebas para denunciar a tu padre, es la única manera de cortar el problema de raíz.

Ella tenía razón, no podía rendirme con ello. Fuí yo el que asentí para ese momento.

—Te veo… en la universidad —su voz sonó triste y sin vida.

Entró a su casa y me dejó con el paraguas sobre mi cabeza mirando su puerta hasta después de que la cerró.

Dolía, pero más dolía no verla conmigo.

⇝Ana, Por Favor Domesticame⇜El Principito [ Sebastián Yatra ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora