C A P Í T U L O 17

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Frente a la casa de Ana sentimientos inquietantes enloquecían mi corazón. Podía ella abrir la puerta, también negarse a verme, quizás me escucharía o me pediría encarecidamente que la dejara en paz. Nada podía saber yo acerca de su reacción y por eso la ansiedad crecía.

Di unos pasos, quité de mi frente los cabellos empapados que me estorban la visión, alargué la mano con decisión y golpeé la puerta con firmeza, tres toques. No puedo decir que esperar fue una eternidad, solo bastó bajar la mano y la puerta se abrió; como si Ana me estuviera esperando.

Me miró intensamente, con sus ojos me suplicó: "Aléjate de mí, hazlo ahora antes de que sea demasiado tarde". Pero yo, un joven terco, empeñado en seguir mi corazón, me alegré tanto de verla que ignoré por completo toda razón y la abracé con anhelo.

—No pude contenerme más. Te extraño, mucho —sentí que al fin respiraba de verdad, la vida me había regresado al cuerpo.

Para ese momento yo tenía claro que no sentía simple cariño, no pensaba en una amistad y no estaba pasando por un enamoramiento. Los sucesos de aquellos meses me enseñaron qué es amor. En ese instante quería amar a la señorita Pérez con mi vida y que ella sintiera lo mismo.

—Lo siento. Leí lo que escribiste, no puedo aceptar tus sentimientos —habló en mis brazos, impactando mi pecho rompiendo mi corazón. Aflojé el agarre, ya no sentía su calor, el frío me invadió—. No siento lo mismo, soy tu maestra, solo eres un estudiante que quería ayudar. Ni siquiera estoy interesada en que seamos amigos, mi vida está bien tal como es ahora.

No hubo fuerza que me retuviera allí. Me fuí, no a casa, solo me alejé. Caminé toda esa noche con sus últimas palabras martillando mi mente.

⇝Ana, Por Favor Domesticame⇜El Principito [ Sebastián Yatra ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora