Prologo

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Carrie Jenkings

La noche está más hermosa que nunca, la luna llena con sus estrellas no dejan de sorprenderme, bajo la mirada para ver el lugar en el que estoy, cuando aparecí aquí, solo me deje deslumbrar por el increíble paisaje galáctico; es una carretera desolada, la brisa impacta sobre mi cuerpo sacudiendo mi cabello, camino para ver si alguien se encuentra aquí además de yo, no tengo miedo del lugar, es más, me transmite una tranquilidad que desde hace horas no he podido apreciar.

Una silueta de un hombre se hace presente a mi vista, está sentado sobre una acera, pasa sus manos delicadamente por un micrófono, y levanta su mirada a mí, porque al parecer no me di cuenta que seguí caminando hasta estar de frente a él, me siento a su lado sin emitir palabra alguna.

Es un chico algunos años mayor que yo por lo que puedo apreciar, y su esencia, por alguna razón me da paz, su cabello negro y brillante como el de una pantera, y sus ojos color miel son tan dulces, una sonrisa se asoma en sus labios rosa, a pesar de la oscuridad, puedo ver que su piel es pálida, se levanta y me extiende la mano, yo le sonrió y la tomo dispuesta.

Su altura me deja a mí por su barbilla, es musculoso, a un nivel no exagerado; dos faroles de la calle se encienden, puedo apreciar bien su atractivo, veo que en mi mano un micrófono también esta posado, música se escucha en el fondo, el sonido tan agradable e armonioso sale desde su boca, su voz es gruesa pera tan inocente a la vez, que una sonrisa de mis labios no tarda en aparecer, el deja de cantar y es mi turno ahora de seguir, suelto mi voz como si me encontrara en un estadio repleto de personas, terminamos la canción a dúo, con nuestras manos entrelazadas, con los únicos espectadores, la noche y sus constelaciones.

—No había cantado así con nadie, aparte de mi hermano—Bajo el micrófono y lo miro sonriendo.

Los recuerdos vienen a mi mente, y mi sonrisa se desvanece.

—Yo nunca había cantado con alguien además de mi padre—Menciona con la misma energía que yo, y puedo decir, que su manera de hablar deleita igual que su forma de cantar.

La mirada de mi acompañante es triste, igual a la mía, pero no me mira. Que le pudo pasar, no es la sonrisa que me mostró una vez empezamos a cantar.

Despierto por el sonido del timbre de la puerta, incorporándome en mi cama empiezo a analizar, quien es el chico de la voz hipnotizante, que en mis sueños pude encontrar.

Con el que compartí una canción, una que sin duda, nuestra se volvió.

Logan James

En este lugar hace frió, la oscuridad no inunda completamente la calle desolada donde me encuentro, lo único que tengo es el micrófono en mi mano, llevo caminando ya mucho tiempo, y la calle es recta, por lo cual no puedo cruzar a ningún lado.

Decido sentarme en una de las aceras, levanto la mirada para buscar personas, pero la soledad de la carretera es meticulosa, y al mismo tiempo relajante, yo no me había relajado desde hace horas.

Paso mis manos por el micrófono delicadamente, y siento la presencia de alguien acercándose, no me muevo, levanto la mirada al sentir que está al frente de mí; no lo puedo creer, su cabello negro lacio llega hasta su cintura, su cuerpo es escultural y su sonrisa es más hermosa que la de una musa, su mirada celeste no es igual a nada, es única; se sienta a mi lado, tardo un rato en reaccionar, pero me levanto y le extiendo mi mano, ella con gusto la toma y se coloca a mi lado, nos paramos en el centro de la carretera, en ese instante dos faroles se encienden, y una música se escucha también, conozco la canción, por lo cual, decido empezar a cantar.

Se me hace fácil inspirarme con ella; y es extraño, porque su rostro no recuerdo haberlo visto.

Como no lo había hecho desde hace tiempo, como si la vida misma me dijera que tengo que hacerlo, mi voz retumbo por el lugar; pare, y la mire directamente, empezó a cantar con el mayor sentimiento de felicidad, lo podía ver en su rostro, reflejaba miles de sentimientos al pronunciar cada letra, me transporto, a donde solo ella me podría encontrar.

Debí creer a todas las películas que hablaban del hechizo del amor, porque en ese momento la canción se detuvo y ella siguió igual de deslumbrante, que cuando empezó.

—No había cantado así con nadie, aparte de mi hermano—Bajo el micrófono y me miro sonriendo. Su voz era tan dulce como su rostro.

Pero algo en ella se apagó al decir la última palabra.

—Yo nunca había cantado con alguien además de mi padre—Comente con la misma energía que ella, y en mí la tristeza también creció.

Le iba a preguntar el porqué de su mirar, pero...

La luz impacto contra mi rostro, me había quedado dormido en la habitación de mi padre, aquella que tenía una ventana gigantesca sin cortinas. La recordé al levantarme de la cama, mientras que veía por el ventanal. Como un simple sueño puede hacerme sentir de tal manera, y porque esa sonrisa tan inimaginable, se desvaneció, al culminar nuestra canción.

Porque eso era, nuestra canción. Una de tantas que cantaremos en cada sueño.






El amor esta en todo lo que te haga sentir mejor, incluso un sueño que el destino preparo.


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NOTA DE AUTORA: Es increíble el alivio que puede dar una persona, aun si es en un sueño, todo puede pasar, a lo mejor y a ti, también te pasa igual.

Comenten que le parece, y voten si les gusto, esta historia trae sorpresas que ni se imaginan, porque aunque tenga cliché, también sera la autentica historia que los hará llorar.

--GabyReinos.

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