Prunus dulcis

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El equinoccio en Japón, es una festividad que dura siete días, y comienza tres días antes del mismo. Durante éstas fechas es una tradición hacer limpieza en casa o visitar las tumbas para demostrar respetos o dejar ofrendas.

Veinticuatro de Marzo.
Dazai esperó el último día.

El cielo es azul y el color de la lápida de Odasaku es gris. El contraste es tan digno y le recuerda que odia venir al cementerio en épocas de lluvia o en su cumpleaños, todo es lo mismo. Pero ahora el cielo es azul.

Dazai sonríe, los claveles en su mano son blancos, puros y preciosos. Con delicadeza los deja frente a la tumba, sus dedos sueltan el ramo y odia la sensación de vacío. Pero son claveles para Odasaku, él los merece.

Y se sienta sobre el pasto, en el reverso de la lápida. No quiere tapar el nombre completo de Oda, ni aplastar las flores que tanto ha cuidado para este día. Apoya su espalda y tira la cabeza hacia atrás, cerrando los ojos.

—Ah, Oda, otra vez soy yo. Espero que también te gusten los claveles marchitos, porque así se pondrán en algunos días.

Hace una pausa y escucha el silencio. Osamu Dazai está acostumbrado a eso, ya sea aquí o en el bar; en el asiento vacío a su lado.

—Sabes, esta semana conocí a una nueva persona, bueno... en realidad ya lo conocía, nos hemos cruzado antes. Él es tan impredecible como tú, y no habla demasiado, creo que se esfuerza en ocultar muchas cosas, pero a la vez es honesto a su manera, es decir, no lo sé, ya te dije que es impredecible, ¿verdad?

Ahora su vista se enfoca en el Almendro que tiene frente a él; este árbol no florece en primavera, lo hace a mitad del invierno. Prefiere arriesgarse a perder todas sus flores con una posible helada. Pero, si sobreviven, tiene la certeza de que ha salvado a sus semillas de las prolongadas sequías del verano.

Prunus dulcis, ¿te gustaban las almendras, Odasaku?

Silencio nuevamente.

—Él es extraño, Chuuya quiero decir, ¿qué clase de usuario de habilidad no puede controlar sus poderes? Ah... no lo soporto, quiero acercarme a él, quiero ser su amigo rápido, siento una especie de ansiedad... ¿qué si estoy solo? tal vez lo esté, no es que piense mucho en eso.

Dazai no dice nada más por varios minutos. Oye murmullos lejanos, provenientes de personas que también visitan las tumbas de sus seres queridos en este último día.

Presiona con fuerza la hierba bajo sus palmas y muerde su labio inferior con angustia—. Me voy... Odasaku. La próxima vez traeré crisantemos.

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Es extraño que haya gente en el complejo de facultades un sábado. Aunque sí hay estudiantes, son pocos.

Y en cuanto su mirada se cruza con la de Dazai, Chuuya gira en dirección opuesta porque la timidez es más fuerte que él, así que apresura el paso intentando que los materiales que lleva no caigan en el proceso. Llevar un bastidor entre sus brazos es cansador, la mochila está a medio abrir con hojas enrolladas sobresaliendo y todos los estuches diferentes con lápices, pinceles y acrílicos golpean entre ellos. Si su habilidad se activa Chuuya está seguro de que todo se dispersaría y caería, pero él no quiere entablar una conversación con Dazai ahora que se conocen formalmente, así que aumenta la velocidad de sus pasos por impulso.

Y un poco antes de llegar a la galería de su propia facultad todo termina cayendo al suelo junto con Chuuya, quien levanta la vista y ve cómo Dazai comienza a correr hacia él.

—¡Chuuya! ¿Estás bien?

El nombrado, nervioso, activa su habilidad y todo a su alrededor comienza a flotar; incluidos los útiles dentro de la mochila.

—¡Estoy bien! No hace falta que vengas.

Dazai frena en seco a pocos pasos de Chuuya mientras éste junta sus cosas de forma desordenada, parece que está haciendo su mejor esfuerzo por controlar sus poderes. Dazai ríe ligeramente, no como una burla, sino porque le ha parecido algo tierna la escena.

—¿Por qué te ríes? —habla avergonzado, enfrentando los ojos castaños.

Dazai se arrodilla frente a él aún sonriendo—. Lo siento, pero tranquilízate un segundo, aunque hayas querido evitarme estoy aquí.

—Si te diste cuenta de eso entonces por qué te acercas —Chuuya no quiere sonar brusco pero cuando no puede controlar su habilidad las palabras salen de su boca sin pensar. Además, odia quedar en ridículo justo frente a Dazai, así que respira profundo para calmarse y las cosas alrededor caen lentamente, algunas dentro de la mochila y otras en el suelo.

Dazai ignora el cuestionamiento ante la obvia respuesta—. ¡Pudiste hacerlo solo! Estoy un poco impresionado por tus poderes, ¿es telequinesis? —pregunta ofreciendo su mano.

—Es algo parecido, controlo la gravedad —rechaza la ayuda de Dazai porque prefiere sentarse en el suelo y el otro hace lo mismo, suspirando.

—¿Hice algo que te molestó?

—No, solo no quería hablar con nadie y por eso reaccioné así, lo siento.

Dazai medita un segundo—. ¿Y qué haces un sábado aquí? Yo estaba estudiando.

—Una persona normal se iría después de escuchar lo que dije.

—Una persona normal no se daría la vuelta y escaparía de otra como tú lo hiciste —Se defiende aunque en el fondo intuye que Chuuya habla sin pensar.

—Es la segunda vez que te veo y ya quiero golpearte.

Dazai sonríe de lado y lo mira—. En realidad ya nos hemos visto antes, ¿no es por eso que quisiste retratarme?

Chuuya traga saliva e intenta hacer su mejor esfuerzo por sonar neutral—. Claro, eso es porque nuestras facultades están muy cerca.

—No es eso lo que quise preguntar, sino más bien... ¿Por qué te tomarías la molestia de-

—¡Ya que estamos aquí... !

Dazai lo observa sorprendido por la adrede interrupción. Chuuya continúa—: Estaba en la facultad terminando una pintura, pero ya que parece que no quieres irte, ¿puedo retratarte hoy también?

Chuuya espera una respuesta, expectante e impaciente. Tiene una vaga idea sobre lo que Dazai ha querido decir con esa pregunta, pero, ¿a quién le interesaría las razones de un estudiante de arte para retratar a una persona? Es un simple trabajo para una materia.

Es un simple trabajo para una materia. Chuuya se repite en su cabeza, reafirmando una mentira que nunca ha dicho en voz alta.

—Que me dibujes hoy, ¿anula el próximo encuentro que ya habíamos quedado?

—No lo hace, creo que no puedo conformarme con un solo trabajo —Chuuya declara mientras se pone de pie, más relajado al intuir que el otro aceptaría.

—¡Ah! Eres increíble, si fuera yo lo más probable es que entregue el primer dibujo que haga, soy un pésimo estudiante —estira su mano para que Chuuya lo ayude a levantarse.

—¿Entonces... aceptas? Iremos a un aula cercana.

Dazai asiente mientras el otro toma su mano y tira de él—. Te ayudaré a llevar algunas cosas, no esperaba que fueras un desastre, Chuuya.

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Equinoccio #SoukokuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora