—¡Buenos días Kiraaaa! —oigo a una vocecilla gritar tras de mí en el baño.
—¡Barbie! —grito, sobresaltada—. Me has asustado —digo mientras ella me abraza por la espalda.
He conseguido tener buenas relaciones con las chicas desde que volví de la misión hace tres semanas. Nos apoyamos, nos contamos nuestros problemas y reímos mucho juntas. Son algo así como las amigas más sinceras que he tenido nunca. Conocen toda mi vida y yo la suya.
—Buenos días, chicas —saludo a las demás, que entran todas juntas al baño.
—Buenos días —responden al unísono.
—Kira —alguien toca la puerta del baño insistentemente.
—¿Si?
—Wilda quiere hablar con nosotros, sal.
Es Daniel. Solo con oír su voz me tenso y una corriente eléctrica me recorre la espalda. Miro a las chicas pidiendo auxilio y ellas me devuelven la mirada y se encojen de hombros. No pueden hacer nada, son órdenes de Wilda.
Las chicas saben lo que me pasa con Daniel y todo lo que ha pasado estas dos semanas. Pero hay algo que aún no saben y que no puedo contarles.
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—¿Daniel? ¿Qué haces aquí? —pregunto mientras cierro la puerta de la sala de entrenamiento.
—Yo debería preguntarte lo mismo —responde—. Son las dos de la madrugada.
—No podía dormir —respondo.
—Yo tampoco.
Camino hacia el sofá que se encuentra al fondo de la estancia, el mismo en el que me senté nada más llegar a esta sala la primera vez. Las cosas han cambiado bastante desde entonces. Yo ya no soy la misma. He cruzado la línea y ahora ya no tengo principios ni tampoco límites, y lo peor de todo es que eso no lo he decidido yo.
—Daniel…¿puedo hacerte una pregunta? —él me mira desde su alejada posición, con un cuchillo en la mano. Lo lanza sin siquiera mirar el objetivo, al que, por supuesto, acierta, y avanza hacia mí.
—Claro. —responde, sentándose a mi lado.
—¿Por qué haces esto? —lo miro, inquisitiva—. ¿Por qué haces daño voluntariamente? No pareces esa clase de persona…
—A veces, —comienza a hablar y se pone de pie— las apariencias engañan, nena.
Hago una mueca de asco ante esa última palabra. “Nena”. Odio que me llamen así. Él lo nota y se ríe, como si supiera que iba a molestarme y lo hubiera hecho a propósito.
—Para empezar, —digo, levantándome de mi cómodo asiento y acercándome hacia él— no me llames nena —estamos frente a frente—. Y, por otra parte, a mí no me engañas con esa fachada de matón. Cuando quieras contármelo, ya sabes donde estoy.
Paso por su lado para salir de la sala de entrenamiento e irme a dormir, pero Daniel me agarra del brazo con brusquedad y me pega a su cuerpo. Nos miramos a los ojos durante un rato, hasta que él habla.
—¿Y si no te lo cuento nunca? ¿Qué harás? —pregunta —. ¿Me dejarás en paz?
Sonrío al oírlo decir eso y él parece confundido ante mi expresión.
—Eso no pasará —digo con confianza—. En el fondo deseas contármelo y lo harás tarde o temprano. —vuelvo a sonreír, victoriosa, y mi timidez y mi nerviosismo desaparecen.
Me acerca más a él y nuestras respiraciones entrecortadas se cruzan. Su aliento me roza la cara y miro sus labios cuando dice:
—¿Cómo estás tan segura de eso? —pregunta, en un susurro.
Le miro a los ojos y ahora es él quien mira mis labios. Me tomo un segundo para recomponerme —tanto como me es posible— y pensar lo que voy a responderle.
—Solo lo sé —me encojo de hombros—. Sé que necesitas hacerlo, y también sé que…
Sus labios se encuentran violenta y repentinamente con los míos. Abro los ojos de la sorpresa y en un primer momento me paralizo. Daniel me está besando. ¿Daniel me está besando?... ¡Daniel me está besando! Y enseguida respondo a su beso y lo hago fuerza y con decisión.
Atraigo su cabeza, profundizando el beso, y él enreda sus manos en mi cintura juntando aún más nuestros cuerpos.
El beso es profundo y lleno de deseo. Los dos lo hemos estado esperando desde hace tiempo.
Me paro a pensar en las consecuencias que tendrá este beso. Daniel es mi compañero, no cualquier otro de los chicos. Si hay sentimientos entre nosotros eso será un impedimento en las misiones. Además está el hecho de que no sé nada de él aparte de que es el “favorito” del jefe —lo cual no ayuda a su imagen—.
Me aparto de él con brusquedad y llego a pronunciar un casi inaudible “no” antes de salir de la sala rápidamente. Daniel me sigue de cerca por los pasillos hasta que logra alcanzarme. Cuando lo hace me agarra del brazo y me apresa contra la pared del largo pasillo.
Mi respiración y la suya están entrecortadas a causa de la persecución. Nos miramos fijamente a los ojos hasta que yo aparto la mirada. Y entonces vuelve a besarme, pero esta vez es distinto. Si antes había sido un beso lleno de fuerza y pasión, ahora es suave y dulce, delicado.
Coloco las manos en su pecho y él me acaricia la cara.
No debería estar sucediendo esto, pero es así, está pasando. Y ya no hay vuelta atrás.
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Espero que les haya gustado el capítulo! Y dije que pasaba algo que todos esperaban que pasase y ahí está el besooo!!!! Comenten qué les ha parecido. ¿Qué creen que pasará ahora? ¿Estarán Kira y Daniel juntos o habrá algún problema más?
Besoos!
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Trapped: Dark eyes
БоевикKira Harris no es una adolescente normal. Su madre murió a sus once años de edad y su padre se casó con una mujer malvada que no la quería. Han pasado seis años y el padre de Kira ha caído en una enfermedad muy grave. Su madrasta aprovecha la situa...