Capítulo 7: A prueba de balas, besos y llaves inglesas

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~13er miércoles~

—¿Puedes creerlo Skye?

   —¿Ah, ah, qué? ¿Qué cosa?

   La vulpina le había dejado de prestar atención hace mucho; ella había escuchado todo lo que Jack le comentaba hasta que su vista se perdió por completo en la marcada figura de la liebre que hacía volar su imaginación; tras el incidente del miércoles pasado, la fisonomía del detective se le quedó muy grabada en la cabeza.

   Desde que lo conocía, Jack siempre había usado su traje estirado o ropa de trabajo muy holgada que ocultaba el atlético y, no tenía miedo en admitir, apetecible cuerpo de él, por lo que nunca lo había visto con esos ojos, pero desde que él se quitó la camisa frente a ella, dejando ver lo que ocultaba debajo de esta, esos pensamientos no habían abandonado su mente.

   Y ese día no fue la excepción; Jack usaba su típico atuendo elegante y se encontraba cambiando un neumático con una llave de cruz; se había quitado el saco y remangado la camisa para no ensuciarse, dejando ver a la zorrita su impresionante físico, al menos para una liebre, aunque no dejaba de ser atractivo para una hembra de su especie. Ella se le quedó viendo como hipnotizada, observando los tirantes que pasaban por sus marcados pectorales, deseando que estos o los botones de su entallada prenda cedieran en cualquier momento y dejaran ver más de la exuberante complexión de su aprendiz.

   —Dije que el jefe Bogo me felicitó, ¿Increíble no? —La interrumpió Jack de sus cavilaciones—. Hubiera esperado un halago de cualquier otro, incluso hasta del mismísimo Wilde, ¿pero de ese búfalo? ¡Jamás, ni en un millón de años! —relató emocionado mientras que la hembra seguía más pendiente de su musculatura y su fisonomía—. El jefe me comentó que he estado haciendo un excelente trabajo estos últimos meses, que le he entregado más casos resueltos que dolores de cabeza, que es mucho decir, je, je. —Rió un poco apenado—. Bogo también mencionó que si sigo así, podría promoverme muy pronto a detective de grado 2, ¿no es fantástico?

   —Ah... eso, pues es genial —contestó por inercia, aún embobada por su cuerpo.

   Jack terminó de apretar los tornillos de una enorme rueda del auto de un elefante, luego él soltó la llave de cruceta al piso, produciendo un horrendo sonido que fue capaz de sacar a Skye de su trance y sobresaltarla con violencia.

   —¡Oye! ¿Qué te pasa, Orejón? —Le replicó fastidiada la vulpina, más molesta por interrumpir su concentración que por la acción en sí—. ¡Vas a estrellar el piso o doblar la llave, zonzo!

   —¿De qué hablas? —Le dio la espalda, ocultando una ladina sonrisa, mientras recogía un enorme tapacubos, un disco que cubre las ruedas—. Tú eres la que siempre estás botando la llave y haciendo un sonido espantoso, pensé que era cosa de mecánicos.

   —Tú lo has dicho, de un mecánico, no de su ayudante, si es que se le puede llamar así a un citadino que a duras penas aprendió un par de cosas. Unas semanas y ya te crees saberlo todo.

   —Bueno, aprendí de la mejor —mencionó mientras colocaba a presión la tapa de la rueda, aunque le faltó apretar un lado—. Skye —dijo sin voltear—. ¿Me pasas el mazo de goma por favor?

   —Claro, enseguida primor —respondió de inmediato, un poco ruborizada por las palabras halagadoras de la liebre—. ¡Ahí te va!

   La zorra no se inmutó en arrojarle la herramienta de caucho directo a su cabeza, Jack al instante alzó las orejas y esquivó el lanzamiento de la vulpina, atrapando el objeto por el mango con suma habilidad.

   —¿¡Estás loca, Skye!? ¡Casi me pegas! —Se quejó indignado.

   —Esa era la idea, corazón.

Todo un macho haré de ti [Skye x Jack]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora