Capítulo Tres - Farmacia. (✔)

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—¡Debora mesa ocho!

—¡Lo tengo! —Caminé hasta la mesa. —Muy buenas noches soy su mesera mi nombre es Zoe ¿Qué desean pedir?

—El especial, gracias. —Pidió la pareja.

—Buena elección, esperen unos minutos y se los traigo. —Me acerqué a la cocina y le entregué la nota al chef con lo había pedido la pareja, salí de la cocina y me acerqué a la caja registradora donde se encontraba Oliver atendiendo.

—¿Otra vez un nombre falso? —Oliver sabía que tenía esa costumbre, así fue como me conoció.

—Sí, es divertido no dar mi nombre. —Dije mientas hacía una pausa y movía partes de mi cuerpo para que no se me inflamara después.

—Sabes, aún me pregunto ¿Por qué no quieres que sepan tu verdadero nombre? ¿Qué tiene de malo? Si me preguntas, es bonito. —Dijo Oliver mientras le daba mordiscos a la goma del lápiz.

—Es por divertirme. —Mentí.

—Sí, claro, te creí.

—Simplemente no quiero que después del trabajo me estén llamando por mi nombre, es incómodo que después del trabajo te llamen. —Me arreglé la cola de caballo que tenía. — ¡Hola Debora! Me llamo no sé Max, oye me gustó mucho el plato que pedí estaba muy rico, oye ¿Te gustaría salir conmigo?

—Claro, según tú te harás famosa por servir platos.

—Oye puede pasar, uno nunca sabe.

—Pero según tu ejemplo el tal Max te alagó por el plato, cuando tú ni siquiera eres la chef.

—Me estás matando la ilusión sabes. —Me hice la indignada. — Mata pasiones.

—Claro, bueno según yo tengo tres teorías... la primera teoría es, que no quieres que alguien sepa de ti o no quieres que te encuentren, lo cual me lleva a la segunda teoría que es, que en tu vida pasada cometiste crímenes y no quieres que te lleven con la justicia y la última es, que no quieres que sepan que eres mesera.

—¿Qué tiene de malo ser mesera?

—Pues no lo sé, yo sólo te digo las teorías que se me ocurrieron.

—Te informo, que no me molesta ser mesera.

—Lo que descarta la tercera teoría. —Me apuntó con la goma del lápiz masticada. —Sólo quedan dos.

—¡DEBORA DEJA DE CHARLAR Y ATIENDE, HOY ESTAMOS HASTA LAS NUBES CON LOS CLIENTES! —Gritó cuando salía de la cocina.

—¡Ya voy! —Nunca creí en la posibilidad de que Oliver acertara del porqué no doy mi nombre cuando me presento a los clientes, me había ido para otra ciudad, pero no me podía dar el lujo de que Axel me encontrara y si daba mi verdadero nombre a las personas de esta ciudad había una gran posibilidad de que me encontrara mucho más rápido, él puede llegar a ser muy persuasivo, para buscar información.

Después de una noche muy difícil en el restaurante los trabajadores suelen tomar algunas copas de aquellos vinos que no fueron consumidos en su totalidad, a diferencia de los demás yo no tomaba, sabían que estaba embarazada desde el principio que comencé a trabajar aquí, aparte de eso todos estaban muy pendiente de mí y aún más de mi embarazo, lo que menos quieren es que empeore con los mareos y vómitos.

—Creo que es hora de llevarte a casa. —Dijo Oliver mientras terminaba su copa de vino.

—Espera tengo que ir al baño. —Durante todo mi turno trataba de no demostrar señales de vómito, mis jefes se preocupaban mucho cuando comenzaba a vomitar, y esa una preocupación que no necesitaban, últimamente el restaurante estaba por las nubes con los clientes, y en algunas ocasiones ciertos clientes se iban y pagar, lo cual generaba perdidas.

—¿Deb estas bien? —Preguntó Oliver algo preocupado.

—Sí, ya voy. —En mi bolso traía dentífrico y mi cepillo de dientes para estás ocasiones, odiaba tener mal aliento después de vomitar. —Estoy lista. —Oliver me tomo de la mano y condujo a la cocina para hablar.

—¿Cuándo piensas decirles a Sue y Will que estás en esa fase o ciclo no sé... donde las mujeres embarazadas comienzan a vomitar a cada rato? No puedes seguir esforzándote así en el trabajo, necesitas que te den una licencia.

—Oye ¿Acaso cabe la posibilidad donde las mujeres embarazadas no vomiten? —Traté de cambiar de tema. —Porque déjame decirte que quiero ser ese tipo de mujer, si hay un tipo de ritual o secta... —Oliver no me dejó terminar con mi pésimo chiste.

—Debora, hablo en serio.

—Oliver, no es necesario que lo sepan, con los problemas del restaurante es suficiente para ellos.

—Piensa en el bebé.

—Está bien. —Oliver me miro con ojos de preocupación, pero ¿Que podía hacer?, vivía por mi cuenta y Axel no me ayudaba, sino trabajaba pasaría trabajo, tanto el bebé como yo.

—Bueno, confío en ti. —Salió volado de la cocina a buscar sus llaves.

El trayecto a mi apartamento no fue para nada agradable, se podía sentir el ambiente pesado en el carro, se podía cortar la tensión que había con un cuchillo, claro, si se pudiera. La verdad era que no quería incomodar a Oliver, pero asunto de los vómitos era un tema que a mis jefes no les importaba, lo que harían ellos era despedirme y buscar un reemplazo, y no tendría como pagar mis estudios y el arriendo del apartamento.

—Sabes que puedo ayudarte. –Dijo Oliver sacándome de mis pensamientos. —Sé qué sino trabajas no podrás pagar tus estudios y que te quedarías sin un lugar donde vivir, pero me importas tanto que sería capaz de buscar otro trabajo para ayudarte a pagar tus gastos. —Detuvo el coche y me miró a los ojos. —No tienes por qué cargar todo tu sola.

—Oliver... —No sabía que decirle. —Sabes perfectamente que no quiero ser una carga para nadie. —Fui clara. —Odio ser una carga y no quiero serlo ahora que estoy embarazada.

—Sabes que me gustas ¿Verdad? —Dijo Oliver, sacándome de mis pensamientos. —Me gustas desde que te vi y sé que tienes un bebé, no me importaría adoptarlo como mío, no conozco el hombre que te hizo tanto daño, pero te juro que yo no te lo haría. —Me tomó de las manos. —Te vi y supe que te quería a mi lado y quiero estar a tu lado.

—Oliver... —Lo miré a los ojos. Y cuando intenté cambiar de tema, me besó, no sé porque no lo vi venir, después de esa confesión lo más seguro era que me quería besar, él tenía sus labios apretando los míos, era un beso dulce lleno de ternura y cariño pero que desprendía calor, pasión, lujuria, deseo.

No entendía que pasaba, ¿Por qué permitía que me besara Oliver si amaba a Axel? Acaso... ¿Ya no lo amaba? ¡Imposible! Aún pensaba en él, aún me preocupaba por él, aunque estuviera lejos, aún mi corazón latía por él.

—Oliver. —Me aparté de él. —Lo siento, pero... sabes que esto no va a funcionar.

—¡Puedo hacer que funcioné! —Gritó. —Puedo hacer que funcione. —Suplicó.

—Lo siento Oliver. —Abrí la puerta del carro ysalí corriendo para entrar al apartamento. —Noquería mirar atrás, no quería pensar en lo que acababa de ocurrir.

Fantasma De Amor: El Regreso© (Editando)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora