A un costado, Lorcan y Lysander Scamander:
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—¿Sabían que son estúpidos? —gritó una furiosa Rose Weasley mirando con rabio a Albus Severus y a James Sirius—. Un día de estos, explotaré y gritaré de todo. Mis papás me preguntarán qué pasó, ¿Y saben que voy a responder? Albus y James Potter, eso pasó.
—Tranquila, Rose —dijo con calma ______ abrazando a su prima—. Se los dije, les dije que no tocaran nada y ustedes como si nada lo tocan y ahora quién sabe dónde estamos.
—En mi defensa, se que siempre he sido yo el que ha comenzado las peleas y todas las bromas, pero en mi defensa, Albus giró el collar —se defendió James.
—¡LOS MATARÉ! —la hermana mayor de la familia Scamander, agarró fuerte a la hija de los Potter tratando de que no mate a sus primos favoritos.
—¿Quién anda ahí? —todos callaron y quedaron estáticos. Sabían muy bien que esa era la voz del celador Filch, aunque les pareció muy raro que esté trabajando a esas horas, ya que cuando iban al colegio, él nunca hacía nada y dormía, o era eso o estaba muerto—. Ustedes, nunca los he visto aquí antes. ¿Quiénes son?
El más mayor ahí presente, dio un paso al frente dejando saber a Filch que al menos alguien mayor se encontraba presente.
—Hola, señor Filch —el hombre lo miró entre medio confundido, atónito y un tanto loco—. ¿Podría llevarnos a la oficina de McGonagall?
—¿No querrán decir, Dumbledore? —Filch los apuntaba con su linterna, mientras que su gata, la Señora Norris, maullaba al ver a aquellas personas ahí.
—Si, eso quise decir. Es que trabajo en el Ministerio, y me enviaron para hablar con el director Dumbledore. Es sobre una entrevista —el chico sonrió falsamente y Filch, de mala gana, los llevó hasta la oficina del director.
—Caramelos de Limón —pronunció Filch mientras miraba a todos los niños, adolescentes y adultos que se encontraban ahí.
La gárgola se movía hacía arriba mientras que cada uno de los presentes ahí se ponían nerviosos. Inclusive el más mayor de todos, que siempre parecía estar seguro de sus palabras. El ruido de la gárgola al subir, alertó al hombre dentro de su despacho que tenía visitas.
Cada uno de los jóvenes ahí se percataron de que la gárgola ya había dejado de moverse, por lo que decidieron caminar. Pararon al ver una gran puerta de color café oscuro frente suyo. El mayor de todos miró a los demás y, como si fuera que hablaran telepáticamente, todos asintieron.
Al saber el significado de su movimiento de cabeza, decidió mover la perilla y entrar en el despacho. Miles de preguntabas rondaban en sus cabezas: ¿Porqué Filch había dicho que Dumbledore era el director de Hogwarts, si lo era McGonagall? ¿Qué le pasó a Hogwarts?
Bueno, en dónde se encontraban ahora, todo el camino que habían seguido a Filch, cada parte de Hogwarts se veía totalmente diferente a la última que habían visto su colegio. Sin dudarlo dos veces, estaban dentro del despacho de Dumbledore, o como ellos creían, McGonagall.
—Jóvenes, ¿Quiénes son? —preguntó Dumbledore asombrado. Pestañeó varias veces para ver si era verdad lo que estaba viendo (ya que muchos de ellos se parecían a algunos alumnos de Hogwarts), se puso las gafas de luna que tenía de siempre y se las puso, comprobando que esos chicos de ahí se parecían demasiado a algunas personas conocidas.
—Somos la Tercera Generación —respondió la niña Scamander con una sonrisa verdadera. Se encontraba frente al supuesto Albus Dumbledore.
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En el pasado Gracias a Albus Severus Potter
أدب الهواة--¡Lumus! --.El silencio cayó por completó. --¡Los Merodeadores presentan el Mapa del Merodeador! ¡Juro solemnemente que mis intenciones no son buenas! --¡Ey, Canuto! ¡Yo debía decir esa frase! --Ya callate, James. --Dejen de pelear. Soy Lunático. H...