5: Anahís

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Anahís

    En un pequeño pueblo llamado Encantia había un castillo, y en él una princesa muy bonita llamada Anahís, pero ella era una chica muy egoísta.

    Anahís quería que todo fuera de ella, no le gustaba compatir nada de lo que tenía, no le gustaba salir del castillo porque decía que no quería juntarse con las personas del pueblo.

    Sus padres ya no sabían que hacer para que ella cambiara, así que convocaron a un hada mayor al castillo para que haga algo. Así que el hada, una muy sabia asistió al llamado del rey y la reina. Había sido convocada para la hora del almuerzo, así que ya estaban todos sentados a la mesa preparados para comer.

    —¿Me puedes pasar la jarra con agua?— le preguntó el hada a Anahís.

    Ella se molestó por el pedido.

    —Dígale a la sirvienta o tómela usted misma— respondió la linda pero nada amigable princesa.

    Cada vez que el hada decía algo, Anahís se molestaba, y delante de sus padres reclamaba el que la hayan invitado.

    —No deberías hablarle así a tus padres jovencita— dijo dulcemente el hada, pero ese comentario molestó aún más a Anahís, ella no sabía que la señora era un hada, ella solo quería que se fuera.

    —¡Usted no se meta anciana intrusa!— dijo muy molesta Anahís y sus padres se sintieron muy avergonzados —¡Usted no debería estar aquí metiéndose en conversaciones ajenas y pidiéndome favores, es usted una señora muy intrusa!

    —Y usted una jovencita muy egoísta y con mal comportamiento— dijo el hada.

    —Puedo hacer lo que yo quiera— dijo Anahís —Soy una princesa.

    —Pues ahora viene tu castigo princesa: Hasta que no dejes de pensar solo en tí, te quedarás sin voz. Cuando ayudes a alguien de corazón, tendrás tu voz nuevamente— al decir eso, el hada desapareció y Anahís se quedó sin voz.

    Ella se encerró en su habitación y lloraba en silencio, las lágrimas bajaban como lluvia por sus mejillas. Pasaron días después de eso, pero Anahís no había ayudado a nadie, por lo tanto seguía sin voz. Así que decidió salir del castillo a ayudar a la gente del pueblo esperando que su voz estuviara de regreso, pero no funcionó porque no lo hacía de corazón. En eso estuvo toda una semana.

    Luego de esa semana, Anahís conoció a una chica de su edad en el pueblo y decidió ayudarla a ella, pero aún lo hacía para recuperar su voz. Aunque le estaba empezando a gustar pasar tiempo con Angela, su nueva amiga. Sí, nuestra princesa por fin tenía una amiga, aunque no podía hablar con ella, siempre escribía lo que quería decir.

    Anahís invitaba a su amiga al castillo para que jueguen allá. Pero a Angela no le gustaba que Anahís la visitara porque su casa era pobre y pequeña, cuando Anahís se enteró de cómo vivía su amiga le escribió una carta a sus padres, los reyes de ese pueblo, para que ayudaran a los padres de Angela.

    Y así fue, cuando los padres de Angela fueron convocados por el rey, al principio se asustaron, pero aún así fueron.

    Los reyes les dijeron que estaban muy agradecidos de que Angela fuera amiga de Anahís, porque desde que son amigas Anahís ha cambiado.

    Les dijeron a los padres de Angela que podían trabajar y vivir en el castillo, y que dicha petición fue sugerida por la princesa Anahís. Ellos aceptaron muy felices y apareció Anahís corriendo junto a Angela.

    —¡Mi voz ha vuelto!— gritó con alegría nuestra princesa. ¡Ya Anahís no era egoísta! Ahora gracias a ella su amiga tenía un hogar. Así que ella estaba muy felíz, y todos juntos con ella.

Fin.

Enseñanza

    No podemos ser egoístas, ni hablarle mal a las personas que nos pidan un favor. Debemos ayudarlos si queremos que luego nos ayuden a nosotros. Debemos ser buenos con los demás y nos irá mejor.

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