Neblina

46 0 0
                                    



Una relación no significa posesión de una persona, pero la mayoría no entienden eso, y cuando tienen una pareja la quieren controlarla de una manera exagerada.

Una relación se basa en confianza y amor, no tienen que estar pendientes de su última conexión en WhatsApp, si no te contesto es porque está ocupada o simplemente no quiere hablar en esos momentos, si se siente mal por algo no la presiones para que te cuente, simplemente espera a que se sienta preparada y te cuente todo.

Por estas cosas es que no me siento emocionalmente preparada para una relación, no quiero a un hombre controlador en mi vida, claro que no todos son así.

Hoy me encuentro en un mirador, sola con una cerveza y un cigarrillo son las 2:00am; pasó una semana después de la discusión con Samanta, ahora le contesto uno de sus tantos mensajes para hablar con ella, por ahora solo quiero ver la ciudad en su total silencio ¿Quién creería que en algún lugar un hombre le está pegando a su mujer, o una mujer le está reclamando a su hombre por un mensaje de texto insignificante? Eso de convivir con alguien es una vaina compleja.

-¿Qué haces a esta hora por estos lados mujer? –Me dice un hombre con aspecto desdeñoso mientras se sienta a mi lado.

-No te importa. –Me pongo en pie y empiezo mi marcha a casa.

-He escuchado de ti, eres una zorrita. –El hombre va detrás de mí, acelerando su paso para alcanzarme.

-¿Sabes cuánto me importa lo que digan de mí? No me interesa quien eres, ni que has escuchado, así que sigue tu maldito camino y déjame tranquila.

El hombre me sujeta del brazo con fuerza y me retiene, se acerca tanto a mí que puedo percibir su maldito tufo.

-A mí no me hables así, no sabes con quien te estas metiendo, así que harás todo lo que yo te diga ¿entendido?

Con la mano que tengo libre me palpo la cadera para asegurar que si haya traído mi navaja.

-¡Te hice una pregunta, zorra!

Lo empujo, pero no soy tan fuerte para derribarlo, el hombre me besa el cuello y yo le propino un golpe con mi cabeza, saco mi navaja y le apuñalo el brazo con el cual me sujetaba, el hombre grita de dolor encogiéndose mientras se agarra el brazo lleno de sangre.

Cualquier mujer saldría a correr después de eso, pero yo no.

Me dirijo hacia él y le doy una patada en la columna.

-¿También escuchaste que esta zorra se sabe defender de asquerosos como vos?

El hombre se levanta tan furioso decidido a golpearme hasta matarme, le sonrió y saco a mariposa, la abro mostrando su hermoso filo, da pasos rápido hacía mí, pero antes de que me toque le rasgo la camisa dejando un rastro de sangre, se detiene para palparse el abdomen, coge fuerzas y me golpea la pierna tan duro que me hace caer, me jala el cabello y me hace mirarlo a los ojos, es asqueroso.

-¿Desde cuándo las zorras creen ganarle a un hombre? –Me golpea con la mano que tiene libre y saboreo el sabor metálico de mi sangre.

Esta tan concentrado en como golpearme que no se percata que tengo de nuevo a mariposa en mano, le apuñalo la pierna una, dos veces y el hombre suelta mi cabello, no me levanto, siento mi cuerpo magullado, pero me arrastro alejándome muy lento.

Veo el carro de Carlos acercándose ¿ese hombre me tiene un chip de rastreo?

-¡No creas que te irás, perra!

Cojeando y casi sin fuerzas el hombre vuelve y me golpea la columna, grito, por un momento todo se nubla, no me molestaría morir.

Cuando logro ver de nuevo con claridad, Carlos está golpeando al asqueroso hombre.

-Déjalo –Pero no me escucha.

-¡Que lo dejes!

Carlos me mira sorprendido y lo tira como si fuera una bolsa de basura.

-¿Estas bien? Ven ¿eres capaz de levantarte?

-Si fuera capaz ya lo hubiera hecho.

Me carga en sus brazos, y en ese momento todo se vuelve negro. 

MILLONES DE MIRADASDonde viven las historias. Descúbrelo ahora