Antes del comienzo del final

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Rex

Las semanas transcurren y cada día encuentro una nueva y genial razón por la cual comienzo a amar mi nuevo lugar detrás de la enana.

Número uno: la voz de Ania no esta invadiendo mis sentidos como ha hecho por años, ahora solo me limito a escucharla durante los descansos o cuando llama por teléfono en las tardes desesperada buscando ayuda con alguna tarea que ni yo mismo logro comprender.

Número dos: por increíble que suene, me parece extraordinario que al estar sentado en uno de los últimos lugares del aula, de alguna manera me brinda una especie de invisibilidad. Los profesores parecen ignorar a todo aquel que no este en su visión, lo que me da la oportunidad de descansar y dormir algunas veces, aunque me cueste algunas explicaciones con las que Lyn, sin protestar suele ayudarme brindándome más detalles y una increíble facilidad para entenderlo todo.

Número tres: los intermedios de clase comienzan a ser mis favoritos, al descubrir que lo que a simple vista me parecía solo un increíble apetito, resultó ser algo... diferente.

El hecho de que Lyn comiera golosinas entre clases resultó ser nada más y nada menos que una costumbre que adquirió después de años.

Después de comenzar a robarle algunos dulces, fui muy feliz el día en que ella comenzó a traer el doble de aquellos. Desde ese día siempre pone un par de mis favoritos en mis manos y no tardo en devorarlos en segundos.

Número cuatro: debo aclarar que es una de las cosas que más me sorprende, teniendo en cuenta que soy consiente de mi temperamento y actitud cuando me encuentro aburrido.
Por alguna extraña razón, después de alejarme durante semanas de la compañía de Ania durante clases, Lyn logró contagiarme de algo que no creía posible que existiera en mi persona.

La increíble tranquilidad que la enana suele transmitir a todo aquel que está cerca de ella, es lo que me ha permitido resistir en clases, aunque también logra relajarme hasta el punto de llegar a dormir.

Me encanta