CAPITULO 1 "EL PRINCIPE DE PORCELANA"

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Lentamente la nieve caía desde el cielo al suelo, lo hacia de una forma tan sutil que atrapaba la atencion del joven Alfred Frederick Jones. Pocas cosas eran las cuales le solian interesar, a sus 19 años no habia algo de lo que fuera fan.

La bella vista que se veia por la ventana adornaba bien las fiestas decembrinas, parecía que el clima supiese que dia era, navidad. Estaba tan distraido en ver como las calles se llenaban de nieve, aunque tonto pareciese a veces las cosas simples le distraian, por ello no escucho que su madre le hablaba para que bajara a cenar, era claro que la dichosa cena no iria a ser tranquila, sus padres acostumbraban a invitar a mucha gente influyente, tanta comodidad no era algo que le hiciera sentir a gusto, pues en su mayoria, ese tipo de personas solian ser vagas y superficiales, solo deseaban obtener beneficios propios para su futuro, asi tuvieran que casarse con alguien a quien despreciaran.

Alfred detestaba estar rodeado de ese tipo de gente, pues sabia que pronto su edad adulta llegaria y era casi seguro que le harian desposar a alguna mujer influyente, no podia si quiera pensar en eso, no deseaba una vida asi, por ello el se portaba de manera grosera con las personas, arrogante, mimado y caprichoso. Al tener de todo, el vinculo con las personas era lo que menos podia mantener.

Al no haber respuesta del mayor de sus hijos, la Sra. Jones subio por su primogenito, le parecia increible que Alfred fuera asi de descortes, al llegar a la habitacion abrio disgustada por el comportamiento de su hijo.

-¡Llevo un rato llamandote Alfred!, por el amor a dios puedes por lo menos hoy quitar esa cara de fastidio y bajar a cenar, quizas venga a nuestra casa la familia Brangiski, una poderosa familia rusa que esta por controlar la economía de nuestro pais, comerciantes de madera fina, ellos tienen un hijo de 23 años el cual es soltero aun, tú hermana Amelia pronto cumplira 18 años, podria ser una buena pretendiente para el joven Brangiski, asi que deben conocer bien a nuestra familia, por hoy te pedire que te comportes, debemos dar una buena impresión- se acerco al rubio y le jalo del brazo para sacarlo de la habitacion y dirigirlo a las escaleras.

Al joven no le quedo de otra que obedecer a su madre, pues su padre estaba ya en el ultimo escalon con el ceño fruncido, al observar bien a la certidumbre vio como su hermana menor hablaba con los presentes, ella tenia esa chispa nata que hacia agradar a la gente, ella era asi, encajaba perfecto en la sociedad, y por ello mismo era el orgullo de sus padres, todo lo contrario a él.

La noche trasncurria y cada vez tenia que interactuar mas con las personas, se limitaba de decir "hola", "¿como estas?" y "con permiso". Cada vez la hora de la cena llegaba y sabia que finalizando esta podria ir a su habitación a dormir, disfrutaba la frustración de sus padres al ver que la familia Brangiski habia llegado sin su hijo, además el ver que las hijas de estos eran hermosas, ellas habian mencionado que su hermano quizás llegaría después, Amelia se portaba como toda una dama de la sociedad, si habia una oveja blanca en su familia de ovejas avaras y negras, sin duda era él.

La cena habia sido exquisita, perfecta de no ser por lo que sus padres hablaban, que si la escuela, lo logros de Amelia, lo hermosa que era, asi mismo las hijas de los Brangiski y del chico Brangiski, elogiaban los logros de su hijo, el hombre era como su madre habia deseado que fuese siempre, atletico, inteligente, fuerte, hablaba cinco idiomas, se graduó de una escuela prestigiosa, era guapo segun su hermana y madre, después de ver una fotografía de el en el celular de la Ekaterina Brangiski, tocaba el piano, el violín y por si fuera poco era tan elegante que parecia de la realeza, un principe de porcelana, por aquel color de piel. En varias ocasiones tuvo que escuchar a su padre repertir que debia ser como él, tanto era su enojo que ya lo odiaba sin si quiera conocerlo.

-Ha llegado un automovil rojo, ¿sera el joven Brangiski?- pregunto la Sra. Jones.

-En efecto- respondió el padre del joven

-¡Vamos a recibirle!- propuso la joven rubia, a lo cual todos asintieron, lo que podia ser peor, Brangiski el centro de atención de esa noche. Con su familia emocionada por la llegada de quien podria ser su futuro yerno Alfred se escabulló hacia su habitación, estaba enojado, algo decaido, podria entenderse como deprimido, sacudió su cabeza al pensar en ello, debia ir a dormir. Justo iba a subir las escaleras cuando alguien le tomó del brazo, al darse vuelta rapidamente se dio cuenta que era su tio, Arthur Kirkland.

-¡Tio!, jejeje - feliz se estrechó en sus brazos -¿Mamá sabe que estas aqui?-

-No, si tu roñosa madre se entera, me saca a patadas, pero decidí aprovechar a tanta gente para meterme y dejarte tu regalo- sonriendo saco de su bolsa un pequeño cascanueces -Ten, feliz navidad-

-Gracias, hehehe, espero mamá algun dia deje de molestarte por la vida modesta que llevas, ¿qué es esto?- tomó al pequeño muñeco en sus manos.

-Es un cascanueces, se que no es un auto nuevo o el último iphone a la moda, pero espero te guste, conservalo, la persona que me lo vendio me dijo que era mágico-

-Ya veo el porque me lo compraste, ya sabes que dice mamá, el que vivas haciendo brebajes y leyendo la suerte no es bueno, hehehe pero esta bien, lo conservare- pego a su pecho al muñeco, pudo oir el bullicio de su madre abriendo la puerta -Ya vienen, adios y gracias-

-No es nada- se rascó la cabeza y suspiro- Por cierto, eres único siendo quien eres, no necesitas hacer lo que tus padres quieren, no les hagas caso y guíate por tus instintos, es lo que te hace diferente del resto, me voy-

-Oke...- no entendió el porque de aquellas palabras, aun asi se abrazaron por última vez y Arthur se esfumó rápido, a veces creia que su tio si poseia poderes extranormales. Con el muñeco en su mano aprovecho el subir a su habitación antes de que sus padres se dieran cuenta, estaban tan embelesados con el jóven Brangiski que ni se preocuparon por él esa noche. Daba gracias al cielo por no haber visto a ese hombre, por haber sobrevivido a esa noche y por su peculiar muñeco.

La celebración terminó pronto, pues los Sres. Brangiski debian ir a Rusia a visitar a la familia, pese a que ellos no celebraban la navidad en su país era buena la temporada para visitarlos, los padres de Alfred estaban facinados con el ruso que no dejaban de hablar de él, incluso en los pasillos de las habitaciones. Su madre reprochó entre dientes el comportamiento de su hijo, pues había sido descortés desaparecer a la mitad de la noche. No tardaron mucho y se fueron a dormir, Alfred no habia podido concebir el sueño esa noche, pues el ruido de la gente era fuerte, ya ahora que hacia silencio en su casa, se acomodó en su cama, puso a su bello cascanueces en el buró del teléfono, apagó su móvil y entrecerró sus ojos observando al muñeco, el detalle de este era místico, tenia ojos violetas, cabello cenizo, una naríz grande, su ropa roja, el gorro negro, unas botas y esa peculiar bufanda, recordó vagamente que había escuchado cuentos sobre ese personaje.

-Hehehe...- al fín después de un largo dia Alfred pudo dormir.

El sueño no había sido profundo, que somnoliento escuchó una voz que le llamaba, fuerte y claro. Abrió los ojos repentinamente, observóa todos lados de su habitación esperando hallar la causa del ruido, algo que le dijera que había sido lo que le hablo, miró detenidamente hacia el buró, había sonidos extraños proveniemntes de la sala y el cascanueces de madera había desaparecido.

ALFRED Y EL CASCANUECESDonde viven las historias. Descúbrelo ahora