CAPÍTULO 5 "ROMPIENDO EL HECHIZO"

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Se quedaron en silencio mientras el rey Rat’ha hacia su aparición, Iván rápido se adelanto un paso para resguardar al joven, apretó los puños discretamente, era seguro que el rey Francis ya lo sabia.

-¿No escuchaste bien?, dame al doncello, tus deudas serán perdonadas, es mas, te daré de regalo lo doble de lo que me robaste para los aldeanos- sonrió generoso – Vamos Iván, tu no eres así, siempre ante todo esta la aldea ¿no?, un chico que apenas acabas de conocer por tu gente, ¿por quien darías todo?-

El muñeco de madera frunció el entrecejo, el rey solo quería evidenciarlo ante los aldeanos, estaba molesto, no quería entregarle a Alfred pero también quería el bienestar de los pobladores, un dilema. Cerró los ojos y soltó un suspiro, tenia las manos empuñadas, mismas que Alfred tomo desde su lugar, aquello le sorprendió y cuando menos se lo espero estaba ya frente del rey.

-Iré con el, si esta es la forma para que estés tranquilo y tu gente este a salvo lo hare-

-¡No!, ¡no puedes ir con él!, ¡Alfred!- gritó e intento tomarle del brazo pero fue amenazado con la espada del consejero Antonio. Al tiempo que el rey tomaba de la cintura al joven.

-¡No le hagas daño!, ni a él, ni a nadie, iré contigo y harás lo que prometiste-

Francis sonrió ladino -Claro, claro que si- empezó a caminar y llevarse al muchacho.

El albino miraba asustado la escena, ya para eso los Rat’hanianos estaban algunos mirando por la ventana y otros fuera de sus chozas, observando como se llevaban al rubio, varios agacharon la cabeza, era uno mas de los que había intentado defenderlos y perecería. Iván miro a cada uno de los aldeanos, ya les había fallado demasiado, había hecho mal el robar alimento y herramientas para ellos, incluso sentía que algo había olvidado de hacer por ellos, pese a todo eso ellos lo estimaban aun, regreso su vista a la casa donde la señora miraba triste como se llevaban al joven.

Todo pasaba tan lento para el muñeco de madera, sus inútiles manos nunca podía  hacer nada, carecía de fuerza o quizás valentía, miro sus manos por unos segundos y vio como Alfred le miraba, como si esperara algo de su persona. Agacho su vista un instante y tomó aire, al levantarla de nuevo miro al consejero que aun le amenazaba con la espada.

-Francis no va a perdonarme nunca, no va a darnos nada y no dejara vivir a Alfred-

El castaño se puso en guardia -No puedes hacer nada-

-Eso pensé…- comentó mientras se acercaba al otro, este aunque en  guardia titubeaba por el gran tamaño de ese muñeco, quien al estar cerca le tomo del cabello para sacudirlo, arrebatarle su espada y tirarlo al suelo.

-¡Rat’hanianos, no dejen que se lleve a Alfred!- gritó Iván -El rey Rat’ha no ira a perdonarme nunca, menos nos dará provisiones y ¡matará a Alfred pisando el castillo!-

Los aldeanos se vieron entre si y miraban a Iván, era verdad, el rey Rat’ha nunca había velado por ellos. Rápido tomaron palos y piedras para atacar a los soldados del rey que eran tantos como los aldeanos del lugar.
Alfred se quedo mirando a Francis -¿Es verdad?, vas a matarme…-

-Maldito cascanueces, ¿para que crees que me servirías?- jaloneo al joven y lo tomo del cuello -Tu nunca debiste venir… nunca debiste existir si quiera-

-Ahgh… no- empezó a forcejear con el para que le soltara.

El albino al ver que Francis estaba intentando matar al rubio corrió hasta ellos, en todo el lugar era un caos, piedras y palos salían, algunos hombres ya estaban heridos, las mujeres y niños estaban ya movilizados atacando, era una batalla real.
Iván al lograr aproximarse al rey Rat’ha le jaló de sus ropas, este rápidamente soltó al joven y empuño su espada contra el muñeco. Jones tosía sentado en el suelo tratando de retomar su respiración.

-¡Te mataré!- sentenció Francis y ataco fuerte a su oponente -Y luego lo mataré a él…-

-No te lo permitiré…- decía con dificultad al lograr detener el golpe de este, sin embargo Francis lanzaba mas ataques seguidos y cargados de gran poder -Agh… ¡huye Alfred! –

El rubio cuando pudo retomar su respiración normal observó como Iván luchaba con el rey Rata, ¿huir?, ¿realmente debía hacerlo?, se puso de pie mirando como todos luchaban, toda su vida había sido así, evitaba tener que ir con su padre a trabajar por el temor de no ser eficiente, incluso huía de la gente engreída por temor de volverse uno de ellos y ahora si huía lo mas probable era que nunca volviera a ver a Iván.

-¡No!, no voy a huir ahora- grito y empezó a buscar en el suelo algo que pudiera usar de arma.

-¡No!, ¡debes irte ahora!-

-No te distraigas dulce malvavisco…- volvían a chocar sus espadas fuertemente.

Iván estaba distraído en ver que Alfred se fuera de una vez, no se percato del golpe que el rey le dio en la cara, aquello le hizo perder el equilibrio un poco, cosa que aprovecho Francis para atacar de nuevo y esta vez el albino soltó su espada quedando indefenso.

-¡Muere!- de un golpe logró penetrar su arma en el abdomen de Iván, en el rostro del cruel rey se ampliaba su sonrisa al cometer su fechoría, despegando así su espada de aquel cuerpo duro.

-¡Iván!- Alfred miró horrorizado la escena.

El cenizo hizo un gesto de dolor y cayó de rodillas al suelo mientras trataba de cubrir su herida con las manos, sin embargo a borbotones caía la sangre hasta manchar el suelo.

El blondo corrió empujando al rey hasta llegar al lugar donde estaba su amigo, lo abrazo fuerte -No… no vamos Iván…- hablaba desesperado -Iván…por favor- empezó a sollozar -No te mueras…-

Todos los aldeanos voltearon a ver al cascanueces que yacía en brazos del rubio, se detuvieron de pelear y solo los contemplaban en silencio.

-Alfred…-pestañeo con una sonrisa al doncello -Era cierta la profecía…-le toco un poco su mejilla dejando un poco de su sangre en esa suave y tersa piel -Lo lamento…-

-No hables, yo veré como curarte…-

-No… Alfred no entiendes- suspiro -Oh debo decir majestad usted no me entiende, lamento haberme dado cuenta tarde de su paradero… ahg!, tal como dijo la adivina…eres muy hermoso , tu máxima virtud es que miras a todos los seres humanos por igual, tanto que ni tu mismo sabias que eres un principe,  bondadoso y de corazón noble, eres fuerte y no lo entiendes…. Augh!-

-Shh no hables … - pegó su frente con la de su amigo -No es verdad…-

-Claro que si lo es- se acerco a su oído y susurro despacio - Tú eres el príncipe cereza-

Dicho una luz iluminó al joven albino y poco a poco fue cambiando ante los ojos de los espectadores, sus extremidades rígidas de madera cambiaban a carne y hueso. El hechizo del cascanueces estaba roto. La gente miraba sorprendido aquel cambio radical, mas aun cuando algunos empezaron a reconocerlo.

-Es… es el príncipe malvavisco- dijo un señor.

-Es el príncipe heredero de Rat’ha que había desaparecido- comento una señora.

-El rey Francis lo hechizo- se escuchaba en el bullicio.

Iván cerró los ojos con una sonrisa, Alfred por su parte empezó a llorar con el albino en brazos -Iván yo no…- pego su cabeza al pecho del joven cascanueces, apretó los puños en la tierra, todos hablaban y estaban en la expectativa  de lo que sucedería ahora.

Con lágrimas en sus ojos levantó la cabeza y depositó un dulce beso en la frente de su amigo, le acaricio su cabello y trato de sonreírle. Despacio se levanto del suelo mientras la señora anciana llegaba a socorrer al principe.

Alfred clavó su mirada al rey rubio, el enojo y la tristeza se notaban en su rostro -¡Vas a pagar todo lo que le has hecho a Iván y a esta gente!-

ALFRED Y EL CASCANUECESDonde viven las historias. Descúbrelo ahora