El sonido de los árboles y sus ramas en movimiento retumbaban en sus oídos y sentía que en todo el cuerpo se iría a escapar de no ser por lo fuerte que Iván le tenía tomado de la mano, podría jurar que el trineo del bosque podía hacerle perder la cabeza y que esas fuertes ráfagas le podían hacer volar. Así atravesó aquel espeso bosque. El cascanueces parecía conocer bien el lugar, Alfred en cambio se maravillaba de la majestuosa naturaleza. Cuando por fin llegaron al otro extremo del gran bosque, observo una pequeña población, era increíble que en todo este tiempo no supiese de ese lugar llamado Rat’ah.-Llegamos…- comento el albino –Bienvenido a Rat’ah-
Era hermoso, las casas eran pequeñas, nada parecía de la ciudad, ni una pisca de modernidad, la asombrosa vista de ese pueblo le hizo sentirse ansioso y querer quedarse ahí, donde se notaba que la gente vivía de forma muy humilde.
Apretó fuerte la mano del cenizo y se adelantó dos pasos para acercarse primero – Es muy hermoso-
-Lo se… me alegra que te guste-
-¿Estás seguro que hallaremos a la princesa Cereza aquí?-
-No, pero conozco a una mujer que puede darnos pista de donde se encuentra ella-
-Perfecto…-
Iván le hizo una seña para que le siguiera, caminaron por las afueras del pueblo, rodeando las casas externamente, cuando se aproximaban al lugar, el muñeco señalo una casa -Ahí es…-
No tardaron mucho en acercarse, la casa de aquella mujer era pequeña y rustica, se notaba lo humilde que era. Al tocar la puerta de madera una dama de castaña cabellera, ondulada, con ojos color avellana, se asomó. Esta no parecía estar sorprendida por la visita de ambos, incluso había sonreído, como si los hubiese estado esperando.
Abrió la puerta rápido, tomo las manos de ambos y los hizo pasar a su casa. La mujer cerró la puerta y de nuevo tomo la mano, pero ahora únicamente la del rubio mirándole insistentemente de pies a cabeza. Le regalo una mirada dulce al joven, le soltó suavemente no queriendo dejar de tocarlo y señalo al ruso rápidamente.
-¿Hombre o muñeco?- le pregunto al chico de ojos azules.
-Hombre…-no dudo en responder.
Ladina la mujer regreso su vista al albino -Lo que estás buscando Iván está más cerca de lo que piensas, como pago quiero un mechón de tu cabello rubio Alfred-
-¿Cómo sabes mi nombre?- pregunto sorprendido, pues en ningún momento había dicho su nombre.
-Se bastantes cosas de todo- toco aquel rulito sobresaliente del cabello rubio.
Jones se sonrojo de las mejillas y ladeo su cabeza -No…-
-Ya veo, este mechón es bastante peculiar, sin embargo deseo un poco de tu cabello, como pago a mi servicio-
-¡Pero si nada de lo que dijiste fue claro Elizabeth!- reprocho el de los ojos de color violáceo.
-Soy profeta, no guía de turistas-
-Google pudo haber dado mejor respuesta, si tuviera mi teléfono móvil incluso podríamos usar google maps y llegar más rápido con la princesa-
Solo se escuchó unas tijeras cerrarse y vio como la mujer en su mano tenía ya cabellos dorados, había cortado un mechón de cabello y sin quiera darse cuenta.
-Ahhhhh!!! ¡Pero qué hiciste!, eso es acoso…- se acomodó su cabello alejándose de la fémina.
-No te alteres rubiecito, te tome desprevenido ya que de buena manera no irías a darme de tu cabello, además solo fue un poco de cabello, agregare una parte a mi colección y la otra a mis brebajes- le guiño el ojo para luego guardar esos dorados cabellos en una bolsita.
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ALFRED Y EL CASCANUECES
FanfictionRusAme Los personajes ni algunas imagenes me pertenecen, son de Hidekaz Himaruya y los respectivos autores. La historia del cascanueces version Hetalia RusAme