CAPITULO 7 "ME RECUERDAS A MI"

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Después de un par de dias, hablando con sus padres, Alfred había decidido ir a ayudar en la empresa de su padre, a dar recorridos antes de año nuevo, algo rutinario. Mientras recorría el lugar se adentro a una cocina, le agradaba mucho la gente que trabajaba ahí ya que la mayoría eran humildes y muy amigables. Nunca había ido a la fabrica antes, así que no conocía a nadie, o eso suponía, puesto que al dar con la cocinera del lugar se dio cuenta que era igualita a la anciana que lo acogió en Rat'ha, esta le ofreció té y agua, accediendo a ello.

Había sido bastante extraño, pero mas aun cuando el gerente general y su asistente se asomaron a dicha área, atónito Alfred miro a las personas, era nada mas y nada menos que el mismísimo rey Francis y su consejero Antonio, quien de manera déspota trataba a sus subordinados, ladino este le regalo una sonrisa triunfante y algo despreciante, sin duda alguna tomaría cartas en el asunto sobre ese trabajador.

Caminando por los pasillos hallo a mas gente que había visto en Rat'ha, saludaba a todos de manera amable, a veces preguntaba que hacían y como lo hacían, cada que una persona nueva se asomaba su corazón latía en espera de ver por donde saldría el rey malvavisco, pero jamás lo encontró.

-Alfred, debemos volver a casa, me alegra mucho que te interese la fabrica, dime ¿que cosas se te ocurrieron para mejorar? - se dirigía al auto junto a su hijo.

-Bueno, hay que trabajar con la actitud de algunos empleados, por ejemplo, con el gerente, quizás no sea mal sujeto, pero debe ser un poco mas sensato y humilde, eso elevaría el ánimo del personal y querrán apoyar incluso en jornadas extras y a futuras decisiones-

-Mmm no lo había pensado, excelente idea Alfred, me gusta, he decidido expandir nuestra empresa a Europa, en especial Rusia, por ello y para pactar nuestra relación, iremos a cenar en año nuevo en la casa de los Brangiski, aprovechando la ocasión quizás podamos comprometer a Amelia con el joven Brangiski, a menos que te agrade algún a de las hijas, las cuales son hermosas mujeres, debes pensar en tu futuro hijo-

-Sobre eso, prefiero que no sea así por ahora- pensar en esos temas le abrumaba, ya que, si alguna vez sintió ese famoso "amor", había sido por un rey que solo vio en sus sueños.

-Esta bien, por ahora...-

Desde aquel peculiar sueño, nunca volvió a ver a su cascanueces de madera y a veces no conciliaba el sueño, los dias eran largos, mas de lo normal. Esa noche se alistaba para la cena de año nuevo en casa de los Brangiski, Amelia y su madre se habian pasado horas en la estética. Llegada la hora acordada se fueron a la casa de los rusos.

Al llegar fueron bien recibidos, habian menos gente que en navidad en su casa. Las hermanas rusas los saludaron y contentos los Sres. Brangiski mostraban los trofeos de su hijo, los logros de sus hijas, entre otras cosas.

No le había causado importancia de no ser por que miró una foto de un niño, algo familiar para el, tenia unos ojos hermosos de color amatista, enseguida su pecho dio un brinco desesperado, su mente estaba jugándole mal o en realidad el podría estar ahí. Rápido busco por la casa alguna otra foto del menor que vio, pero cuando su vista dio a la ventana enorme de la sala se quedo sorprendido al ver a través de ella a un hombre solitario en la nieve.

Corrió a la salida pese a las miradas extrañas de sus familiares y los rusos, fue tras ese hombre, estaba seguro que era el. Al llegar hasta donde el chico patinaba tranquilo lo contemplo en silencio, lento en aquella pista de hielo que se formo naturalmente estaba, mientras lo observaba, su emoción dejo salir, estaba feliz, jamás hubiera creído que el hijo de los Brangiski fuera su querido rey malvavisco, su amado cascanueces.

ALFRED Y EL CASCANUECESDonde viven las historias. Descúbrelo ahora