Por él. [kji&dks]

SEPTIEMBRE

—LUNES 3 DE SEPTIEMBRE—

Septiembre por fin llegó. No tengo ganas de escribir más cartas, perdón por eso.

Tu padre regresó por fin, y no aprobó lo nuestro. Te dejé sólo, no sabes cuánto me duele el alma  haberlo hecho; pero quiero que sepas que seguiré amándote aún en la distancia.

No me importa tener que viajar kilómetros solo para poder pasar cinco minutos contigo; mi vida, yo por ti cruzaría el mar.

Sólo quiero que tú vuelvas, ya nadie ni nada me llena.

Tu madre me consoló el fin de semana, me prometió que volverías a casa. Yo creo firmemente en lo que ella dice, creo en el destino y el amor, creo en lo nuestro.

Las llamadas por la noche son las mejores, podía escuchar tu risa ronca, tus malos chistes  y tu emoción al hablar conmigo. Amarte ha sido la mejor decisión que he tomado en mi vida y si volviera a nacer, la tomaría una y otra vez.

Me prometiste venir el próximo Lunes, quiero que sepas qué yo te esperaré el tiempo que sea necesario.

Te amo Do KyungSoo, eres mi mundo.

—LUNES 10 DE SEPTIEMBRE—

Desde el domingo había hablado con mi madre, le dije que no iría a clases. Le dije que tenía que verte, tú sabes como es ella mi amor, me dio un golpe en la cabeza y me regañó.

Tenía que ir primero a clases y después podía incluso quedarme a dormir en tu casa.
La abracé y solo le dije que sí, obviamente no cumplí con mi palabra pues minutos después estaba a la puerta de tu casa, esperando que tu madre me abriera y así ambos esperaríamos tu regreso.

Cuando te vi entrar por esa puerta mi corazón se hizo chiquito, estabas tan delgado, te veías tan cansado y débil, pero aún así sonreíste para mí.

Corrí para levantarte en mis brazos, te has puesto ligero, como una pluma.

Mi amor... ¿cuánto peso has perdido? 

Te abracé y besé, sentí que había estado sin ti como una eternidad.

Tu madre se acercó poco después, y lágrimas brotaron de sus ojos. Le dijiste que no se preocupara que estabas bien, que estás mejorando.

Tu padre entró a la casa un poco después, traía muchas maletas en ambas manos. Me emocioné ante la posibilidad de que regresarías a casa, tomé tu mano y la entrelace con la mía. Tu padre dio un gesto de negación, pero lo detuviste. Dijiste que soy el amor de tu vida, que nos deje en paz en paz. Tu madre te apoyó mostrando un semblante firme frente al hombre que se mantenía cruzado de brazos.

Al fin de ese día, cenamos los cuatro en la mesa. Parece que tu papá me aceptó y por fin, seré parte de la familia.

—LUNES 17 DE SEPTIEMBRE—

No voy a llorar, no voy a llorar.

Me repetí una y otra vez al verte cruzar las puertas de la sala de cirugía, mantenías tus ojitos cerrados, tenías miedo lo sé.

Yo también.

Era de noche, ya pasadas las diez, caíste de las escaleras por un momento de debilidad.
El problema que tenías en la cabeza creció, y empezó a ser una bomba de tiempo contra tu vida.

Tu padre hablaba por teléfono, estaba preocupado por ti y no hablar de tu madre quien lloraba amargamente manteniendo una camisa tuya pegada a su pecho.

Tenía que ser fuerte.

Está carta también está siendo escrita en el hospital, siendo más específico, en el sofá naranja y pequeño cerca de las oficinas de las enfermeras, algún día vendremos nuevamente y te mostraré donde te espere con paciencia y esperanza.