Habían invitado a Rossetta y a su esposo a una pequeña comida que se llevaría a cabo en la casa del Señor Francesco, ambos acudieron gustosos (aunque Rossetta menos que su marido) y ahora se encontraban casi por terminar la reunión, a Rossetta se le dio por ir al baño pues se encontraba bastante incómoda, no le gustaban las reuniones y menos si eran entre amigos de Nestore, le parecían del todo desagradables, y no por el aspecto de estos sino por sus irritantes conductas, no poco elegantes sino para ella demasiado banales. Había salido por un momento al jardín trasero del señor Francesco, era un jardín bastante hermoso, lleno de flores que el señor traía de todas partes del mundo a las que había viajado, además tenía enredaderas en la puerta y una pequeña fuente nada modesta en la parte trasera; gracias al sonido del agua y al olor de las flores se producía en el ambiente una sensación de hallarse en el bosque, así que Rossetta aprovechó el momento de huida al baño como un momento en el jardín.
Salió cuidadosamente y se sentó en una silla debajo del sol, le gustaba que este le calentara la cara pues le permitía sentirse un poco más viva, lo único desagradable en ello era el vestido que traía puesto, que aunque no era tan despampanante aún así le producía calor. Estaba a punto de levantarse para volver a la mesa cuando escuchó una voz.
-Rossetta, no sabía que te gustara el sol
Ros abrió los ojos y miró frente suyo a Mia, esta llevaba puesto un hermoso vestido color blanco y ligero, perfecto para el clima cálido que se presentaba en ese momento.
- Mia, ¿Qué estás haciendo aquí afuera? deberías estar allá dentro con tu padre
- Estaba aburrida, me aburren los amigos de mi padre, sin ofender a tu esposo
- No me ofendes en lo absoluto, de todas formas a mi también me aburre - pronunció la castaña para luego dejar salir una pequeña risa
-¿De verdad te aburre?- cuestionó Mia como si necesitara saber
-Sí, a veces - suspiró - ¿Quieres sentarte?
- No, sólo venía a mirar las flores, estás son mías, mira -Mia se acercó hasta unas pequeñas macetas llenas de flores de todos los colores.
- Son muy bonitas. ¿Tú las cuidas?
- Sí, yo cuido el jardín la mayoría del tiempo, en realidad me gusta bastante
- ¿La jardinería?
-Sí, me encantan las flores, los árboles, todo ello
- Tal vez te gustaría ir a mi casa algún día, tengo varios libros de jardinería - le sugirió Rossetta de forma bastante amable
- Sí, me parece bien, muchas gracias - la joven le sonrió con agradecimiento
- ¿Cuántos años tienes exactamente, Mia? - cuestionó la mujer mientras la miraba fijamente
- Diecisiete - respondió Mia, llena de vida
- ¿Cuándo vas a casarte?
- ¿Casarme? ¿Por qué? -la muchacha sostenía el tono de voz de una manera dura, como si se hubiera ofendido
- Pues yo me casé a los diecisiete
- Bueno, pero yo no quiero casarme
- ¿A qué te refieres?
-No lo sé - la chica hacía gestos algo despreocupados, mostraba una gran indiferencia ante el tema - No quiero casarme hasta enamorarme de verdad
-No me parece bien
-Pero pensé...
- La gente no debería casarse porque está enamorada sino porque ama a alguien - interrumpió Rossetta
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Uccellino.
Short StoryEl amor platónico es por mucho el amor más hermoso de todos; es el acto de amar el alma, de buscar dentro de unos ojos algo mucho más allá del color: la esencia, las virtudes o la inteligencia que alguien puede a llegar a alojar dentro suyo; el simp...