piccolo agnello

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La niebla era espesa y recorría los árboles como si se tratara de un fantasma acercándose lentamente hacia ellas. La primera vez que sintieron la necesidad de correr, de huir de sí mismas y del momento en el que se encontraban fue justo ahí. Habían salido un rato al jardín trasero, pero se alejaron poco a poco, como si un imán mucho más grande las atrajera hacia la oscuridad del bosque, este estaba inmediato a la puerta que dividía el patio de la carretera, y era hermoso, grande, lleno de bruma y de soledad. No es que fuera un lugar prohibido para Mia, mucho menos para Rossetta, pero se convertía en prohibido justo en el instante en que, mientras los demás degustaban el postre, las jóvenes huían de ellos a través de él.

Donde las voces se ocultan, se las traga el viento y lo único que se observa es el gris asfixiante que parece llenar tus pulmones.

— ¿Te gusta el bosque? —cuestionó Mia mientras miraba hacia lo alto de las copas de los pinos verduscos

— Sí

— ¿Por qué?

— Parece que susurra cosas

— ¿Susurra? — Mia elevó una ceja — eres la primera persona a la que escucho decir algo así, la mayoría dice cosas un poco más banales, como Alessandro, hace unos días me dijo que le gustaba el bosque por el silencio que había en él.

— ¿Silencio?

— ¿Lo puedes creer? —Mia rio demasiado fuerte para que se notara más el sarcasmo en su carcajada, como si no fuera suficiente el sarcasmo en sí mismo

— No existe el silencio— respondió a esto Rossetta

— Lo sé

— Nunca hay silencio

— Lo sé

— La mente siempre habla

— Lo sé

— Incluso si duermes, ella habla

— Pero no lo recuerdas

— Y sin embargo habla

Ambas permanecieron calladas, hasta que Mia rio sin razón aparente.

— Aunque sí existe el silencio, Rossetta— añadió después de la risa, de una forma un tanto cómica

— ¿Cómo?

— No en su forma total, más bien en pequeños pedazos. Pero el hombre está guiado por la Gestalt, tal vez en eso no se han equivocado

— ¿En que el hombre mira el mundo como un todo y no por partes?

— El hombre habla acerca del silencio como si el silencio fuese un todo, porque no le gusta hacerse líos al pensar en que el silencio también tiene partes

— Explícame

— Hace un momento nos quedamos calladas, hubo silencio entre ambas, también existe el silencio en Holanda justo ahora, por ejemplo, para mí, en Holanda no hay un sonido, bueno, no sé qué sonido hay, por lo tanto, para mí no hay sonido en Holanda, ni siquiera ha de importarme Holanda

— Es verdad

— Y de todas formas, no existe el silencio en su totalidad, porque mientras estábamos calladas yo pensaba, tú también lo hacías, y los árboles nos susurraban cosas

— Es decir que...

— El silencio y el sonido existen en el mismo plano, en la misma unidad

Uccellino.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora