Capítulo Tres

1.7K 168 19
                                    

Capítulo III

En la mañana siguiente, a Kibum le fue muy difícil no mantener la mirada fija en su marido, pues Jonghyun entró a la cocina con su cabello mojado y vistiendo una remera ajustada al cuerpo, dejando notar de ese modo cada uno de los músculos de su abdomen. Estaba casi seguro que se había vestido de esa manera a propósito por haberle dejado en medio de la noche.

Por su lado, Jonghyun observó como su esposo, en un intento de ignórarlo, se bebió todo su té de golpe, y a los segundos le vio escupirlo, ya que al parecer estaba caliente. Una sonrisa asomó por su rostro. Él siempre se había sentido seguro de sí mismo, de su cuerpo, y de lo que provocaba en los demás el exhibirlo de esa forma. Y ahora mismo, su orgullo estaba por los cielos.

-Hoy vamos a ir al centro a recorrer mueblerías.-dijo Jonghyun sin mirar a su esposo.-Por cierto, esta vez no será como antes, esta vez contrataré a una sirvienta, se llama Yoona, y empezara esta misma tarde.

Ante aquella perspectiva, Kibum arrugó su frente. Sabía perfectamente lo que implicaba una sirvienta.

-No me dejará hacer nada en casa, ¿verdad?-como era de esperarse, su marido se lo confirmó. Los dos años que llevaban casados jamás habían tenido una sirvienta, era uno de los tantos "caprichos" que Jonghyun le había cumplido, pues a Kibum le gustaba administrar su propio hogar.

Luego de desayunar; y de que el embarazado se cambiara su vestimenta, ambos fueron al centro de la ciudad para ver muebles, si bien al joven esposo le parecía apresurado, ya que aún no sabía ni el sexo del bebé, debía admitir que quedó embobado por tantas cosas bellas que sus ojos veían.

Jonghyun, en cambio, se deleitaba con cada expresión de entusiasmo que su esposo daba. Era tan tierno, que sus piernas pedían a gritos acercarse, sus brazos le rogaban que abrazase a aquel ser emocionado con tal sólo ver una cuna blanca, siempre y sencilla.

De todas aquellas cunas, una en particular llamó la atención de Kibum, cuando la vio, inconscientemente llevó sus manos a su apenas abultado vientre. A Jonghyun por supuesto que este gesto no se le pasó por alto, un gesto que hizo que su corazón latiera con fuerza, porque veía a la persona, que pese a todo, amaba , y quien dentro de él llevaba lo más sagrado que uno pudiera tener. Su hijo.

Kibum, en una discusión pasada, le había recordado todas las veces que había asistido al médico, y ello también había recordado todos los métodos que había intentado, pero jamás habían dado resultado, hasta ahora.

Y por increíble que parezca, todas aquellas dudas que aún le quedaban sobre si el niño o niña era suyo, se esfumaron, porque le creía, le creyó desde el primer momento en que le dijo que no se había acostado con nadie más que con él. Finalmente, terminó comprando la cuna con la que tanto su esposo se había embobado.

Pero la mueblería no era lo único que visitarían, pues a los pocos minutos estaban dentro de una tienda de peluches, de todas las formas, animales y colores que alguien pudiera imaginar.

-No creo...-trató de decir Kibum, pero en cuanto vio todo lo que había allí, calló.

La pareja no tuvo más opción que almorzar en en lugar del centro, para luego seguir comprando todo lo que creían necesario.

Cuando al fin llegaron a su hogar, Kibum estaba exhausto, y para su sorpresa, se alegró de tener a alguien que se encargara por aquella vez de la cocina, pues sus pies le dolían demasiado. Yoona resultó ser más joven de lo que pensaba, y era la hija de una de las empleadas más antiguas de la casa de los suegros, lo que no le hizo sentirse seguro para nada, ya que pensaba que era más una persona para controlar sus movimientos que otra cosa. Sin embargo, su cansancio era mayor, así que por ese día no objetó nada en lo absoluto.

Empezar de nuevo «Adaptación JongKey» Donde viven las historias. Descúbrelo ahora