1: ¿Qué pasó ayer?

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POV ANASTASIA

Mierda.

Me duele todo el cuerpo: la cabeza, la espalda, la cintura, las nalgas, la vagina... hasta mi cabello me duele.

Momento. ¿La vagina? ¿Qué demonios...?

Al mirar mi entorno me doy cuenta de que estoy en mi habitación, ¿cómo llegué a casa? También veo asombrada que tengo puesto un albornoz muy cómodo y calentito con las letras FK bordadas en la solapa derecha. ¿Por qué estoy cubierta con un albornoz?

Me levanto y me duelen las piernas también, las siento pesadas y hasta torcidas. Me voy al espejo que tengo en mi habitación y se abre el albornoz... ¡Estoy desnuda!

¿Qué carajo pasó?

Me mareo al instante y decido que tengo que darme un merecido baño. No. Será mejor una ducha.

Me meto bajo la alcachofa y abro la llave del agua fría. Mientras cae el agua me vienen a la cabeza vagos recuerdos de unas manos tocando todo mi cuerpo. Me aseo rápidamente y me lavo los dientes. No recuerdo bien que sucedió y Kate es la única persona en quien confío y que me puede decir que hice durante la fiesta.

Me visto rápido con unas leggins y una camiseta holgada de la Universidad de Vancouver; me levanto el cabello y lo peino en una coleta floja y terminando salgo disparada a la cocina a buscar ibuprofeno y mucha agua. Tengo muchísima sed.

Al entrar a la cocina y buscar las pastillas veo por el rabillo del ojo que la cafetera está puesta y que Kate va hacia la puerta acompañando a un chico alto, rubio y que está desaliñado. Los ignoro y encuentro en un cajón de la encimera el neceser de las medicinas.

—Nos vemos, nena— le murmura el chico a Kate.

Gemidos...

¡Por Dios! Están en la puerta del departamento y están haciendo sus cochinadas.

A los dos segundos aparece Kate con una sonrisa que amenaza con partirle la cara en dos. Me ve y suspira.

—¡Ay Ana! No sabía que había hombres tan bien dotados, guapos, inteligentes y con tanto dinero... ¡Es el hombre perfecto!— me dice suspirando.

¿Dónde quedaron sus modales?

—¿Bien dotados?- balbuceo confundida.

Genial, yo le sigo el juego.

—Si... su pene es enooooorme— me dice con un brillo en la mirada.

-¡Joder! No tenía por que saber sobre las características íntimas de tus ligues en turno— Yo y mi maldita curiosidad.

—Perdón... es que es perfecto. Y, ¿sabes? También sabe cocinar. Preparó el desayuno y le quedó exquisito— me presume.

—No me digas que lo hicieron en la cocina. ¡Qué asco!— me quejo y me tomo las dos pastillas con un enorme vaso de agua con hielos.

—El café te va a ayudar más— me dice y entra para servir una taza.

—Sabes que no me gusta el café— le replico.

—Pero te ves fatal. Créeme, te sentará mejor que el té— me insiste y le recibí la taza.

¡Quema! Está muy caliente y muy fuerte. Y le falta azúcar.

—¡Me duele tooooodooooo!— exclamó quejumbrosa y me tomo la cabeza con ambas manos.

—No me sorprende. Ni aguantas nada. Dos tragos de whisky y ya estabas ebria y retozando con un chico, me recordó a "En la cama con Madonna".

Inocencia Robada (Fanfic 50 Sombras De Grey)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora