C i n c o

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Número de palabras: 815

Aún exhausta llegué por fin al parque central y busqué a Nayeon con la mirada. Había varias parejas y niños por lo que me costó visualizarla, hasta que por fin vi a una chica con una falda vaquera, unas bailarinas, una camiseta y una chaqueta parada delante de la fuente. Me fui acercando poco a poco asegurándome al cien por cien de que fuera Nayeon, y cuando ya lo tenía asegurado fui corriendo hasta ella con una sonrisa en mis labios.

— Hola—le dije cuando por fin llegué hasta su lugar, pues miraba el agua de la fuente fijamente como si estuviese en otro mundo.

Ella se sobresaltó cuando la saludé pero rápidamente recuperó su compostura. — ¡Ah, hola! Te estaba esperando.

— Sí, lo sé... Perdón por la tardanza—dije avergonzada mientras miraba para cualquier otra cosa que no fuese Nayeon. Ella soltó una tierna risa y me cogió de la mano, algo que me tomó por sorpresa y por acción de un acto reflejo aparté su mano de un golpe.

Ella no dijo nada y simplemente empezó a caminar un poco más alejada de mí mientras yo la seguía. — ¿Quieres ir a por un helado?—dijo intentando sonar lo más casual posible, aunque se podía notar su resentimiento.

— Sí...—afirmé quedamente mientras intentaba alcanzar su paso, pues cada vez iba acelerando más. Mientras caminaba, pude observar como ella tenía los puños firmemente apretados, y su cuerpo se notaba tenso. En esos momentos, me sentí mal, no sabía que el hecho de apartarle la mano le afectaría tanto.

Después de unos minutos caminando por la ciudad, llegamos a una heladería. — Suga's cream.

— Sí, suelo venir aquí con mi novia. Sirven unos helado buenísimos—no sabía si sentirme ofendida por el hecho de que me llevase al sitio donde tiene citas con su novia, o alegrarme porque me haya traído hasta un sitio bastante especial.

Nos sentamos en una mesa al lado de la ventana, ella en la silla que miraba hacia el exterior y yo en la de en frente. Cogí una carta para ver qué cosa podía elegir hasta que un chico bastante alto y de sonrisa cuadrada nos vino a atender.

— ¿Qué deseáis, señoritas?—dijo con una voz bastante grave que contrastaba con su apariencia tierna.

— Emh... Un helado butterfly, gracias—dijo Nayeon mientras yo me quedaba en trance observando a aquel chico.

— Eh, ¡ah, sí! Yo quiero... ¡Un helado blood, sweat & tears!dije por fin reaccionando. El chico me sonrío mientras tomaba nota y se giró para atender a otros clientes.

—¿Te gusta?—me dijo Nayeon sonriendo picaronamente. Yo me di una palmada en la cara ante la estupidez que había dicho, ¡si ella sabía perfectamente quién me gustaba!

— A mí sólo me gustan las conejas—respondí burlándome de ella mientras apoyaba una mano cerca de la suya. — Pero ese chico tiene una belleza peculiar, parece sacado de un Anime.

— Sí, tienes razón...—en lo que hablábamos, el camarero llegó a nuestra mesa con nuestros pedidos. El de Nayeon era muy colorido, lo que hacía alusión a su nombre. En cambio, el mío era de colores más elegantes.

Empezamos a comer nuestros helados y a conversar de temas triviales, hasta que el local se fue vaciando y se creó un silencio incómodo en todo el lugar. — Oye, perdón por lo que te hice durante todo este tiempo—terminó por decir Nayeon para que la situación no se tensase más de lo que ya está.

— Ah, no. Yo soy la que debería disculparme—respondí, y cierto era; yo fui la enamorada empedernida que la estuvo acosando todo este tiempo. Ella sólo me rechazaba porque tenía novia y por lo molesta que yo era, seguramente.

— No, es que... Ni siquiera te di una oportunidad para que fuéramos amigas. Simplemente tenía miedo a que...—Nayeon fue levantando su mirada poco a poco de la mesa, hasta que se quedó callada y con los ojos abiertos mirando a un punto fijo detrás mía. — Lo siento, me tengo que ir—. Rápidamente sacó dinero de su bolsillo y lo dejó sobre la mesa, para seguidamente irse corriendo a la velocidad de la luz.

Y yo me quedé ahí, plasmada, mirando como se iba sin ninguna razón aparente. No sabía cómo tomarme lo que acababa de ocurrir. ¿Tal vez le surgió un imprevisto? No, no le sonó el teléfono en ningún momento. ¿Se habrá dado cuenta de que era tarde? Tampoco, dijo antes que tenía todo el día libre. ¿Entonces...?

Terminé de comer mi helado en la soledad y me levanté rápidamente a pagar sin decir una sola palabra. Ya me daba igual el cambio y todo, que se lo quedasen, sólo quería ir a mi casa a hacerme bolita en mi cama. Sé que no debería sentirme mal, alguna razón tuvo que tener para marcharse así de la nada, pero los pensamiento negativo no dejaban de atormentar mi mente.

🌼;; 2yeon || Notice me, unnie. Where stories live. Discover now