Querido Diario:
No entiendo bien qué me sucede. Ya hace dos días que terminé de desempacar y arreglar mi habitación... pero siento que algo falta, o quizá algo no está en su lugar. Puede que sea yo la que esté perdida, desorientada en este nuevo camino que debo transitar.
Son las 6.30 de la mañana, falta justo una hora para que deba empezar a alistarme para mi primer día universitario. En serio, algo me pasa, no me siento tan segura ahora que se acerca el momento.
Maddie me escribió ayer desde mi antiguo hogar. En su mensaje se sentía tanta nostalgia como estoy sintiendo yo ahora. Sin dudas la extraño, pero es probable que no la vuelva a ver hasta que finalice este curso. Un año difícil, sin dudas.
¿Desde cuándo tengo miedo? Yo nunca le he temido a nada, ni pensé hacerlo... pero hay algo que me aterroriza ahora mismo. Aunque parezca extraño, me siento incómoda con una mirada invisible. Me siento observada, como si una presencia andubiera rondando mi habitación, incluso leyendo lo que ahora escribo.
Debo estar loca. El cúmulo de emociones y cansacio, debe estar jugando con mi mente y haciéndome imaginar cosas donde no las hay. Pero aún así, no estoy preparada para empezar de nuevo.
Emma dejó caer el lápiz sobre la tapa dura de su cuaderno. Suspiró y marcó la página con la cinta amarilla que hacía juego con el terciopelo blanco que cubría su diario. Había empezado a escribirlo durante las vacaciones, pero no era lo mismo sin algo sorprendente que plasmar en él.
Miró a su alrededor. La constante sensación de ser observada traspasaba su piel, quemando sus entrañas. Se dio por vencida y decidió relajarse con una ducha fría. Agarró su nueva toalla, su nuevo albornoz y su nuevo gel de baño. Todo era demasiado nuevo y comenzó a extrañar su antiguo hogar, alejado de la ciudad y del ruido de esta.
Unos minutos después ya estaba fresca y sus nervios habían desaparecido. Era una chica fuerte y sabía lo que necesitaba para despejarse. Dejó caer el albornoz al suelo y buscó en su armario algo que la hiciese sentirse segura para afrontar el día. Se decantó, después de un rato, por un short beige y una camisa blanca de mangas tres cuarto. Alzó la vista para verse al espejo 《 Bastante guapa 》 , pensó regalándose una sonrisa a sí misma.
Recogió su cabellera oscura en una coleta alta y la dejó caer sobre su espalda, llegando hasta su cintura. Puso sobre sus ojos turqueza unos anteojos y modeló frente a su reflejo una vez más. En realidad, no tenía problemas para ver, pero sentía que llevar gafas la hacía parecer más seria.
Se deslizó escaleras abajo y vio el desayuno sobre la mesa. Su madre había salido temprano, como era usual, así que leyó la nota que se encontraba reposada sobre uno de los croissants.
Desayuna bien, nos conocemos. Regreso en la noche, tengo que terminar mucho papeleo con esto del traslado. Suerte en tu primer día. Te quiero.
Emma arrojó en su bolso el trozo de papel y bebió algo de zumo. Notó el queso bordeando el croissant y, aunque normalmente no desayunaba, decidió que podía al menos probar uno.
Cerró la puerta tras ella, mientras masticaba su desayuno. Bajó por la calle con firmeza. Había ido a matricularse el día anterior, así que no demoró en reconocer el camino. Colocó sus audífonos, a todo volumen, en sus oídos y, bajo la melodía de Skyfall, admiró nuevamente su vecindario. Las casas eran todas muy parecidas. Rústicas, pero agradables. No se encontraba justo en la ciudad, pero si alzaba la vista solo un poco, podía ver los edificios interponerse en el cielo.
En su camino se cruzó un pequeño gatito. Su pelaje era dorado, con líneas casi imperceptibles de un tono más oscuro. Lo acarició, como amante de los felinos que era, y este ronroneó ante su toque. Entonces el minino huyó, con sus pequeñas patas, mientras chillaba y miraba hacia atrás, pero no a ella. Emma se dio la vuelta, buscando al causante del terror en el gato, pero no había nadie cerca. Un graznido la hizo sobresaltarse. Era un cuervo, que la observaba desde un arbusto a su lado.
Un escalofrío recorrió su cuerpo y espantó al ave con la mano —o eso esperaba conseguir— pero no se movió ni un centímetro. El animal agitaba su cabeza de un lado a otro, la estaba incomodando un simple cuerpo. Antes de pensarlo, ya había seguido su camino; intentando alejar esas sensaciones que la estaban haciendo perder la razón.
Llegó a la entrada de la Universidad. Avistó a muchos estudiantes aglomerados en la entrada, seguramente empezaría junto a ella ese curso, se dijo. Todos los nervios que había logrado sacar de sus hombros, regresaron con más fuerza.
Caminó hasta el anorme arco de metal plateado, por el cual pasaban todos y desaparecían después. Respiró profundamente y se dio unas palabras de ánimo internas antes de traspasar el portal del infierno.
Irguió su pecho, alzó su mentón y sacó su teléfono para pretender que tenía una conversación con alguien. Lucía importante, madura, perfecta; aunque en realidad sus rodillas temblaban y tenía un tic nervioso en su cuello.
Las personas, inconscientemente, le abrieron camino poco a poco. Las chicas la miraron, unas llenas de rabia y otras con ojos brillantes. Por supuesto, no había ojo masculino que se alejara de ella y su estilo propio de reflejar seguridad. Volvió a sentirse como en casa, donde era popular y admirada por todos. Le gustaba destacar y, sin dudas, sabía cómo hacerlo. Eso sin contar su belleza natural, que rozaba la perfección.
Tomó asiento en el salón de Química, la primera clase de su extenso horario. Como solía hacer, se posicionó en la última fila, justo al lado de la ventana. Miró a través de ella y se percató del ave que la observaba desde el árbol que se encontraba a unos pocos metros. Era otra vez ese molesto cuervo.
Volteó los ojos y supo que, por fin, había decubierto el origen de la sensación de ser perseguida que había sentido. Era solo un tonto pájaro.
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Hola lectores! Es un placer tenerlos aquí! Les hago este comunicado para anunciar que por un tiempo actualizaré una vez por semana, debido a mi molesto Internet. En un futuro no muy lejano retomaré mis actualizaciones cada dos días, les pido paciencia. Espero les guste el inicio de la historia. Besos!
-Iastethic-
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El Cuervo
RandomHoy no he sido un buen día. Sus ojos inmersos en esa profundidad negra me están poniendo los pelos de punta. Sigue mirándome, como si de su presa se tratara. Quiero espantarlo, que se aleje de mí de una maldita vez, pero todavía sigue en mi ventana...