VI

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Querido diario:

Lo hice. Finalmente, me vengué de Ethan.

Su expresión al verme besar a su hermano fue tan épica que me hubiese gustado capturar su cara y enmarcarla en un cuadro. No es mi culpa, si no lo hubiese visto en la fiesta coqueteando con una chica, tal vez hubiese desistido de todo esto. Pero vi lo que vi, y no pude parar.

Ahora siento pena por Brandon, o quizá la sienta más por mí que por él. El chico besa como todo un experto, a pesar de ser un año menor. Joder, me acabo de dar cuenta de que me enrollé con un chico menor que yo. Si que estoy bajando el listón.

Lo que aún no entiendo es por qué salí corriendo como toda una cobarde. Puedes pensar que fueron los nervios o la rabia de ver a mi ex con otra, pero te equivocas. Esas son solo las excusas que me pogo a mí misma para no aceptar que me gustó besar a Brandon.

Sí, me encantó ¿Y qué? He besado a muchos chicos, él no es el primero ni va a ser el último. Lo importante ahora es mantener la distancia, ignorarlo por completo. Ese es el plan. No me involucraré con otro Parker, nunca más. Solo saben jugar con las chicas... ok, ese es Ethan, pero son hermanos y con eso me basta para alejarme.

El nuevo amigo de Emma golpeó la ventana con su afilado pico, emitiendo a la vez un graznido que la hizo notarle de inmediato. No entendía cómo un simple animalito lograba comunicarse con ella. Sin dudas los cuervos debían ser inteligentes.

Lo dejó entrar y este se posó en su hombro. Emma, estupefacta, acarició sus plumas con un suave toque. Este estiró sus alas y se movió hasta su cuello para hundirse en él. Hacía cosquillas a la joven, pero era una sensación tan auténtica que permitió que se quedase allí un rato.

Cuando por fin miró la hora, atrapó al ave y lo puso sobre su escritorio, justo al lado de su diario. El cuervo encorbó la cabeza a un lado mientras ella buscaba qué ponerse. Encontró un vestido fresco y aeroso, de color salmón y lo puso sobre su silueta enseñándoselo al cuervo.

—¿Cómo me queda? —le dijo, pensando que era una tontería hablarle a un ave.

Increíblemente el pájaro comenzó a revolotear en el lugar, como si tratase de afirmar lo bien que le quedaría puesto. Ella sonrió, imaginando la supuesta respuesta del ave. Comenzó a desvestirse, pero se giró para que el cuervo no la viera. No sabía el porqué, pero sentía como si aquel ave fuese una persona.

El animal se giró, como si intentase darle privacidad. Se paró junto al diario y comenzó a alternar sus ojos volteando su diminuta cabeza a la derecha y luego a la izquierda. Entonces salió volando.

《 Ni siquiera se despidió 》, pensó Emma, que ya se consideraba toda una demente.

Terminó de arreglarse y, como cada día, llegó a la Universidad junto a Emile y Hannah.

—Tengo que confesarles algo —Emile apretó sus ojos y tomó un respiro antes de hablar —Me acosté con Gregory.

Hannah y Emma se quedaron mudas por un segundo. Gregory era sumamente popular y de seguro estaba jugando con ella, como con todas. Lo peor es que Emile lo conocía bien y aún así lo hizo.

La rubia se bajó del carro dando un portazo. Emma, incómoda ante tal situación, decidió palmear la espalda de la chica. Pensó que si le contaba que había besado a Brandon, esta se sentiría mejor, pero no lo hizo. Parte del maquiabélico plan era intentar mantenerlo en secreto el mayor tiempo posible, así no sentirse mal por rechazarlo el día después y que todos lo supieran.

—Puedes hacer lo que quieras, es tu vida —comenzó a hablar la morena —, pero sabes que Gregory no es un buen partido.

—Hablas como mi madre —ambas sonrieron, pero en Emile se veía la tristeza.

—¿Te gusta mucho? —ella asintió ante las palabras de Emma —Hay miles de chicos, no tienes que sentirte mal porque no salga bien con Gregory. No merece que la estés pasando mal, más cuando para él seguramente no significó nada.

Emma no quería ser tan sincera, pero era una chica sin filtros, más cuando la persona a la que le hablaba le importaba lo suficiente como para intentar que abriera los ojos a la realidad.

—Lo conozco desde que tengo diez años —le sorprendió —Era mi vecino cuando era pequeña. Antes siempre jugábamos juntos, compartíamos las tareas, incluso lo ayudé con su madre antes de que... —la voz de Emile se quebró y Emma supo que necesitaba consuelo, así que la abrazó, pasando su mano por su espalda.

—Los chicos son unos idiotas —afirmó.

—Él no era así, todo fue por mi culpa —ahogó un suspiro en el cuello de Emma.

—¿Qué pasó?

—Me hice novia de Tom, un chico de mi antiguo instituto —Emile se acomodó en el asiento del coche.

—Y él se puso celoso —para sorpresa de Emma, ella negó.

—Tom era quien sentía celos de él, así que me pidió que no lo hablase más —Emma abrió los ojos de par en par.

—No lo habrás hecho —exclamó.

—Tenía quince años, estaba enamorada y no sabía lo que hacía —suspiró, secando una lágrima traviesa —Entonces lo ignoré, lo dejé de lado —maldijo en voz baja —Fui una imbécil y ahora está aprovechándose de eso para joderme.

La campana sonó y decidieron bajarse del coche o llegarían tarde. Emma se quedó pensativa durante el camino. Era justo lo que pensaba hacer con Brandon, algo horrible que nadie merece, fuese hermano de quien fuese. Apretó sus manos y se miró a sí misma con muy malos ojos.

《 ¿Qué clase de persona eres? 》, se dijo.

Justo en la entrada divisó a Brandon junto a la puerta del salón hablando con Mark, uno de sus nuevos amigos. Emma fue hacia allí con una sonrisa en el rostro que cubría sus sentimientos de culpa.

—Brandon —lo llamó, intentando captar su atención. Este la observó por un milisegundo y se dio la vuelta para entrar a clase.

Emma se desorientó por un instante, no se explicaba la reacción del pelinegro. Se sentó en su puesto favorito y lo observó de lejos. Normalmente chocaban sus miradas una que otra vez durante la clase, pero esta vez solo ella tenía sus ojos puestos en el chico. Ni siquiera una ceña de mal gusto, o un reproche, o el mínimo intento de acercarse... nada.

Cuando la campana anunció que había terminado el turno, ella corrió hasta la tercera mesa de la segunda fila, donde se encontraba Brandon.

—¿No me viste cuando te llamé? —le soltó, dándole su sonrisa más tierna.

—No —escupió antes de echar su mochila al hombro y pasar por su lado.

—¿Qué vas a hacer en la tarde? Podemos ir a tomar algo —insistió Emma, apurando el paso para alcanzarlo.

—No tengo ánimos —siquiera la miró, lo que la hizo enojar.

—Si es por lo de ayer, no te preocupes, seguimos siendo amigos —le guiñó un ojo. No quería tocar el tema, pero tenía que entender qué demonios le pasaba.

—No quiero ser tu amigo —Brandon se detuvo para plantarle cara —Solo me acerqué a ti para comprobar lo que Ethan decía, nos besamos y listo. No le des tanta importancia a un simple beso. Ambos hemos dado miles de esos —se dio mediavuelta y siguió su camino sin mirar atrás.

Emma quizo golpearlo, saltar sobre él y extrangularlo con sus propias manos, pero por alguna extraña razón, las lágrimas comenzaron a saltar de sus ojos. Impotente, caminó cabizbaja hasta el baño de chicas y se encerró en uno de los cubículos. Puso el pestillo y desató su furia dando patadas a la pared escrita con nombres de estúpidas parejas.

El amor no existía para Emma desde que Ethan rompió su corazón. Había tenido a los chicos que había querido, besado a todo el que deseaba y se había acostado con algunos que ni siquiera recordaba. Nadie, absolutamente nadie, la había rechazado nunca.

Brandon fue el primero, pero no dejaría las cosas así por así. Ah, no, Emma no se quedaría de brazos cruzados. Ya lo había hecho una vez, cuando él pasó por su lado sin reconocerla. Quizo darle una oportunidad y no ser una perra con el chico, a pesar de todo.

Ahora no tenía opción. La venganza había cambiado de objetivo, esta vez, haría a Brandon suplicarle solo una mirada.

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⏰ Última actualización: Oct 07, 2018 ⏰

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