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Querido diario:

Perdón por no haber escrito esta mañana, es que no escuché mi alarma y no tuve tiempo para sentarme a reflexionar. Además, no quería escribir apurada, sabes que me gusta disfrutar estos momentos contigo

Ya son las 7:25 de la noche. Falta poco para que Hannah y Emile vengan a recogerme para ir a una fiesta. Es en casa de Gregory Hudson, el chico que le gusta a Emile. No es muy guapo, la verdad, pero según ella, tiene su encanto personal.

Como sea. En la mañana hablé con Brandon y resulta que  también irá a la fiesta. Aunque si no iba, yo lo obligaría a ir.

Ha habido un repentino cambio de planes. Esta noche no sucederá nada con él, digamos que voy a torturarlo un poco, pero sin tocarlo... al menos, no demasiado.

Llevo puesto uno de mis vestidos favoritos, no, mi favorito de todos. Es negro, pero un negro sin brillos. En la espalda tiene un escote que llega justo hasta la cima de mi trasero, lo que lo hace provocador, pero no descarado. En el frente, se alza con encaje gris desde mis pechos hasta mi cuello. Es realmente hermoso y conjuntado con mis tacones altos... ¡Perfección pura! Aunque creo que, incluso en zancos, no alcanzaría la altura de Brandom.

¿Por qué estoy pensando en él justo ahora?

Urgh, odio tenerlo en la cabeza todo el rato. Creo que Emile me ha repetido mucho que me gusta Brandom... porque no me gusta ¿o sí?

Emma saltó en su lugar al sentir la melodía del timbre. La puerta se abrió, y escuchó a lo lejos a su madre gritar su nombre.

Bajó como toda una princesa las escaleras y Hannah se quedó mirándola boquiabierta.

—Estás preciosa —exclamó Emile.

—Ustedes igual —las abrazó.

—Diviértanse chicas —Martha despidió al trío desde la puerta y las vio alejarse en el auto de Emile.

—¿Crees que a Gregory le guste? —la castaña se miró en el retrovisor.

—Si no le gusta, está ciego —Emma la animó.

—Ya todos están dentro —Hannah se mordió el labio inferior —¿Vamos?

Todas se miraron y asintieron antes de bajarse del Porche.

Emma buscó a Brandom entre la multitud de universitarios con vasos de plástico rojo.

《 Justo como en las películas 》, pensó.

—Bienvenidas a mi humilde morada —Gregory las sorprendió a sus espaldas.

—Está increíble —Hannah tuvo que gritar para que se escuchara su aguda voz por encima de la música.

—Me alegra que les guste —él fijó su vista en Emma, quien seguía buscando a su objetivo.

—¿Bailamos? —Emile dio el primer paso y Gregory cogió su mano para llevarla hasta la pista de baile, iluminada por luces multicolores.

—Eso sí que fue rápido —comentó Hannah.

—Sí —dijo sin prestarle mucha atención.

—¿Aún no ha llegado? —preguntó la rubia acercándose a su oído.

—¿Quién? —dijo Emma y Hannah arqueó una ceja en respuesta —No, no lo he visto.

Hannah palmeó la espalda de su amiga y le dio una sonrisa empática.

—Ya llegará —Emma se encogió de hombros.

—¿Vamos a buscar un trago?

Emma aceptó y se encaminaron hacia la mesa llena de alcohol, cerveza, refrescos y vasos rojos. Ella se preparó una sangría especial, con hielo y refresco de limón. Hannah optó por una cerveza fría.

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