Día 4: Etéreo

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Pareja: Lilanette. Extraña ship, pero me gusto el resultado uwu

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Había tenido que ocultarlo, robando un poco de la ropa de su padre, se disfrazó como un hombre. Ocultando su hermosa y larga cabellera entre el sombrero que traía, compro un objeto en una tienda; ella esperaba que lo considerara un etéreo.

Mientras que esperaba a que aquella persona que tanto amaba llegue al café, pensó en su futuro, ellas tendrían que abandonar todo lo que tenían, sería impensable que la hija del Duque de Rossi tuviera aquellas preferencias.

Entonces la vio llegar, con un hermoso vestido rosado digno de una princesa.

Se paró de su asiento y se quedó enfrente de ella, antes de atraerla hacía ella y besarla.

—Ciao la mia principessa—Dijo cuándo su beso termino.

—Un placer verte otra vez Lila—Le susurró la azabache— ¿Cuál es la sorpresa del día de hoy?

El nombre de la mujer que había robado el corazón de la italiana era Marinette, hija del Conde Dupain de Francia y codiciada por el príncipe Adrien.

—Espero que la mejor de todas— Sonrió— Hoy será el mejor día de todos.

Lila llevó a Marinette por todos los lugares de Italia, tratando de hacer que la francesa quedara impresionada, mientras que esta disfrutaba de la compañía de la italiana, ruborizándose por cada coqueteo casual.

Al final del día Lila llevó a Marinette al lugar donde se conocieron.

— ¿Qué hacemos aquí Lila? —Estaban en frente del coliseo Romano y el ocaso empezaba a aparecer.

Cuando pudo ver a la italiana arrodillada frente a ella, con una caja entre sus manos.

— ¿Quisiera casarse conmigo Principessa? —Marinette solo pudo asentir cuando vio que Lila abría la caja y había un anillo de Diamante, y al verlo, la azabache vio una iridiscencia en él; haciéndolo aún más hermoso.

Lila se quitó el sombrero que cubría su cabello antes de abrazarla y darle un apasionado beso.

Pero sin que ella lo supiera, alguien en la lejanía veía aquella escena con pesar, viendo como la mujer que amaba se le escapaba de las manos.

Lila recordaba esos momentos en sus últimos instantes de vida, un par de meses después, ella fue atrapada por la Santa Inquisición. Sin embargo, Marinette había escapado.

Su padre al enterase de lo que su hija había hecho, la negó, y provoco que fuera traslada a Francia.

—Le preguntare una vez más ¿Quién era la mujer con la que estaba? —Decía uno de los obispos.

Desgastada por el desangramiento que había tenido por las múltiples torturas susurró—Jamás se lo diré.

El obispo volteo la cabeza y la dejo en su celda, dándole la pena de muerte.

Pero antes de perder totalmente la conciencia, y creyendo que era una jugarreta de su mente, pudo ver la iridiscencia de aquel diamante.

Pensó "Si pudiera estar en otra época, lugar y tiempo, me encantaría reencontrarme contigo otra vez"

Pudo ver como él etéreoera pasado con cuidado entre las rejas, sonriendo por última vez, tomo elanillo con fuerza y cerró los ojos para siempre    

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