Spank Me

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Yuuri era un tonto.

Era un grandísimo tonto cuando se trataban de indirectas.

Bueno, talvez se hace el tonto, uno nunca sabe.

Viktor todo el tiempo busca dejarle saber a su esposo lo mucho que lo ama, y lo mucho que le excita verlo en sus shorts, especialmente si son de color negro o rojo, pues resaltan su apetecible trasero. El ruso nunca puede dejar sus manos lejos de la retaguardia del menor, tanto así que cada vez que le pasa por el lado en la casa, le planta una nalgada, ya sea suave para jugar con él, o tras de propinarle la dichosa, le entierra los dedos en la parte interna del culo, lo cual prende mucho tanto al nipón como al albino.

—¡V-Viktor! —chilló el menor, aferrándose a la isla de la cocina.

—Sabiendo cómo me pones, te paseas en esos cortos tan sexys —gruñó cerca de su oído, pegando el pecho desnudo a la espalda del japonés.

—Ha-hace algo de calor... S-sólo quería estar cómodo —mordió su labio inferior, sintiendo los dedos de su esposo seguir apretando carne.

—Tu comodidad me calienta, kobuta-chan.

Con ambas manos, bajó un poco los shorts de Yuuri, pero no completos, sino que los dejó hasta más abajo de la mitad de las nalgas, y era algo gracioso, pero erótico, ver que la masa muscular del nipón provocaba que sus glúteos quisieran escapar por completo de los pantaloncitos, ya que el elástico se hundía sobre la piel un poco.

El verdadero juego fue cuando Viktor metió una mano por frente al pantalón y empezó a acariciar el miembro de Yuuri.

—A-ah, Vitya... —Yuuri separó un poco más sus piernas y se inclinó hacia adelante.

Lo que no se esperó fue que Viktor le propinara una nalgada sonora directo en la piel de la nalga derecha.

—¡Viktor! ¡Carajo!

Usualmente, los juegos no eran tan fuertes. Hoy al parecer, estaba muy activo.

—¿Las contarías, cerdito? —preguntó al seguir llevando su mano atrás y adelante en el pene de su esposo.

—Ajá...

Una. Dos. Tres...

—¡S-seis!

Siete, ocho, nueve...

—¡V-Vitya!

{...}

—¿Era necesario follarme justo al lado de la cena?

—Nunca dijiste "diez" —rió el albino, comiendo su último bocado de pasta, haciendo reír al nipón.

¿Quién diría que con simples nalgadas lo haría correrse?

[...]

Nos vemos, ¡besos!

¡Davai~!

Pd: Pásense por Mi Vecinito uwu

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