Sultan, oh My Sultan

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Estén pendientes a la que baila sola después del 1:05, ella es la representación que Viktor hace. Pongan el video luego de leer, e imaginen 7u7r

[...]

Viktor y Yuuri gustaban de hacer juegos de rol, no muy seguido, pero lo hacían.

Ésta vez, no era la excepción. Viktor sabía el día pesado que había tenido el japonés en su trabajo, así que le tenía una pequeña sorpresa.

-Ay Yuuri, espera a que llegues a casa -el ruso sacó las ropas que compró y las puso sobre su cama.

Un pantalón de tur y seda color granada, unos cintillos y cadenas doradas que iban alrededor de su cintura y tobillos, un pequeño pañuelo de la misma tela que el pantalón que iba sujetado detrás de sus orejas y frente a su cara, un par de aretes dorados falsos para las orejas, y muchos brazaletes dorados con cascabelitas, todo a tono con un muy seductor y hermoso collar color granate, con detalles dorados y más cascabelitas, que iba ceñido a su cuello. Un plus; había logrado conseguir unas extensiones de cabello a tono con el color del suyo, y fue a una peluquería a que se las pusieran. Tejieron trenzas en su propio cabello, y entretejieron las extensiones.

Nada podría arrancarlas, se aseguró de ello.

N/A: Traten de hacerse la imágen mental, porque no la tengo -iora-.

Fue a darse un rico baño con sales de pomarrosa y menta. Con especial cuidado, limpió sus partes íntimas, pues quería que Yuuri se dejara soltar hoy todo lo que quisiera. Una vez hecho eso, procedió a secarse, y luego, untó una loción especial de afrodisíacos en todo él. Primero se puso la ropa, vigilando el no dejar nada sin poner, y antes de ponerse la "máscara", procedió a peinarse las extensiones, con mucho cuidado, dejándolas sueltas pero muy bien peinadas, y entonces se puso el pañuelito y las prendas.

Se vió fijo en el espejo, embelesado por su propio reflejo. Movió su cuerpo como vió a la chica del video de YouTube hacerlo, contorneando sus caderas. Agradecía mentalmente el que su madre adoptiva fuera profesora de danza y ballet bolshoi, una de las más reconocidas en toda Rusia y en el mundo entero: Lilia Baranovskaya, pues siempre le encantaba aprender todo lo que ella enseñaba. Las cadenitas y cascabeles tintineaban, y con eso supo que todo estaba listo.

[...]

—Tadaima —se quitó los zapatos en el umbral, y dejó sus cosas en el mueble de al lado—. Vitya, estoy en casa.

Tallándose un ojo suavemente, fue a la cocina a por un vaso con agua, y le extrañó no ver a Viktor en varios minutos, ni que éste le respondiera de lejos siquiera. Dejó el vaso en el fregadero, y caminó a paso lento al cuarto que comparte con su esposo, con el corazón en la mano, pues le asustaba que su marido no hiciera acto de presencia en la casa. Abrió la puerta y tuvo que pensarlo antes de entrar, pues el olor a incienso, canela y manzana lo atontó de pronto, pero la cereza del pastel, fue ver a su esposo cuál si fuera diez años más joven, ataviado en ropajes que dejaban poco a la imaginación, su cabello cayendo como cascada por sus hombros, y su mirada azul sobre él.

—Bienvenido a casa, mi señor —hizo una reverencia hacia el nipón, quien estaba cual idiota detenido en la puerta—. ¿No está feliz de verme, mi señor?

—V-Viktor, yo–

—Alteza, ésta noche mi presencia le ha sido concedida para satisfacer sus más grandes deseos. Dígame, ¿le gustaría ponerse cómodo y comer algo?

—Y-yo... Claro que me encantaría, lindo —Yuuri notó la pequeña sonrisa ladina de su esposo, y de inmediato supo que era algo previamente planeado, con demasiado tiempo spare, diría el japonés.

Luego de un baño de burbujas que le propició el ruso, Yuuri fue a sentarse a "sus aposentos", como le había dicho Viktor que hiciera. El mayor le dió de comer frutas y vino, tal y como había visto en su novela favorita que hacían las concubinas con el sultán, y Yuuri estaba aún algo intrigado y sorprendido, pero feliz y disfrutando.

—Y ahora, he preparado un baile para usted, su excelencia. ¿Me permite?

—Adelante, muéstrame —el nipón se puso cómodo.

Viktor sonrió y se posicionó frente a la cama, accionó el reproductor de música, y comenzó con el baile frente a Yuuri, contoneando sus caderas mientras lo miraba, extendiendo sus brazos frente a él y a su alrededor. Yuuri se sentía asfixiado de tanto que le costaba respirar mientras veía la erótica imágen de su esposo haciendo un baile sensual a sus ojos. Realmente se sentía un gran sultán del imperio otomano, y Viktor siendo un concubino, queriendo enamorarlo y seducirlo con su baile.

El efecto fue rápido, pues Yuuri no pudo aguantar y le interrumpió su danza al arrastrarlo de vuelta a la cama.

—Te haré mío esta noche, y espero que "los demás" no te esperen a tí, precioso.

—Soy sólo de usted, mi señor —quitó el pañuelo de su rostro, y el menor aprovechó para comérselo a besos, iniciando una ronda de pasión larga y tendida.

Total, el nipón había tenido un primer orgasmo seco, nada más al alimentar su pupila.

[...]

Hubo tranque, lo siento.

Nos vemos, ¡besos!

¡Davai~!

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