Veintiséis

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— ¡¿Temía que, maestra?! —pregunto Alison, ya alterada.

Me sentía mareada y el dolor aumentaba cada vez más.

—Lo que te está pasando ahora, es algo que tal vez no te gustara. —suspiro.

Con la mirada le exigí que me digiera.

—Al estar en el inframundo tu lado humano se debilita cada vez más, al contrario que tu lado demoniaco, él se fortalece, y cuando tiene la oportunidad, aprovecha que ya no tiene quien lo detenga, e intenta salir. Ahora mismo, aquel lado quiere salir. —explico.

— ¡¿Cómo mierda se puede detener eso?! —pregunto Harry.

— ¡No me hables en ese tonito! —le riño. —Emily es la única que puede detenerlo. Debe controlar a su lado demonio, retenerlo. O en otro caso, pero aún más complicado, controlarlo.

Todos dirigieron su mirada a mí.

Suspire, tenía que al menos intentarlo.

Cerré los ojos fuertemente, concentrándome en el lugar donde provenía el dolor.

Mi pecho, era el lugar donde sentía que aquel dolor se concentraba.

Me concentre en aquel lugar de mi cuerpo, sentí que el cuerpo se iba relajando poco a poco.

El dolor disminuía...

Pero no era lo suficientemente fuerte como para enfrentarme a mis instintos.

No podía, no tenía la fuerza suficiente para retenerlo.

Una ira inexplicable se apodero de mi cuerpo.

Sentía como nacían dos cuernos en mi cabeza. Al igual que sentía como igualmente se formaban dos alas gigantes en mi espalda.

—No lo logro. —escuche como decía alguien.

Pero no reconocí quien era.

No sabía quién era yo.

¿Cómo me llamaba?

Eso que importaba, simplemente quería ver brotar la sangre de alguien. Aquel liquido rojizo que tanto me encantaba.

Sentí como el delgado y único hilo de cordura se cortó.

Y lo único en mi mente era algo: "matar".

Alison.

No podía creer lo que mis ojos presenciaban.

Emily, mi mejor amiga, aquella chica que se ganó mi corazón, volviéndose una de las personas más queridas e importantes de mí vida.

Estaba convirtiéndose en un demonio.

Unos grandes cuernos grises crecían de su cabeza, al igual que unas grandes alas.

Su cuerpo cambio repentinamente de color, ahora era un rojo fuerte, en vez de esa piel pálida, la cual siempre le insistía que la broncease.

Su ropa se desgarro, y aunque pareciera que estuviera desnuda no es así. Sus dedos se volvieron más largos, sus uñas más filosas, tan filosas que podrían cortar la carne con suma facilidad.

Su cabellera rubia desapareció. Sus pies se alargaron, parecían pies de animales.

Por ultimo abrió los ojos, dejando ver unos ojos amarillos que brillaban más que nada en este lugar.

No había ninguna pupila en él.

—Se dejó llevar por sus instintos, su forma demonio la controla, no tiene razonamiento ahora. Si hubiera alcanzado el balance perfecto entre humano y demonio aun algunas partes de su forma humana quedaría, como su cabello, piernas, la cara, entre otras cosas—trago saliva y apretó un pequeño botón—. Esto impedirá que salga, o que algún ruido proveniente de aquí pueda escucharse afuera.

No estamos solos.© (Pausada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora