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<Narra Vegeta>

-Padre por favor, déjame entrenar contigo...

En ocasiones y por breves momentos me parece verlo en el chiquillo que día, tras día crece ante mis ojos, Ambos son de un tiempo/espacio diferentes, pero éso es irrelevante son sangres de mi sangre y tan hijos de bulma, como míos.

En sus ojos azules se transparentan la esencia de su condiciónes terrícola y tras ellos sus almas blanquecinas que pueden leerse como un libro... Uno desborda inocencia y felicidad con la mirada, él otro era poseedor de una mirada esclava de su pasado, a veces seca por las lagrimas que derramo en su niñez y adolescencia por una vida entorno a la supervivencia. Pero en otras, la mayoría de la veces, era esperanzadora. El brillo de esos ojos representaba su fe en poder cambiar un futuro que no le pertenece pero que sentía la necesidad de cambiar para que su homólogo disfrute de la vida que él no vivio, para que su madre sonría y yo no muriera.

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Se parecen a mí, no cabe duda. Fuertes, ágiles, sin miedo, explosivos cuando deben serlo, a veces obstinados, tanto como yo lo fui en mí juventud. Quizás sean un poco más altos, mucho más fuertes y quizás mucho más humano,  podría decir que ambos son una versión mejorada de mí mismo.

Uno de ellos, él que pertenece a otra época, le tocó vivir gran parte de su vida en un infierno y es por éso que al verlo morir delante mío, juré que al niño de esta época sería el mejor y el más fuerte guerrero de todos, incluso mejor que su homólogo y por supuesto mejor que yo... Vegeta, Príncipe de los Saiyajin, su padre.

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<Narrador>

Con este último pensamiento, Vegeta abrió la puerta de la cámara de gravedad, dejando entrar a un pequeño de 6 años de cabello lila, quien estuvo golpeando dicha puerta por nada más y nada menos que tres horas, sin parar.

Hola, quieren que está historia continúe??

ÉL PRESENTE Y ÉL FUTURO.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora