XIII

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—Ya es hora —se agachó a la altura del zorro—. Te voy a extrañar.

—¿Tú crees que yo no? —se acurrucó en sus caricias.

Eran ya las cuatro de la tarde, por lo tanto él se iría.

—También te cuidaré desde las estrellas. Me enseñaste muchas cosas, no te olvidaré —rascó tras su oreja.

Yo lloraba y Marcus veía todo con pena. Prefería haber sido yo la que se fuera primero, para no tener que verlo desaparecer. Dejó de acariciar a Zorro y se acercó a mí.

—Créeme, siempre nos hablaba sobre un principito en el desierto de África y que si lo veíamos le avisáramos. Jamás dejó de creer en ti —sonrió dulcemente al saber de quién hablaba—. Yo haré lo mismo, te esperaré, te buscaré, yo...

—No tiene sentido —interrumpió con una sonrisa—, no volveré. Estaré en las estrellas.

—Pero...

—Jamás te dejaré. Aunque sé que tú, tarde o temprano, harás también tu vida.

—No, yo solo quiero estar contigo —lo abracé—. Llévame.

Él acarició mi mejilla, húmeda por las lágrimas —No puedo hacer eso. Sería ser egoísta contigo.

—No, porque yo también lo deseo.

—Realmente no. Yo sé que pese a los problemas, amas a tus padres y a tu planeta. No dejes todo solo por mí.

—Pero tú eres mi todo.

Antoine bajó la mirada y volvió a mirarme —No pienses así, tu vida jamás debe depender de alguien.

Lo miré en silencio.

—¿Sabes? La primera vez que te vi, quise reírme. Llevaba mucho tiempo aquí, y jamás vi algo tan raro. Digo, una chica cayó del cielo y acabó enredada con un paracaídas junto a un montículo de arena. Fue súper cómico, y me sorprendí cuando fuiste tan seca al hablar, siendo que tienes un rostro tan dulce. Pero supongo que tu personalidad era así porque fue tu forma de protegerte de todo lo que viviste y tenías miedo de pasar, ¿cierto? —asentí—. Eres valiente, te admiro. Pese a todo, has salido adelante. Si tus padres no aprecian lo que vales, no te lamentes. Tienes a Marcus, él te aprecia, tienes a Zorro, y me tienes a mí, cuidándote desde las estrellas —por primera vez en todo el día, lo vi derramando lágrimas—. Te voy a extrañar... demasiado...

Lo abracé y correspondió al abrazo, lloramos en silencio. Nos separamos y él se acercó, miró mis ojos, mis labios y lo siguiente que supe, fue que me estaba besando. Cerré mis ojos, y traté de apreciar ese momento. Ese acto significaba mucho; algo que no se podría y un amor puro. La tristeza de la separación en combinación con la amargura de las lágrimas que caían de nuestros ojos. No quería que acabara, quería estar junto a él por siempre. Quería despertar cada mañana y oír su voz y sus preguntas insistentes, sus respuestas inesperadas y maravillarme con cada cosa que me enseñe. Pero no se podía. Con toda la tristeza de nuestro corazón, nos apartamos.

Antoine miró a Marcus, ambos asintieron.

—Gracias por cuidar a Nora por mí —agradeció mi piloto.

—No fue nada, fue divertido —volvió a mirarme—. Hey —acarició a Zorro, lo posó en mis brazos para que yo lo cargara—, sonrían —sonó como una súplica. Eso hicimos, le dimos la sonrisa más sincera que pudimos, agradeciendo por todo—. Gracias —volvió a acariciar a Zorro y depositó un beso en mi frente, cerré mis ojos hasta...

Hasta que ya no lo sentí. Ya no estaba, desapareció. Y con él, un poco de mi corazón.

A la mañana siguiente, con Marcus regresamos a Francia. Decidí llevarme a Zorro y adoptarlo, lo quieran mis padres o no. Igual, ni atención me pusieron cuando llegué y por primera vez, eso no me pudo importar menos. Recordé el tiempo de regreso, la vista que tuve de África.

Alejándome de los recuerdos, de mi primer amor... alejándome de él, mi principito.

FIN





¡No sufran! Queda el epílogo UvU

-Almen

Caí en África (EL PRINCIPITO, FANFIC)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora