⚝ CAPÍTULO 13 ⚝

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Se acercó poco a poco a la masculinidad de Joel, era la primera vez que lo haría y no estaba seguro si lo haría bien o si lastimaría al rizado, así que simplemente depositó un beso en la punta, provocando que Joel arqueara su espalda. Si a él le gustaba, ¿Por qué no darle ese placer? Se preguntó el ojiverde.

Abrió grande su boca y comenzó a introducir aquel duro trozo de carne que le volvía loco, con el que había soñado desde aquel video. Sus labios rodearon y se deslizaron por la longitud de Pimentel, haciendo que dejara escapar algunos gemidos que intentaba ahogar.

- No eres tan tonto, mi niño. – susurró Joel colocando sus manos en la cabeza del pelinegro.

Erick no se creyó capaz de poder meter todo en su boca, lo había logrado, sintió como Joel movía su cadera de arriba abajo, sentía el miembro del rizado chocar ligeramente con su garganta, sentía su boca arder, pero no quería que Joel dejara de follar su boca.

Logró zafarse para dar un buen bocado de aire, el cual se le había terminado segundos antes, relamió sus labios y después empujó a Joel haciendo que quedara totalmente acostado, tan indefenso, tan provocador, tan Joel. Erick solo veía aquel deportista patán desnudo y su cuerpo se tambaleaba.

Subió sobre el cuerpo del mexicano, llegando hasta sus labios para devorarlos, consumirlos, sus labios se sentían tan bien rosando y friccionando con los suyos, como si fueran dos piezas de un rompecabezas que encajaban a la perfección, sus lenguas deban una batalla interna, buscando el mayor punto de placer nunca antes obtenido.

- Quiero hacerlo, Erick. – pidió a Joel con aquella grave voz que se le había formado.

- ¿Mhuh? – gimoteó el menor viendo los infinitos y perfectos orbes cafés de Joel.

- Si. – contestó con rapidez dando la vuelta a la situación, quedando ahora sobre el cubano, retiró las prendas del ultimo mencionado y lo puso boca abajo, no aguantaba más esa sensación de querer estar dentro de Erick, de querer hacérselo una y otra vez.

Colocó una almohada bajo el abdomen del ojiverde, imitó la acción antes hecha por el menor y dejó caer un hilo de saliva sobre su trasero, para después esparcirlo y lubricarlos con sus dedos, haciendo que Erick se removieran en su lugar, aquel movimiento se detuvo por un momento.

Joel comenzó a introducirse lentamente, abriendo cada pared, estaba tan estrecho, jamás había alcanzado ese nivel de placer, Erick se sentía tan bien, y este pensaba los mismo de Joel, se sentía verdadero, no como el sexo con Zabdiel.

El rizado echó su cabeza atrás consumiendo todo ese encanto, ya todo estaba dentro de Erick, colocó cada una de sus manos sobre las frágiles y temblorosas nalgas del menor, apretándolas, abriéndolas para que fuera más fácil, pero nada había cambiado.

Comenzó a dar movimientos rítmicos y lentos de afuera adentro, aquel vaivén que ante todo silencio podía escucharse los gemidos de ambos, a Erick repetir una y otra vez el nombre de Joel y viceversa, el sonido de su piel chocando con la de Erick.

Las embestidas aumentaron su ferocidad cuando Joel notó los escasos gemidos de Erick, se inclinó un poco -pero sin dejar de moverse- a la espalda de Colón para depositar besos, necesitaba entretener su boca sus labios tan ruidosos, pero eso apenas y podía tranquilizar el sonido de gemidos ahogados.

Mordió el cuello y el cartílago de la oreja del ojiverde, nada cumplía con su propósito, tan ruidosos, tan calientes para ambos los sonidos que salían de sus labios.

- ¿Por qué se siente tan bien? – susurró Joel en el oído de Erick. - ... ¿Por qué TU te sientes tan bien?

Erick no respondió, solo le regalo una risita forzada, relamió sus labios – te quiero, Joel.

Estúpido Niño Tonto, Te Quiero - Joerick - | LIBRO 1 |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora