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Estaba avergonzado.

¿Cómo es que había caído tan bajo?

Nunca se había jactado de su situación económica, su familia no era reconocida, pero tenía el dinero suficiente para vivir con lujos y sin preocupaciones.

Hasta que notaron que era gay.

Hasta que le echaron de la casa y lo condenaron a su suerte.

Pete se había agradecido ser precavido y abrir una cuenta de ahorro, le estaba sirviendo para subsistir de manera independiente.

Pero el dinero no era eterno, debía conseguir un trabajo.

Y cuando el trabajo se presentó en sus narices, lo quizo rechazar.

Era un egresado de economía con honores, hablaba cinco idiomas, sino fuera porque su padre le cerró todas las puertas de negocios, estaría ejerciendo su profesión.

Y no preparándose para su primera grabación en un estudio de cine pornográfico.

Y es que tenía cero experiencia como para aplicar a cualquier otro empleo, eso y que nadie confiaba en que una cara tan tierna como la que tenía él, que le hacía ver hasta de de diez años más joven, en un trabajo serio.

¡Ah!, pero sería el fetiche perfecto para pervertidos amantes de rostros de bebé.

Eso le dijo el director cuando le interceptó en la calle para ofrecerle él trabajo.

Allí, sin pudor, en medio de una calle concurrida.

Pete sólo ocultó su rostro, tomó la tarjeta que le ofrecían y siguió caminando.

Luego de estar en su departamento por unos minutos pensando, llamó para confirmar.

Poco después de haber confirmado, y cuando su oído había dejado de sentir un pitido por culpa de los altos gritos de felicidad del director, un correo apareció en su bandeja de recibidos.

Pete, a pesar de ser un chico que tenía clara su orientación sexual desde que inició la universidad, no sabía nada de relaciones sexuales entre hombres.

Había tenido un novio, sí, pero con él no llegó a nada más que a los besos. Extraño, pero así era.

Así que cuando leyó él mensaje que explicaba todo lo que tendría que hacer en su primera escena que sería en una semana, medio se escandalizó y medio no entendió.

En especial cuando leyó lo que debía hacer en su casa para estar listo para su trabajo de pasivo.

Tuvo que buscar en internet. Mala idea.

Enema.

No quería hacerlo, quería renunciar inmediatamente, pero ya iba a empezar a necesitar el dinero.

No quedaba de otra.

MejillasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora