Después de ese día, lleno de embrollados sentimientos, ambos durmieron como ángeles, sólo para callar esos dolores de cabeza que les causaba llegar tan al fondo. Llegar tan al fondo preguntándose quiénes eran, de dónde vienen, a dónde van, qué son en realidad... Noemí pensó que al ser Hipólito un hombre muy culto, ya había puesto su mente en las manos de esos cuestionamientos, pero eso era una suposición falaz . Era tan neófito como ella en ese campo.
Ella se levantó y no se encontró con él, como antes. La puerta de su habitación estaba cerrada y un sobre abierto reposaba sobre la mesa del comedor. Noemí pensó que leer la carta sería invadir su privacidad y eso podía molestarlo, pero entendió que él la dejó sobre la mesa con el objetivo de que ella la lea, y así lo hizo:
" A mi amor,
¿Cómo has estado? He de preguntarlo ya que hace días no nos vemos. Hace días no me tocas. Hace días no te siento. Empiezo a creer que ya no me quieres, y eso me enfurece. ¿Habrá otra mujer? ¿Habrá otro interés que ocupe en tu mente, el espacio que ocupaba yo? No sé qué es lo que debe estar pasando, si hice algo mal. Tampoco me escribes, dejas que yo haga monólogos estúpidos como éste. Por favor, contéstame. Extraño sentirme una pluma entre tus brazos. Extraño contemplar tu sonrisa.
Te necesita, Carmelina."
A Noemí le tembló un poco el pulso. ¿Hipólito se habría cansado de su propia invención?, o ¿el temor a ser rechazado por el personaje de "Carmelina", es demasiado fuerte como para intentar deshacerse de ella? Su locura parecía no tener límites. Cada vez la sorprendía más. Cuando se acostumbraba a algo, él lo cambiaba por completo. Sentía miedo de no poder comprenderlo más y que el asunto se le vaya de las manos, si es que alguna vez pudo manejarlo.
No es para preocuparse. Mi salud mental está bien. De lo que me preocuparía si fuese Noemí, sería de mi estado anímico. Estoy sufriendo tal como si me estuvieran apuñalando y no saliera sangre de mi cuerpo, ni sintiera dolor físico. Me siento tan vacío, sin vida. Me siento como algo irreal, fantástico, inhumano. Es culpa de ella, de Carmelina, del amor que hizo que le tuviera. La amo tanto. Ella creó a Hipólito para que lo ame, y aquí está, amándolo. Después de eso, no soy nada. Por eso estoy encerrado en mi habitación... ¿para qué salir? ¿Para creer que siento el sol, el viento, que interactúo con la gente, cuando en realidad no es más que una ilusión? Ay, no puedo dejar de amarla. La llevo impregnada, toda ella, en mí. Si tan sólo pudiese quitármela...
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¿Qué es el hombre entre las rocas y las nubes?
Roman d'amourDon Hipólito Salvatore, un hombre heredero de una gran fortuna, comienza a percibir su soledad y se enamora de quien no debería enamorarse: Su propia locura.