I. PRESENTACIONES

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En aquel momento miró hacia su izquierda, despistada, y terminó de beber aquel té que ya se había quedado frío, pero que aun así negaba a dejarlo. Ricky estaba frente a ella, con el móvil en la mano, actualizando su TL, hasta que por fin decidió poner fin a aquel silencio:

- La verdad que estoy un poco perdida. - fue entonces cuando Ricky levantó su mirada, y alzó las cejas. - Es que me levanto cada día y pienso que no estoy haciendo lo que quiero. Pero por otra lado, pienso, joé, qué quiero... Y tampoco sé qué contestarme. - se encogió de hombros.

Ricky suspiró, quería encontrar alguna palabra que reconfortara a su amiga, pero la verdad, no sabía exactamente qué decirle, por lo que el suspiro lo prolongó lo suficiente para que su amiga se diera cuenta y añadiera:

- No estoy esperando que me des la solución, eh? Solo quiero que me escuches.

- Ya, ya lo sé... pero me da rabia no poder decirte nada.

- Es que todo está mal. - dijo con desesperación. - Últimamente estoy muy ahogada, no sé si ahora me he dado cuenta de los frentes que tengo abiertos, o de repente se me han abierto todos.

- Hombre... yo creo que era cuestión de tiempo. - lo miró de mala gana. - Ay... qué quieres?

Ella se echó las manos a la cabeza con desesperación.

- Es que tengo la sensación de que todo me llega tarde. Como que lo que estoy viviendo ahora me tendría que haber pasado hace 10 años, no ahora con putos 26... - levantó la mirada nuevamente hacia su amigo.

- A ver, Mimi, creo que eso es lo de menos.. la cuestión es que te estás replanteando tu vida, y bueno, cada persona tiene sus tiempos.

- Ya, ya... -Le respondió como queriendo dar por zanjado el tema. - Nos vamos?

Y tras recoger sus cosas y pagar, Ricky le dio un abrazo a Mimi que reconfortó a ambos.

El camino a casa lo hizo con la música puesta, pretendiendo así que sus pensamientos quedaran ahogados en algún estribillo de las canciones que llevaba en su móvil. Sonó el tono del whatsapp. Sabía perfectamente de quién se trataba, pero aún así deslizó la barra de ajustes, confirmando sus sospechas y leyendo el contenido. De nuevo la sensación de agobio con esos mensajes... y a la vez, se detestaba por tener ese sentimiento.

Veinte minutos después llegó a casa, acalorada, se lavó las manos y se puso el pijama, deshaciéndose también del sujetador. Bendito momento del día. Se dejó caer en el sofá, teniendo de fondo el sonido de la televisión, y cogió el móvil para contestar el whatsapp.

Acabo de llegar a casa,

que tal el dia?

Se levantó del sofá, directa hacia la nevera para ver el menú de la cena. Tenía pendiente un salteado de verduras y un poco de carne. El móvil volvió a vibrar.

Bien.. Ya te contaré

Nos vemos mañana o qué?

Resopló cansada y puso la sartén en la vitrocerámica.

No sé... mañana lo voy mirando

Quiero ir al gym

Le estaba dando largas? sí, le estaba. Pero como estaba haciendo durante hace ya... ni sabía cuánto.

ok.

Pues ya me dices

Realmente lo que le apetecía era decirle que no. Que no iban a quedar, que le apetecía quedarse en casa, o irse al gimansio y no salir con ella. El móvil siguió sonando, los mensajes se siguieron sucediendo y Mimi acabó de hacerse la cena. Un poco de netflix y a dormir. No sin antes el mensaje de rigor:

DECISIONES - warmi -Donde viven las historias. Descúbrelo ahora