capítulo 3

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Akashi se mantiene afuera de la habitación del castaño, todo es silencio dentro hasta que escucha un grito, le habían advertido sobre ello pero no creyó que fuera tan desgarrador para él y ni siquiera puede imaginar cómo es que sus padres y hermano lo traten como si nada.

Pasa un rato hasta que el hombre sale de la habitación en silencio y marchándose, el pelirrojo lo ve hasta que desaparece de su vista. Con inseguridad entra a la habitación del menor viéndolo en el suelo llorando silenciosamente.

—Kouki-sama —a medio camino se detiene cuando el menor habla.

—Vete, no quiero que me veas —sorbe su nariz —. Vete, tú debes pensar lo mismo que mi padre.

—No es así, Kouki-sama —se acercó con serenidad hasta estar a su lado —. Así que por favor no me aleje, fue mi desición entrar a verlo.

—Akashi-san... ¿Por qué yo? No se lo deseo a nadie pero ¿por qué a mí? Si antes me miraban con asco ahora es más el asco, no puedo dormir y cada vez que me baño tallo muy fuerte pero no siento la suciedad irse. Doy asco, Akashi-san.

El pelirrojo sin dudar lo abrazó con fuerza, el castaño quedó sorprendido ante a ello sintiendo su cuerpo temblando en descontrol pero aún así correspondió aferrándose al mayor con fuerza continuando llorando sintiendo caricias en su cabeza y espalda, se estremeció del susto, iba empujarlo pero un parte de él se mantuvo así por no sentir malas intenciones.

Akashi esperaba que el castaño entendiera que no importa lo que le ocurrió, estará con él para apoyarlo y cuidarlo.

No sabe el momento en que Kouki se quedó dormido pero por primera vez pudo ver su rostro tan tranquilo, lo admiró por un minuto para después cargarlo y dejarlo en la cama, dándose la libertad de sentarse a un lado tomándolo de la mano todo el tiempo.

...

—¿Qué? —miró borroso por unos segundos, lo único que ilumina la habitación es la luz de la luna entrando por la ventana, se asusta cuando siente una ligera presión en su mano —¿Akashi-san?

El pelirrojo está con su cabeza recostada en la orilla de la cama.

—Despertó —dijo para después bostezar —. Me disculpo, me quedé dormido.

—N-No pasa nada —puso su mirada sobre sus manos unidas —ah...

—¿Le molesta?

—Bu-Bueno... —calló y miró al mayor —Si se trata de ti, no me molesta en absoluto —se sonroja levemente, Akashi le sonríe.

—Son las nueve, dormimos mucho. ¿Tiene hambre? Le traeré algo de comer —antes de que el menor pudiese decir algo el pelirrojo ya se encuentra saliendo de la habitación

Furihata miró su mano sonriendo tontamente para después llevarla a su pecho apreciendola en un tipo abrazo. Es la primera persona que no lo miró con asco o lo alejó diciéndole cosas desagradables ni siquiera una mirada de lástima. Lo abrazó con fuerza, se sintió protegido, recibió leves caricias que lo reconfortaron y le hicieron sentir bien, esa mirada demostrando su preocupación. Sintió las lágrimas abandonar sus ojos bajando una tras otra, llorando de felicidad.

Akashi volvió a la habitación con una bandeja con un vaso de leche y un par de sandwiches, cuando lo vió llorar se sorprendió tanto que no dudó en acercarse rápidamente dejando la bandeja en la mesita de noche.

—¿Está bien? ¿pasó algo? ¿volvió a recordar aquello? —limpió las lágrimas del menor con sus pulgares.

—E-Esta noche ¿podrías dormir a mi lado? Por favor, Akashi-san.

—Claro que si, Kouki-sama —le sonrió —Pero primero coma esto, debe como mínimo tener algo en el estómago.

—Bien.

Durante la noche Akashi no pudo dormir a diferencia del menor que se aferraba a él con fuerza, daba ligeras caricias en la cabeza del chico que respondía a ello calmandose en un instante.

—Te ayudaré a superarlo, Kouki —besó la frente antes de abrazarlo ligeramente.

Aunque Tenga que Dar Mi Vida [AkaFuri]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora