Los dos jovenes caminaban hacia la casa nuevamente, a Miriam la carcomia la ansiedad de escuchar a Carlitos tocando el piano.
Creía que seguramente era hermoso haciéndolo. Nunca lo había escuchado (obviamente) pero en su interior no dudaba de ello.
Él caminaba mirando de reojo a su alrededor, sin dejar escapar cualquier detalle del paisaje urbano y sus integrantes.
Pero pensaba también en ella (no solamente por el beso y ello), sino que quería encontrar la manera de "rescatarla" y no convertirla totalmente en "ladrona" o que le tomara cariño a esa actividad.
Como si intentase encender una vela en medio de su oscuridad... La luz del túnel, que parecía librarlo de la agonía.
Entraron y estaban sólos, le indicó que se sentara al lado suyo y se sonó ruidosamente los dedos, tomando la postura correcta para comenzar.
Le gustaba la suavidad y precisión con la que tocaba, era como si sus manos fluyeran como el agua sobre el piano. Era tan pero tan... ¿cómo decirles?... como el aire, no se podia definir la perfección con la que interpretaba aquellas piezas tan preciosas.
Y sin dudas, con ese aura tan armoniosa: era como si estuviera con otro Carlitos. En aquel preciso momento, sí se podía notar su naturaleza "angelical" como si literalmente hubiese "caído del cielo".
Como una rosa marchita, que al iluminarse por leves rayos de sol, parece recuperar toda su fuerza y esplendor. Sin importar lo manchada o tetrica que ésta pareciera.
-¿Te gustó?- preguntó girandose y ocultando las teclas del piano.
-Sí, mi tía Luisa tocaba el piano. Pero ahora son como un eco lejano. Tocas muy bonito eh- le respondió sonriendo al finalizar.
-Me alegra que te gustó, y disculpa pero: vos dijiste que tu familia es adoptiva, ¿cuándo empezaste a vivir con ellos?- consultó curioso de saber más sobre ella.
-A los siete años, supongo que les era una carga o qué y entonces la "verdadera" me abandono. Estuve un año sin ser adoptada, hasta que llegaron "esos" que me parecian buenas personas. Pero cuando empecé a crecer me di cuenta que la realidad era otra- hizo una pausa para respirar profundamente y siguió- Laura tenía amantes a los cuales robaba. Y José era un alcohólico que solo... "ya sabes"- explicaba asqueada- y le robaba a cualquiera que pudiese sacarle hasta las uñas. Siempre me decian que limpie todo, que alcance sus cosas, que no vaya a la escuela. Que no me fije en chicos porque sólo les interesa otra cosa... Me escupian si algo no salia como querían, me gritaban y hasta me golpearon. Todo eso desde los ocho años y teniendo que fingir puertas para afuera que eramos "una familia feliz". Esos libros los conseguí al escaparme a una biblioteca algunos días, para estudiar por mi cuenta. Y Claudia la mujer de allí me regalaba uno siempre que hiba, y los papeles son apuntes o tonterias nada más.- Terminaba jugando con sus dedos.
-¿Y no queres ir con Claudia?- indagó confuso de que no haya ido con ella luego de conocerlos.
-No, porque con vos me siento bien. Es increíble que seas- dijo haciendole entender "ladrón"- pero que me atraigas en vez de sentir rechazo como con ellos.-
Carlitos no sabia qué responder, asi que sólo levanto los hombros con cara de "no sé".
La corta vida de Miriam le resultaba un desastre al escucharla. Pero había algo que ella no sabía.
-Escucha- dijo serio- hay algo que vos no sabes.-
-¿Qué cosa?, ¿me tengo que preocupar?- preguntaba intentando disimular la desesperación, que surgía en su interior.
Carlitos se levantó a corroborar que estaban sólos y continuó- no sólo robo, soy más que alguien que entra a un lugar ajeno y saca cosas de valor. Yo asesine a alguien Miriam- terminaba de explicar casi en un susurro.
Y el mundo de ésta comenzo a apagarse nuevamente.
-Osea que si mi vida hubiese sido distinta, y yo los delataba.¿Vos sí me habrías asesinado? Como cuando me advertiste diciendo "chau todo..."- lo miraba angustiada y enojada.
-No creo que hubiese podido- contestó meditativo.
-¡¿Por qué a ver?!- le gritó rabiosa, pensando en pegarle, aprovechando que estaba sentado al lado.
Éste se acerco despacio, viendo cómo la chica dejaba de llorar.
-Pero vos amas a Ramón- le decía alejándose, sintiendose estúpida.
-Pero él a mí no, y vos sos muy buena persona y me queres. No quiero que sufras, dejame hacer algo bueno. Si no te tuviera algo de amor, no te habría confiado semejante secreto- hablaba diciendole la verdad.
Aveces era difícil saber cuándo Carlitos hablaba enserio y cuándo te engañaba con su habilidad de embaucador.
-Yo te quiero sí y me llamaste la atención cuando te ví, pero lo que sentís no es más que confianza. Sólo estás confundido Carlitos- decía acomodandole los rulos que caían sobre su ojo.
-Dejame confundirme- dijo besandola fuerte, y dejandose caer a Miriam sobre el banco. Olvidandose de todo a su alrededor.
Lo sentía tan cerca que le daban escalofríos acompañados de un desconocido placer, que le hacían brillar los ojos, como dos bonitas perlas recién robadas de una joyería.
-Carlitos besame otra vez o haceme algo- le pidió sonriendo.
-Sos mi mejor robo- comentó mordiendole el labio y acariciandola mientras bajaba a su cuello, haciendo que comenzara a suspirar.
En eso escucharon la puerta, y se sentaron rápidamente. Él tenía cara de "hola ma", pero Miriam estaba más palida que nunca.
Aurora había vuelto de hacer las compras para la cena, y sonreía al ver a los chicos sentados delante del piano. Sólo que no imaginaba, lo que hasta hace unos segundos estaba ocurriendo.
-Esto no termina asi- le dijo Carlitos riendo lo más bajo posible.
Ella se levanto después de abrazarlo y se fue, para ver a la madre de este chico que la hacia morir con tan solo una mirada.
Y Carlitos se quedó ahí acariciando su piano, viendo una y otra vez el momento en su mente. Sin dejar de pensar en cual sería su nuevo "objetivo" para salir en la noche.
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Sentenciada
FanfictionSentenciada... Así se sentía ella, una muchacha de Buenos Aires que intentaba escapar de su aburrida vida, llena de los maltratos que sufría desde pequeña. Lo que menos esperaba era esto. Esta es una historia hecha por fan para fans, NO DESEO HACER...