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-Ay Carlos tenes tanta maldad como belleza- dijo media irónica Miriam, mientras miraba por la ventana del auto.

El momento le parecía sensacional (no lo negaba), pero sentía que le faltaba algo más de condimento (por asi decirlo).

-¿Allá no?- preguntaba él mirando a la chica perdida en sus pensamientos- ey estoy hablando- la tocó.

-No va a pasar otra vez perdón.-

Se bajo Carlos primero y luego Miriam, ambos caminaban tranquilos sedientos.

En realidad todo era un poco improvisado. Ellos salían para llevarse "algo importante", pero no sabían exactamente dónde llevarlo a cabo.

Vieron una linda casa (en perfecto estado). Solo una sala parecía iluminada.

Saltaron el rejado, y comenzaron a acercarse aún más a la puerta principal.

Carlos del lado izquierdo de ésta, y Miriam del otro. Vigilando si había alguien a la vista.

Habiendo observado que todo estaba "tranquilo", el chico abrió "su" ventana permitiéndoles este heho: entrar al hogar.

Tenían el camino libre. El ambiente estaba silencioso (demasiado para él).
De esos momentos incómodos en los que "algo sucederá" y uno no sabe cómo reaccionará ante ello.

En sus abrigos metían cosas que parecían de valor. Pero algo no les "cuadraba".

Una casa grande, bien cuidada, con aspecto de "cuento de hadas".... ¿Dónde guardaban la plata?... Porque semejante perla no era justamente gratis.

Decidieron dividirse: Carlos por un lado, y Miriam por otro.

Éste buscó minuciosamente por cualquier rincón de la planta baja, sin obtener rastro alguno del dinero.

A Miriam le quedaba una sola habitación por revisar, en la planta alta. Y es ahí mismo donde se le detiene el corazón.

Adentro estaba atento un hombre de unos cincuenta y tantos años, esperando a quien sea con una escopeta, apuntandola fijamente de frente.

En su rostro no reflejaba rastros de miedo, sino de profundo enojo (el cual estaba dispuesto a descargar contra Miriam o quien sea).

-No dispare- dijo ésta asustada- no le voy a hacer daño a usted o su esposa- terminó al ver cómo la mujer esta asustada, observando todo con preocupación.

Miriam entró a un lado obedeciendo contra su voluntad, con las manos sobre la cabeza. Rogando que su amigo no subiera a buscarla (mientras el señor la seguía apuntando).

Pero ella tardaba mucho, y éste con cuidado subió con un arma en cada lado (contra la pared para protegerse), hasta el cuarto donde estaba la pareja y su amiga.

-Quedate callada o al próximo lo vuelo- la amenazó Juan.

Él estaba escuchando todo, asi que sin mediar palabras: entró dándole dos disparos. Sin darle oportunidad a reaccionar anteriormente. Haciendo que éste callera al suelo "como una bolsa de pan".

Carmen corrió hasta arrodillarse junto a su ya difunto esposo, y Carlitos aprovechando: la asesinó sin verle el rostro.

Miriam estaba "congelada". Nunca había presenciado un aseisnato y mucho a él haciendo aquello.

-Tenemos que irnos- dijo agarrandola.
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Estaban en el auto andando más rápido de lo normal. Miriam se encontraba más tranquila, pero lo miraba como intentando encontrar algo en su perfil.

-Sabías que en algún momento hiba a pasar- comentó, haciendola volver en sí.

-Sí, lo sabía. Sólo que fue tan rápido y frío que no sé qué decir.-

-Fácil: morían ellos o moriamos nosotros- contestó naturalmente.

-No tenes sentimientos eh...-

-Si pensaba te mataban (o a los dos). Cualquiera podría haber abierto la boca incluso, y se pudria todo. Es lógico.-

-Esta bien, pero quiero aprender.-

-Es que vas a aprender- dijo casi obligándole a ello, dando la vuelta en una calle.

Por allí había un mercado algo pequeño, pero muy concurrido.

Y dejenme decirles algo: no importaba el tamaño del lugar, sino cuánto es frecuentado éste. Es así cómo sabíamos si valía la pena o no.

Y la mayoría de las veces (depende la zona), los clientes de siempre son quienes dejaban el mayor "número" asegurado.
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Realmente entrarían a ese lugar, sólo que por razones del destino: no pudieron. Ya que un grupo de gente se encontraba ahí, y no deseaban ser delatados por nada en el mundo.

SentenciadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora