Capítulo 3: un amor poco esperado

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(Amelia)

Me había levantado y vi que Diego no estaba en su cama y me preocupe lo que no me había preocupado en toda mi vida, lo que al principio me pareció muy extraño, pero, a la vez interesante.

Llame a Diego para preguntarle dónde estaba, cuando le pregunté oí una voz de mujer que se me hacía extrañamente familiar.

-¿Con quién estás?- Pregunte con la intención de saber de quién era esa voz que me sonaba tanto.

-Estoy con tu hermana.- Dijo él en tono serio y firme.

-¿Con mi hermana?- Pregunto yo debido a que la conexión se iba agotando por cada segundo que pasaba, hasta llegar al punto de cortarse la llamada.

Rápidamente llamé a mi hermana para que me dijera donde estaban los dos, pero, no contestó. Salí de la habitación y fui a ver si les encontraba y en cierto modo así fue, estaban los dos en mitad del campus solos. Me acerque a ellos, pero, en cuanto mi hermana me vió se le cambió la cara a una muy enfadada.

-Hola, Amy.- Me dijo Diego mientras que con ayuda de sus muletas se acercaba lentamente hacía mi.

-Hola, Diego.- Digo mientra me acerco a él por si acaso se caía.- Hola, Amanda.¿Qué tal te va?- Pregunte cuando se nos acercó.

-Mejor que a ti lo dudo.- Dijo ella mientras me lanzaba una mirada fría.

-¿Estás bien?- Pregunto un poco preocupada por mi hermana mayor.

-Si, muy bien. Adiós.- Dijo dos segundos antes de irse.

Ayude a Diego a llegar a la habitación con cuidado de que no se cayera de camino. Nuevamente lo volví a tumbar en la cama y lo cubrí con la manta que por su ausencia se había enfriado y yo me metí en mi cama que también se enfrió, pero, esta por MI ausencia no por la suya.

-¿Qué es lo que le pasara a mi hermana conmigo?- Me dije a mi misma al recordar la fría mirada de enfado que me lanzó mi hermana al verme.

Estuve mucho rato pensando en que podría haberle hecho yo para que se enfadase de esa manera conmigo, pero, al oír su voz, automáticamente salí de mi mundo interior.

-Perdona, pero, no te escuchaba.¿Me has dicho algo?- Preguntó yo mientra lentamente levantó la cabeza de la cómoda y nuevamente caliente almohada.

-Te he dicho que yo se que es lo que le pasa a tu hermana.-Dijo él un poco sonrojado, cosa que me extraño.

-¿Qué le ocurre?- Le pregunto yo mientras él baja la cabeza de la vergüenza.

-He cortado con ella.- Dice mientras se ponía más rojo de lo ya estaba.

-¿Porque has cortado con ella?- Le pregunto un poco sorprendida por lo que me dijo.

-Porque me he enamorado de otra.- Dijo con una voz poco más alta comparando el tono de voz usaba hace tan solo unos escasos segundos.

Lo que me dijo me desconcertó,instintivamente me preocupe y aprovechando la situación le dije que ha mi también me gustaba alguien. Al terminar de hablar ambos estábamos muy sonrojados, porque, ambos creíamos que hablábamos del otro y al momento con la intención de no verlos nuestras rojas mejillas nos giramos y tardamos alrededor de diez minutos para quedarnos los dos profundamente dormidos, pensando en la corta conversación que acabávamos de compartir.

Algo nos despertó a Diego y a mi una forma que hizo que me cayera de la cama, cosa que me dolió.

-¿Quién es?- Dice Diego muy molesto por interrumpir su sueño.

-Soy el director ,el señor Camillo. He recibido una queja de parte de su hermana mayor señorita Johnson.- Dijo él un poco preocupado, a pesar de no verle el rostro por la dura y opaca puerta de madera que nos separaba a Diego y a mí del director Camillo.

-¿Amanda?¿De qué se ha quejado Amanda?- Pregunto yo un poco sonrojada por el recuerdo que me vino a la mente de lo que me dijo Diego antes de quedarnos profundamente dormidos.

-Dice que el que estéis viviendo en la misma habitación hace que Diego y ella estén más distantes.

- La he dejado, ya no me gusta ella, sino otra.- Dijo él mientras se tumbaba en su cómoda y esta vez caliente cama.

- Bueno, espero, que ella lo lleve bien, porque sino tendrás un gran problema.- Le digo yo un poco cansada, debido a que eran las tres menos veinticinco de la madrugada.

Nuestro director se había ido, dejándonos solos a los dos, cada uno con la compañía del otro en aquella pequeña habitación que compartíamos.

Pasaron veinte minutos y ninguno de los dos conseguíamos conciliar el sueño, pero, alguien golpeo la puerta.

-Amy, abre la puerta, tengo que decirte algo.- Dijo una voz muy conocida. Solo había dos personas en toda la universidad que me llamasen Amy y no Amelia. Había dos opciones, o John o Mike, pero, tenía claro que no podía ser Mike, debido a que su voz era más parecida a la de un niño pequeño que ha la voz que oía tras la dura puerta.

- ¿Quién es?- Pregunto yo con la intención de salir de dudas.

- Soy yo, John, ábreme la puerta, por favor. Necesito hablar contigo.- Dijo con tono de angustia, como si trajese consigo un gran peso encima de sus hombros.

En ese momento me asegure de que Diego estaba dormido, pero, no parecía que estuviese fingiendo, a si que le abrí la puerta

-¿Bueno que es eso tan importante que querías decirme?- Pregunte muy seria, porque, teniendo en cuenta la cara de seriedad que se había dibujado en su rostro decidí actuar como tal.

- Amy, hay algo que llevo queriendo decirte desde el preciso momento en el que mis ojos se posaron en ti y te miraron por primera vez.- Dijo él todavía más serio que antes, sin saber porque motivo cogió todo el aire que pudo.

- Me gustas, Amy.- Dijo él en un tono un poco más alto al que ya hablaba.

En ese preciso momento, cuando él me dijo eso, vi en su rostro una gran sonrisa de alivio, como si acabara de quitarse un gran peso de encima, como si llevase mucho tiempo conteniendo esas palabras.

Diario de una adolescenteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora