Más allá de nuestro mundo. ||Thorki.

III

[ From the first smile, you've fallen in love. ]

Los orbes de Chris parecían tomar intensidad, el azul de estos se veían brillosos y en su interior, podía sentir un vuelco de sorpresa e incluso, desespero.
Su lengua pasó casi imperceptible entre sus labios, relamiendo estos mientras se inclinaba para observarlo mejor.

Tom se había dirigido hacia frente de su mesa, captando la atención de cada uno de los presentes ante la sonrisa tan juguetona que mostraba, su traje y las manos que se escondían en los bolsillos delanteros de sus pantalones finos. Él pudo sentir lo mismo que el rubio, un impulso latente que se alojaba en sus corazones, queriendo plantarse frente a frente, estrechar sus brazos en un abrazo tan fuerte como necesitado. ¿Por qué? No lo entendían.

—¿Quién eres tú? —Indagó elevando su voz, sin poder apartar la mirada de los ojos ajenos.

—Tom. —Musitó con cierta elegancia en su porte. —Thomas Hiddleston.

El rubio sonrió, tomando en su diestra la botella de cerveza se levantó de su asiento, de aquél modo rodó la mesa para parar a su lado.

—¿Eres un fan?

—Más bien, una oportunidad. —Enarco una ceja al decirlo, ocasionando una ligera risa en el mayor.

—Ojalá todas las oportunidades se vieran asi—. Añadió con cierta coquetería, acercando el pico de su bebida para dar un sorbo. Esta vez, fue el pelinegro quien rió.

—Tomaré eso como un "me interesa."— Ladeó su rostro, notaba el buen porte del hombre, las facciones duramente masculinas que lo hacían verse en demasía guapo, y con ellos los ojos que se le hacían familiar, que creaban una sensación de curiosidad y anhelo que parecía inexplicable. Era como si fueran los más especiales del mundo, o tal vez, esos que estuvo buscando desde que despertó años atrás.

Chris sonrió, más bien le interesaba él, pero no podía decirlo.
El pelinegro elevó su mirada al sentir un escalofrío recorrer su cuerpo, dirigiendola hasta el barandal del segundo piso. Fue que observó a Will, y su mirada intensa casi quemarle. Los celos obsesivos del hombre volvían a atacar.