Capítulo 1

231K 10.6K 719
                                    

- ¿Cómo la están pasando, mis chicas favoritas? –Llegó Nick pasando su brazo por encima de mi hombro para acercarme hacia él, afectuosamente.

- Hasta que te dignas aparecer. –Lo codeó Chloe, en juego.

- Tenía un asunto por allá. –Señaló a una pelirroja en uno de los rincones de la fiest–. quiero decir, fogata de inicio. –Además necesitaba una cerveza. Están hermosas. –Nos sonrió, dejando ver ese par de encantadores hoyuelos que se forman a cada lado de su sonrisa cada vez que lo hacía, ambas le devolvimos la sonrisa en respuesta. – ¿Quieren algún trago? –Ofreció y Chloe asintió.

- Por ahora estoy algo mareada, así que después quizá. –Mientras yo por mi parte, decliné la ronda.

- Vale, entonces sólo para Chlo. Esperen. –Dicho esto, partió a la barra a la vez que Chloe me tomaba de la mano para llevarme a la pista para bailar un poco.

- Toma, cariño. –Apareció Nick luego de un par de minutos con el pequeño shot para Chloe y después de eso volvió a irse. Alguien tiene planes con la pelirroja.

- Creo que será mejor irme, Chloe. –Hablé al oído de la rubia junto a mí luego de haber bailado un rato.

- Venga Carter, esto apenas empieza. –Animó con un leve puchero en su rostro pero la verdad es que no me sentía lo suficientemente bien para caer ante sus súplicas.

- De verdad no me encuentro bien, estoy bastante mareada y los zapatos me están matando. –Había sido mala idea usar tacos esta noche o por lo menos así lo sentía yo, porque Chloe por su parte estaba más que acostumbrada con los suyos, lo hacía ver tan fácil.

Suspiró. –Vale cariño, si no hay que pueda hacer para convencerte de quedarte. Yo sí me quedaré un rato más. –Sonreí y me acerqué a besarle la mejilla.

- Me despides de Nick, si es que vuelve. –Me guiñó mientras me escurría entre la multitud para buscar una salida.

La fogata de inicio de un nuevo año se había salido un poco de control, la mayoría de los estudiantes estaban ebrios por todos lados, no entendía porqué siquiera tomaban si no podían soportar unos cuantos tragos encima. No se medían en cuanto al alcohol en realidad. Se balanceaban pesadamente por toda la pista mientras la música parecía estar empeñada en destruir mis oídos. Mañana sería el último día de libertad antes de volver a la rutina académica.

Cada año se hace esta fiesta, que el director se empeñaba en llamar fogata de inicio, y pues claro que todo inicia con una gran fogata, que los miembros de internado rodean, pero vamos, somos adolescentes, necesitamos fiesta, alcohol y diversión, unos más que otros, entonces la fogata queda tirada a la mierda y termina siendo una fiesta sin control.

En cuanto salí de ese caos, busqué el pasillo que me llevaría hasta mi habitación la cual compartía con Chloe, la rubia de antes. Antes de llegar a mi habitación me saqué los tacos y los tomé entre mis manos, porque en serio no creía poder soportarlos un segundo más y mis palpitantes pies agradecieron enormemente el haberlo hecho. Abrí finalmente la puerta y lancé esos zapatos tan incómodamente hermosos a un lado de la habitación.

Me senté por un momento en una de las esquinas de mi cama con mis codos apoyados en mis rodillas mientras mis manos acunaban mi rostro, buscando pasar el mareo. Me saqué el vestido negro que había optado por usar el día de hoy a juego con los tacos y caminé hasta una de las alacenas para buscar un par de píldoras para la cabeza y así evitar la resaca que se me vendría por la mañana, o bueno que al menos no fuera tan fuerte como era de esperarse. Las pasé con un trago de agua antes de deslizar una playera que de tanto uso, se ha ido estirando hasta el punto de estar desgastada y cubrirme los muslos y bueno, se ha convertido en mi pijama.

Observé el reloj que reposaba en la cómoda junto a mi cama, 2:56 am, antes de lanzarme en ella y acobijarme un poco a causa del frio que hacía, mis ojos parecían cerrarse por sí solos pero se abrieron de golpe al escuchar un ruido proveniente de bajo mi cama.

Un escalofrío me recorrió el cuerpo y tragué duro. No podía ser nada malo. Esto no era una película de terror.

Así que me armé de valor, tomé una profunda respiración y activé el flash de mi móvil para revisar si había algún animal bajo esta o si algo se había caído, pero me fue imposible retener un grito al ver que no era cualquier cosa sino más bien, alguien.

- ¡No grites por favor! –Dijo, saliendo de bajo de mi cama facilitándome el hecho de observar de quien se trataba y entrecerré mis ojos hacia el familiar rostro. Lo había visto, pues claro, debía estudiar en este internado para merodear por estos lados y más a estas horas, pero no estaba del todo segura sobre quien era. Creo que su nombre era Adam pero me encontraba en una racha mas importante sobre que hacía ese degenerado en mi habitación a éstas horas, que preguntarle su nombre.

- ¿¡Qué mierda crees que haces en mi habitación!? –Exclamé sin hacerle ni puto caso a su petición de guardar silencio.

- Joder, que te calles. –Susurró y estampó una de sus manos contra mis labios para evitar que siguiera gritando por lo que no me quedó de otra más que morderle para zafarme de su agarre.

- Tienes cinco segundos para explicar qué coño hacías bajo mi cama. –Hablé más bajo esta vez mientras el chico aflojaba su mano y la acariciaba con una mueca de dolor.

- Eres agresiva, encanto. –Dijo sarcásticamente, enarcando una de sus cejas hacia mí. Rodé mis ojos con indiferencia y le hice señas para que se enfocara en el tema y respondiera lo que pregunté. –El decano estaba por el pasillo mientras salía de una de las habitaciones de vuelta a la fogata y si me veía seguro obtendría una buena sanción por merodear por el edificio de las chicas.

- Y por eso te metiste en mi habitación a esconderte bajo mi cama. –Exclamé sarcásticamente.

- Exacto. –Sonrió con suficiencia como si ahora todo tuviera sentido. ¿Qué clase de excusa es esa?

Suspiré. – ¿Pensabas pasar la noche ahí?

- A menos que tuvieses algo más en mente... –Sonrió, sus ojos destellantes con perversión mientras sus manos apresaban mi cintura, acercándome más a él.

Coloqué ambas de mis manos sobre su pecho para alejarlo. –Mantén tus manos quietas y lejos de mí. –Advertí mientras él sólo dejaba escapar una carcajada. Sus ojos me observaron de arriba abajo, como detallando la mínima pijama que apenas cubría la parte superior de mis muslos. –Y ya vete, antes que me arrepienta y decida ir con el decano a decirle que has entrado a mi habitación en medio de la madrugada. –Dije señalando la puerta. Sus ojos subieron hasta conectar con los míos y por un momento me hizo sentir extraña.

Suspiró y se encaminó hasta la puerta, giró la perilla y antes de irse, se volteó hacia mí con una sonrisa burlona. –Oh, y bonita lencería, encanto. –Y guiñó antes de cerrar la puerta tras de él.

¿Qué?

Eso me hizo recordar al momento en que quité mi vestido y... Oh. por. Dios. santo. Este chico, me había visto pasear por toda mi habitación en sólo ropa interior. Gracias a Dios no había paseado con mis senos al aire porque ahí si podía morir de la vergüenza.

Tomé una almohada entre mis manos a la vez que me tiraba en mi cama y solté un grito de exasperación.

Sólo a mí, me podrían pasar este tipo de cosas.

El mujeriego está bajo mi cama (En edición)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora