Capítulo 3

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"Casi llegando" fue el mensaje que me envió mi padre.

Ya estaba esperando por él frente al internado apenas terminé mi última clase.

- ¿Esperas a alguien, encanto? –No hace falta ser muy listo para saber de quién se trataba.

- De hecho, sólo quise salir a tomar un poco de sol, aquí frente al internado.

- Ya te hacía falta, estás bastante pálida. –Sus labios se torcieron en una burlona sonrisa. -No hace falta tanto sarcasmo.

- ¿Qué quieres? –Bufé.

- ¿Qué no puedo hablar con mi chica favorita? –Pasó uno de sus brazos por mis hombros.

Reí sarcásticamente. – ¿Favorita dices? –Asintió. –Según he visto, debes tener muchas chicas peleándose por el puesto. –Quité su brazo de mí.

- Por esa razón deberías sentirte privilegiada con el título, encanto. –Blanqueé los ojos. – ¿Por qué te desagrado? Pensé que después de lo que pasó la otra noche. –Dejó la frase a medias, dando a entender algo más.

- Nada pasó esa noche.

- Porque no me diste tiempo. –Guiñó.

- No entiendo a qué quieres llegar.

- Sólo no quiero que tengas una mala idea de mí. –Se encogió de hombros y me acercó su mano. –Adam Collins para servirte.

Suprimí una carcajada. – ¿Con esto dejarás de fastidiarme de una vez?

- Estrecha mi mano y veremos.

Tomé su mano con la mía y le sonreí con algo de sarcasmo. –Carter Hall.

Iba a decir algo pero lo interrumpió la bocina de un auto, mejor dicho la bocina de la Land Rover de mi padre.

Ondee mi mano hacía él y caminé hasta subirme del lado del copiloto de la camioneta.

- ¿Cómo está mi princesa?

- Hola, princeso. –Besé su mejilla antes de que pusiera el auto fuera de los recintos del internado.

- ¿Quién era el chico?

- Nadie.

- Que nombre tan peculiar. –Insistió mi padre.

- Sólo es alguien sin importancia. –Tomé una goma de mascar del empaque que tenía mi padre en el pequeño espacio bajo la radio.

- ¿Tan mal te cae?

- No deja de molestar y sí, creo que no me agrada. –Me encogí de hombros.

- Del odio al amor solo hay un paso.

Rodé los ojos. Subí el volumen de la radio ya que esa conversación no estaba yendo a ningún lado.

- ¿Te apetece pasar a comer algo? –Preguntó y yo sólo asentí.

Y así terminamos con una gran bandeja con dos hamburguesas de carne, un par de raciones de papas fritas y nuestras bebidas.

- ¿Qué tal el trabajo? –Limpié mi boca con una servilleta luego de haberle dado un mordisco a mi hamburguesa.

- Lo de siempre, cuentas que solventar, nuevos proyectos y todo eso. ¿El internado?

- Genial, eso me recuerda que Chloe me dijo que te diera sus saludos.

Y así pasamos todo la comida, hablando de trivialidades; cada uno de nuestros días a días y bromeando un poco.

Luego de comer, seguimos caminando por el centro comercial observando las distintas tiendas: discos, trajes formales, vestidos, zapatos...

El mujeriego está bajo mi cama (En edición)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora