21

667 90 29
                                    

 ─La zona de los autobuses no es segura ─aclaró Saúl al grupo cuando Esteban sugirió que podrían moverse─, aún quedan algunos rondando.

─Y seguro que la calle está peor ─dijo una de las chicas.

Esteban le había presentado a Saúl los otros cinco componentes del grupo superviviente, pero él no recordaba ningún nombre.

─A lo mejor deberíamos quedarnos aquí y esperar ─comentó un chico que llevaba el uniforme del Metro de Madrid─, la poli dijo que mandarían una patrulla y una ambulancia.

─José Manuel, de eso hace ya más de dos horas ─contestó Esteban─, no creo que a estas alturas vaya a venir nadie a ayudarnos ─se volvió al resto─. Tenemos que empezar a pensar que si queremos salir de esta sanos y salvos debemos actuar.

Todos le miraron muy serios. Esteban había cogido las riendas de la situación y todos parecían respetarle por ello. Después de introducir a Saúl en el grupo habían vuelto a la seguridad de la oficina de las taquillas, donde pasado el momento de shock, todos se habían enfrascado en sus móviles para chatear con sus familiares y amigos y contar en las redes sociales lo que había pasado. Todos menos Saúl, que no tenía un smartphone. Pero al cabo de unos treinta minutos todos empezaban a ponerse nerviosos.

─Entiendo que no queráis moveros de aquí ─continuó─, pero algo hay que hacer, no podemos quedarnos aquí sentados eternamente, esperando una ayuda que no va a llegar.

─Yo empiezo a tener hambre ─dijo la otra mujer, que hasta aquel momento no había abierto la boca.

─Y yo me quiero ir a casa ─admitió Esteban─, por eso digo...

─Supongo que podríamos romper las máquinas expendedoras ─sugirió José Manuel señalando hacia afuera de la oficina en la que se encontraban─; no creo que nadie nos vaya a denunciar por ello.

Todos asintieron.

A Saúl le parecía increíble que, de repente, estuvieran encerrados en aquel lugar sin poder salir.

─¿Hasta cuándo vamos a quedarnos aquí? ─preguntó, volviendo a generar la duda que había planteado Esteban.

─Hasta que todo se tranquilice un poco o vengan a rescatarnos ─contestó José Manuel.

─¿Y cómo vamos a saber si todo se ha tranquilizado si nos quedamos aquí? ─volvió a preguntar.

José Manuel le miró muy serio.

Decidieron hacer dos grupos, uno compuesto por Saúl, Esteban y otro chico, que resultó llamarse Álvaro, que saldría al exterior para comprobar el estado de la situación y el otro compuesto por José Manuel, las dos mujeres y el otro hombre, que recorrería el intercambiador por dentro, para recoger toda la comida y la bebida que pudieran, por si acaso su estancia allí se alargaba.

Álvaro, que tenía veintidós años y parecía no haber perdido aún el sentido del humor, los denominó el equipo de "Los Recolectores" y el equipo de "Los Exploradores". Gracias a él también crearon un grupo de WhatsApp llamado "Supervivientes" para poder estar en contacto en todo momento los unos con los otros. A todos les pareció una idea genial, aunque Saúl solo tuviera un Nokia 2630 del trabajo.

─No te quedes solo ─dijo Álvaro para resolver ese problema.

Caminaron hacia las escaleras mecánicas con cautela. Saúl caminaba en medio, siguiendo de cerca a Esteban y vigilando todo lo que había a su alrededor a cada momento.

─Deberíamos llevar algún arma ─comentó Esteban mientras se dejaban llevar hacia arriba lentamente en la escalera mecánica─, aunque fuera un palo.

Tiempo MuertoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora