─ Maddy, Maddy cariño, despierta, son las doce, ¿Me escuchas?. ─
─ Mmmm... ¿Mamá?, ¿Qué pasa?. ─ dije con voz adormilada.
─ Abre la puerta mi vida, ¿Estás bien?. ─ ¿por qué no iba a estarlo?, pensé.
Poco a poco abrí mis ojos, quité las sábanas que cubrían y arropaban mi cuerpo, dejándolas a un lado, me incorporé en mi cama y me puse las zapatillas de patitos, si de patitos, seguro serían mas propias de Lara alias pitufina, pero aquí estaba la excepción que confirma la regla, que yo siendo tan introvertida y madura, tenía unas.
Abrí la puerta, bueno más bien lo intenté. ¿Pero qué coño...? La puerta está cerrada, que raro, no recuerdo cerrarla con cerrojo o ¿Si?.─ Mamá, buenos días. ─ dije mientras abría del todo la puerta, quitando el seguro previamente, invitándola a entrar.
─ ¿Cómo estas cariño? Ayer nos dejaste preocupados, pero decidimos darte tu espacio, sabemos que no es nada fácil por lo que estás pasando. ─ ¿A qué se refiere? Aún estaba dormida, no se a que venía eso.
─ Estoy bien mamá, creo que dormí todo el día de ayer hasta ahora. ¿Qué paso con Lara y Max?. ─ dije con precaución, no se porque se preocupaba en este momento.
─ Se marcharon al poco tiempo de que subieras a la habitación. Entendieron perfectamente tu actitud al marcharte corriendo, el tema es delicado, pero tranquila que tu padre sabrá lo que hacer, el se va ha encargar de que no te vuelvan a molestar. Por cierto no parecen malos chicos esos primos, ¿no?.
Ah vale ya se a que se refiere, a el problemilla con los estúpidos abusones de mis compañeros. Por las mañanas sólo trabajan dos neuronas y van en silla de ruedas. Aunque hay cosas que mi cerebro prefiere omitir y olvidar.
─ No se mamá, parecen un tanto raros, pero quien soy yo para juzgarlos, soy la loca del pueblo, no debo juzgar un libro por su portada, además hay que tener en cuenta que me defendieron y eso es admirable, sinceramente. ─ dije algo tímida y frustrada, ya que la situación se me fue de las manos. Debí evitarlo o salir corriendo no se...
─ No digas tonterías cariño, no estás loca y tienes razón con lo de no juzgarlos, quizás, deberías quedar algún día con ellos, cuando te apetezca, esa tal Lara hablo de ir al lago, si te animas puedes ir con ellos, y si no, pues también estará bien. ─
─ Lo pensaré, lo prometo. ─ dije a mamá sonriendo.
─ Por cierto Maddy, mañana no irás a la preparatoria, tienes psiquiatra y tenemos que madrugar bastante, es con el doctor Gibar, así que debemos ir a la ciudad. ─
─ Mamá, no quiero ir, no me gusta ese doctor, me hace sentirme incómoda, confusa y fuera de lugar. ─ Es completamente cierto, el doctor Hannibal Lecter, como yo lo llamo, me hace preguntas extrañas y a veces, hasta siniestras, como por ejemplo, si tengo comportamientos suicidas o si me autolesiono. Algo totalmente absurdo; Intenta cambiar mi personalidad, mi forma de ser, me da pautas a seguir para controlar algo que no tengo, como mi supuesta ira. Esto me hace compararlo con él, con ese doctor ficticio, de la película Hannibal. Aunque a veces la realidad supera la ficción, llamarme exagerada, admito toda clase de críticas, pero habría que veros en ese despacho tan frío y aguantarle la mirada. Tiene un aire macabro y siniestro, como el actor protagonista, Anthony Hopkins. Cuando habla, es capaz de estremecer hasta un cubito de hielo. Personalmente, me pone la piel de gallina, tiene toda la pinta de ser un asesino, o al menos, eso dice Shirak. Solo le falta la máscara y la camisa de fuerza para estar en el bando contrario.
─ Cariño, hemos hablado de esto muchas veces, no pienso discutir contigo, debes ir mi vida. ─ a lo que voltee mis ojos.
Asentí, no tenía sentido hacer otra cosa o llevarla la contraria, siempre se sale con la suya. Después de la conversación, mamá salió de la habitación y yo llame a Shirak, pero estaba aún dormida. Me espera un largo día, sin duda, bastante aburrido y caótico. Nada nuevo, claro.
Decidí darme una ducha y vestirme, no tenía sentido volver a la cama, mi madre me quito el sueño, con la visita que tendría que hacer mañana al loquero.
La verdad, es que lo paso fatal, algunas veces sus palabras eran alentadoras, otras confusas y en cambio otras, sólo intenta analizarme para ponerme una etiqueta, poner un nombre a lo que supuestamente tengo, pero de una manera un tanto amenazante cuando me niego a seguir sus pautas o no contesto como el quiere que lo haga, frustrante, si. No estoy enferma, ni mucho menos loca, pero me tratan de esquizofrenia, bipolaridad, trastorno obsesivo compulsivo, mutismo selectivo. Cuando al contestar alguna de sus preguntas, no doy el supuesto perfil de dicha enfermedad, vuelta a empezar, nuevos fármacos, las preguntas dan un giro diferente, su actitud cambia... Y así durante... no se los años, ni si quiera recuerdo cuando todo esto empezó.
─ Buenos días Maddy. ─ dijo Shirak bostezando.
─ Por fin hace presencia la reina de Saba, que honor al darme los buenos días. ─
─ Que idiota, yo dándote los buenas días y en cambio tu... ¡Aghh! que desagradecida, eres de lo peorcito., ─
─ No quiero tus buenos días, quiero tus mejores noches, era algo así. ¿No?. ─ a lo que me puse a reír como un cerdito.
─ Eres... eres... imposible y una pervertida, ya, deja de reírte, nido de pájaro con patas. Pero si eso es lo que te preocupa, si, anoche tuvimos una gran noche. ─
─ ¿A qué te refieres? Comienzas a parecerte a nuestro psiquiatra... y ¡ehh! aún no me he peinado. ─ mi risa cesó de inmediato, soy un desastre, eso lo sé, pero lo que Shirak acababa de decir...
─ Nada que debas saber... ¿qué?, no me mires así. Es una broma Maddy. Venga vamos abajo y desayunemos, muero de hambre. Y me las vas a pagar por compararme con ese psicópata. ─ a lo que simplemente, le saque la lengua.
Me ha cambiado de tema con un giro de trescientos sesenta grados, lo habéis notado, ¿no?. Bua, ni caso, siempre es igual.
Ambas ajenas a la presencia de mi madre, que estaba preparándonos el desayuno en la cocina, nos pusimos el televisor de la sala, nos sentamos en el cómodo sofá junto a la chimenea que estaba encendida, proporcionando una calidez propia de una casa de campo. Me gustaba mi casa y me gustaba el aire que respiraba en ella, esa calidez me daba tranquilidad y me reconfortaba. Pero todo esto se evaporó como agua ardiendo, al escuchar a una reportera dar las noticias e interrumpir mi sesión de dibujos animados. Muy maduro, si, a juego con mis zapatillas de patitos.
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¡Última hora!, un trágico suceso ha despertado hoy para los vecinos de un pequeño pueblo llamado Cassel. Al parecer un turista inglés que practicaba buceo, en las instalaciones del ya nombrado pueblo, ha encontrado tres cuerpos sin vida en el interior del lago, los tres fallecidos tenían cuerdas atados al cuello y en las extremidades del cuerpo, manos y pies. Aún no sabemos nada al respecto, no hay informe forense, ni pericial. Son tres jóvenes, creemos, residentes de este precioso pueblo, que ahora parece maldito. Las autoridades encargadas, aún no han querido dar más datos, ni información sobre este espeluznante suceso. Se ha abierto un caso de investigación, que aún no tiene ningún testigo, ni sospechoso. Sin duda, una noticia impactante que ha dejado conmocionado a todo este pueblo. Os seguiremos informando y aquí se despide Beatrice Walling de la cadena...
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Y desconecté; mi cabeza se colapsó por unos breves instantes, mi madre estaba pegada al televisor al igual que Shirak y yo. Ni si quiera la había escuchado, ni si quiera pestañeabamos. ¿Cómo había llegado hasta ahí?, incluso tenía una de mis tostadas en la mano.
Mi madre se giró y me miró, esa mirada me lo decía todo, estaba realmente asustada y para que mentir, yo también...
─ De toda la noticia que acabas de escuchar, sólo te preguntas como llegó ahí tu madre, ¿en serio?... Me frustras Maddy...─ será... Shirak, idiota.
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El ser que habita en mi ©
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