Capítulo 7

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Sonó el despertador a la hora que lo había programado, abrí mis ojos y me levanté con mucho esfuerzo de mi calentita y bella cama. Los lunes no deberían existir, los odio con toda mi alma, ayer me acosté viendo un maratón de American Horror Story bastante tarde y he aquí las consecuencias. Parezco sacada de una película de terror, mi pelo está enredado, mi cara tiene ojeras y debido, a mi ya de por sí vaguería, mi forma de caminar se ve parecida a un ser de ultratumba. ¡Mira!, podría hacerle la competencia en este mismo momento a Max, por cierto, ¿qué será de esos primos?. Bueno seguro están bien, no es que vayamos a ser super amigos o algo así, pero no por nada en concreto, parecían majos, pero nunca se me ha dado demasiado bien sociabilizar, vamos, no es mi fuerte. En realidad nada lo era, salvo ver televisión, leer, comer o dormir.

─ Eres una joyita Maddy, ambas sabemos que todo lo bueno me lo lleve yo. ─

─ Si claro, si lo bueno que te llevaste es ser una egocéntrica y creída, sí, te lo llevaste tú. ─

─ No aceptas críticas por lo que veo, por favor, no soy ni egocéntrica, ni creída, soy lo más. ─

─ Si y modestia es tu segundo nombre, Shirak, por el amor de Dios, son las cinco y media de la mañana, déjame en paz. Dios mío, ayúdame, tan temprano y ya Shirak se está metiendo conmigo, no puedo con ella, ni con los lunes, ni con madrugar. Dicen que a quien madruga, Dios ayuda, pues este es el momento. ¡ Ayuda !. ─ dije mirando hacia el techo de mi habitación.

─ Y tú apellido es exageración, por favor, arréglate que pareces una vagabunda y hasta ellos tienes mejor aspecto que tú. ─

Ni si quiera la contesté, hablar a estas horas era agotador, debería ser un delito levantarse tan temprano, me pesaban hasta las pestañas. Debía vestirme, tengo que hacer un esfuerzo sobrehumano, mi madre en cuestión de minutos entrará por esa puerta, y entre ella y Shirak, me quedo con Shirak.
Mi madre por la mañana era mucho peor, esa sonrisa y esa energía exagerada, que seguro era debido a alguna sustancia extraña en el café, si no que otra cosa podría ser, te llevaba a la desesperación. No era normal estar tan cansada y sin ganas de nada y ella en cambio, parecía un huracán, arrasaba con todo lo que había a su paso.

─ Buenos días cariño, hora de vestirse, desayunar y marcharnos. Hace un día maravilloso, y levantarte tan temprano por la mañana te da el precioso privilegio de estar vivo, de respirar, de pensar, de disfrutar, de amar. ─ Dijo de carrerilla.

Abrió la puerta sin llamar, recogiendo todo a su paso sin ni si quiera mirarme. Abrió la ventana para ventilar, hizo mi cama y todo ello en unos minutos. ¿Veis?, a eso me refería, tanto positivismo y tanto movimiento enérgico me produce arcadas. Yo en cambio, tan sólo estaba plantada en medio de la habitación, completamente parada, observándola, cansada sólo de verla.

─ Mamá yo sería una persona madrugadora si las mañanas empezarán a las dos de la tarde. ─

─ Esa ha sido buena Maddy. ─ dijo Shirak riéndose.

─ Cariño la vida es un milagro, y quieras o no, los días comienzan contigo o sin ti, así que espabila, el desayuno está preparado, y sabes que me gusta ser puntual. ─ Dijo con una gran sonrisa.

Si, a mi querida madre la encantaba ser puntual, pero para ella tenía otro significado diferente al mío, para ella era llegar una hora antes a los sitios. Era super puntual, os lo aseguro.

─ Si mamá, enseguida bajo ya arreglada y lista para irnos. ─ Mamá se marchó igual de feliz que entró.

─ Pues no se como lo ves Maddy, pero con esas pintas tienes como para un par de horas para estar decente. ─

El ser que habita en mi ©  Donde viven las historias. Descúbrelo ahora