Capítulo 10

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Decidí hacer caso a Shirak, no me esperaba esa reacción por parte de esos tres, por supuesto que no, pero me acabo de dar cuenta que no siempre es lo que parece. Era bastante contradictorio porque primero me defienden y luego actúan como todos en el pueblo, indiferentes y fríos, demasiado confuso para mi cerebro, no podía procesarlo. Desde luego no iba a ir detrás de ellos a pedir explicaciones, porque ¿con qué derecho me presento ante esos tres seres tan dispares y les pido o exijo el por qué han actuado así?. No podía, de verdad que no.
Seguí buscando a mamá, no quería pensar más en ellos, supongo que como siempre saqué conclusiones precipitadas. Pensé que podrían ayudarme con mi problema de empatía, que por alguna razón, ellos me salvarían de mi soledad no tan voluntaria e incluso, llegué a ilusionarme pensando que podrían ser una especie de “amigos”. Pero como siempre, de ilusiones vivo, tampoco sería para tanto, ya estaba acostumbrada a estas cosas. Estaba acostumbrada a sus miradas indiferentes y a ese vacío en el corazón. Tenía a Shirak y a mis padres, aunque estos últimos, estuvieran actuando de manera tan rara.
Caminé por la misma calle por donde los primos y el chico del psiquiatra habían ido, hasta perderse por una de las calles paralelas. Seguí mirando, buscando, pero la mayoría de los comercios ya estaban cerrados, antes de la hora, sí, pero supongo que tampoco habría gente. Tras meditarlo durante unos minutos, donde la gente de las terrazas de los bares me observaban con mala cara, intentando echarme de allí intimidándome con sus gestos, decidí darme la vuelta y volver por donde había venido, dirección a mi casa. Igual en este tiempo, ella ya estaba en casa y podría estar preocupada al no verme allí.

Una vez salí de la calle de las tiendas y bares, librándome de todos esos ojos fijos en mí, fui por la principal, mirando de nuevo todo a mi alrededor, admirando la belleza de este lugar, contando los pasos, el tiempo, distraída, sólo que está vez, había algo extraño, a la derecha de dicha calle, algo llamo mi atención. Una silueta descansaba de espaldas a un árbol con la mirada perdida, pensando, supuse. No me dio miedo, fue curiosidad lo que sentí. Desde donde estaba, no podía distinguir bien nada sobre esa persona misteriosa. Intenté no hacer ruido, pasar desapercibida, para poder mirar mejor y descubrir de qué o de quién se trataba, pero fue inútil, era como si me estuviera esperando. Según entre en su campo visual y escuchó mis pasos, este se giró y me miró, con esos ojos azules como el océano, atrapándome de nuevo, cayendo en una extraña espiral de sensaciones desconocidas. Ambos nos miramos, Shirak enmudeció, lo que es demasiado singular en ella, podía notarla retorcerse en mis entrañas, ninguna podía entender lo que estaba pasando.

─ Maddy está vez no preguntes, no me repliques y corre, corre como nunca en tu vida y huye de él. ─

─ Pero que demonios…─ Decía a Shirak sin poder terminar mi frase, viendo como ojos océano se acercaba demasiado deprisa en mi dirección.

─ Corre joder, ahora no pienses, sólo usa esa neurona que tienes y utilízala para huir…─
No lo pensé más, si había que correr pues se corría, no es lo mío, de verdad que no, pero lo hice, aunque no sabía porque lo hacía.
Según corría tanto como mis pobres piernas podían, miraba hacia atrás, intentando no caer, ni tropezar, veía que nada ni nadie venía, aún así no me detuve, si Shirak me decía que corriera lo hacía y punto.

─ Shirak… creo… creo que no nos sigue nadie, necesito parar o moriré de… de… disnea. ─ dije sin aliento, abriendo la boca exageradamente, respirando como podía, notando como el aire llegaba de a poco a mis pulmones.

─ Que desagradable escena Maddy, pareces un burro rebuznando, sólo te falta algo más de pelo y lo clavas sin necesidad de disfraz. Deberías de ponerte en forma. ─

─ Ja ja, que graciosa eres, necesito... necesito sentarme, aún quedan unos metros para llegar a casa. Déjame que me siente y coja aire. No hay nadie Shirak, estate tranquila. ─ dije en un apenas audible hilo de voz. Esa carrera me había dejado exhausta.

─ Maddy, no es buena idea, sigue, vamos, ya casi estamos. ─

─ Dios Shirak, me vas a contar ya que es lo que ocurre, porque me dijiste que corriera, juro que no entiendo nada. ─ dije a Shirak mientras me sentaba en una piedra a un lado de la calle principal, justo debajo de un gran árbol muy frondoso.

─ Realmente no lo sé, sólo me dio mala espina, ¿acaso a ti no?, estaba ahí, esperándote, escondido, mirándote como un cazador a su presa, que querías que te dijera, que te pusieras a tomar el té con ese tío. ─

─ Visto así, quizás sólo quería decirme algo, no se, aunque no haya hablado con él, ni le conozca personalmente, no tiene que ser todo tan malo, ¿no?. No olvides que me ayudó. ─

─ Joder Maddy, eres imposible, con todo lo que has vivido y te ha pasado, aún esperas que todo sea de color de rosa, que te regalen una sonrisa y una flor. Al final voy a creer que necesitas ayuda, pero porque eres tonta de remate. No debes fiarte de nadie, nunca. ─

─ Me gusta pensar que algo bueno me va ha pasar, no me llames tonta, llámame ilusa quizás, pero tengo esa esperanza. ─

─ Dios mío Maddy, eres jilipollas perdida. Vamos déjate de cháchara y vámonos de aquí, hay algo que no me gusta. ─

Dejé de discutir, para que seguir hablando con Shirak, nunca entraba en razón, tres de cuatro palabras siempre eran insultos y para rematar siempre omitía de alguna manera toda información que la pidiera, con amigos así, es normal que ya nada me afecte. Tengo la sensación y la certeza, que había demasiadas cosas que sabía y no me contaba. Al principio lo toleraba bien, es decir, me daba igual que me contara algo o no, incluso me gustaba vivir de alguna manera en la ignorancia, pero cuando ahora veo, que mi familia, psiquiatra y estos chicos están involucrados de alguna manera, siendo yo la protagonista, me picó la curiosidad de querer saber lo que pasaba a mi alrededor. Me levanté de la piedra, volví a mirar hacia todos lados, sacudí mi trasero con mis manos y me puse en marcha, aún no me había repuesto del todo, pero Shirak comenzaba ha pegarme sus paranoias.

Seguí caminando, sí, ya no corría, para qué, no había nadie por ningún lado, al menos no visible ante mis ojos, estaba segura que eran paranoias de Shirak. Llegué a la antigua verja de mi casa y me detuve a oler las preciosas flores blancas que estaban comenzando a brotar de las enredaderas que se enrollaban en las rejas. Era algo mágico, como de unas plantas tan feas y con espinas, nacía algo tan hermoso. Podéis pensar, alguien te persigue y te paras a oler las flores, pues sí, así era yo, amaba el peligro.

─ Claro Maddy, tu segundo apellido es peligro, ejem, sarcasmo, ejem.─

─ Calla, nadie tiene por qué saberlo, es mi historia, puedo ser como quiera.─ A lo que Shirak sólo volteo sus ojos.

─ Las mentiras son feas.─

─ Está bien sólo me detuve porque soy así de rara, no hay otra explicación.─

─ Eso está mejor.─

Abrí la verja, escuchando el chirriar de esta, alguien debía de encargarse de echar aceite a las bisagras y esa no iba a ser yo. Según iba abriendo la puerta, él, el chico de ojos océano aparecía delante de mí. Estaba de pie, en la puerta de la entrada principal, con la cabeza gacha. Una de sus piernas estaba apoyada en la fachada y sus brazos cruzados en su pecho, su cabello caía por su frente y ojos, dejándome ver únicamente su boca y parte de su nariz. No tenía actitud intimidante, o eso quería creer, parecía absorto en sus pensamientos, no se con que intenciones había venido, ni como supo donde vivía, el no vino con los primos el día que me acompañaron a casa. Mis ojos eran dos grandes platos en este momento, mi boca era una gran “O", sentí curiosidad, ¿porque estaría aquí?, ninguna palabra salía de mi boca, ni de la suya tampoco, de nuevo su mirada clavada en la mía, sus ojos parecían querer decirme algo que su boca no se atrevía. Y allí estábamos los dos, frente a frente, cara a cara, estudiándonos, esperando algo… no se el qué exactamente. Ninguno articulaba palabra alguna, parecíamos dos extraños esperando el autobús, el parado en la puerta y yo en la verja, tan sólo el jardín nos separaba. Sólo pensaba en que me encantaría saber interpretar el lenguaje no verbal, era tan extraño, si supiera adivinar lo que pasaba por su cabeza, no sería necesario este sentimiento tan atípico que tenía.

─ Maddy, quítate de la luz, me encargaré yo de esto. ─

─ No Shirak, está vez no… Sólo quiero saber que está pasando. ─

Y por una vez, por esta maldita vez, Shirak dejó que me enfrentara a esto yo sola, lo cual agradecí, quería saber que era tan importante como para que me esperara aquí, en mi casa.

El ser que habita en mi ©  Donde viven las historias. Descúbrelo ahora