» Estudios y Rubios.

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Me levanté con la cara de un muerto viviente. Sí, aunque estuviera de vacaciones y me levantara y acostara tarde, seguía con la flojera cada vez que tenía que abrir los párpados en las mañanas.

No me importó mis desordenadas fachas y me dirigí hasta la sala del apartamento, en la que vi a mi madre cocinando.

—Por fin apareces Hideyoshi —comentó la mujer rubia adulta, mientras servía un par de panqueques en un plato. Luego, dejó este en la mesa del comedor.

—¡Tenía mucho sueño!

—Ya, ya. Mientras no sea igual cuando comiences la universidad todo estará bien.

La mujer de cabellos rubios y hebras negras; tal y como yo, se dirigió hasta la sala de estar, se ubicó en el sofá y prendió la televisión.

—Uhm... —comí un trozo de mis panqueques bañados con sundae de chocolate—. ¡Mamá! ¡Hoy voy de nuevo a la cafetería!

—Un día de estos me tienes que presentar la persona con la que te encuentras —quedé impactado por un segundo, ¿cómo lo supo?—. No te hagas el inocente Nagachika, antes apenas ibas a esa cafetería, ahora puntualmente vas todos los sábados por la tarde.

—Sí, sí.

Por lo rápido que me comí mi desayuno podría pensar que solamente tragué; aunque no está muy lejos de la realidad. Lavé los trastes y fui hasta el baño para darme una ducha. Me despojé de cada una de las ropas hasta quedar desnudo, después entré a la regadera.

Abrí el agua caliente y fría, haciendo una especie de "juego" para que por fin el agua quedara tibia; ni muy caliente, ni muy fría. Sentí la reconfortante temperatura del agua recorrer cada centímetro de mi cuerpo, haciéndome olvidar cualquier problema.

Debería pedirle su número de teléfono.

Con la ayuda del jabón limpié mi cuerpo, para después quitar la espuma con el agua tibia. Cerré los grifos, salí de la ducha y; con la ayuda de la toalla, me sequé el cuerpo y los cabellos naranjos. Usé esa misma toalla para envolverla en mi cintura y salir hacia mi habitación para poder vestirme y encontrarme con mi nuevo amigo, ¡Kaneki!

Cogí un suéter blanco con algunas rayas verdes, un bluejean, un par de zapatos grises y ¡lo más indispensable! Mis audífonos cascos junto a mi celular.

—¡Mamá ya me voy! —avisé, para por fin salir de mi departamento y dirigirme hacia Anteiku.

Soy muy fan de las canciones occidentales aunque no les entienda ni un comino, así que la mayor parte de mi tiempo me la paso escuchando música. Me coloqué los cascos en mis oídos e inicié la lista de reproducción de música en mi teléfono.

Al pasar por las ruidosas calles del distrito 20 no escuché nada, veía como las bocas de la gente se movían, como conversaban, caminaban hacia algún lugar, o disfrutando del paisaje. Pero la música tapa todo, es como si fuera una escena de los documentales en las que le quitan el sonido de fondo al vídeo y le ponen música.

Al escuchar música te sientes en otro mundo, te adentras en cada palabra que dice el cantante. Su melodía te atrapa.

Levanto mi mirada y me encuentro con la estructura hacia la que me dirigía. Subí las escaleras que había, entré ahí y escuché la campana que indica la entrada o salida de alguien. Pausé la música al encontrar me con una cabeza azabache en el fondo; al ya saber quién es me dirijo hasta allí.

Al estar ya frente esa mesa, veo que Kaneki reprende a la camarera por algo, y esta solo se ríe entre dientes.

—¡Yo, Kaneki! —saludé con la gran alegría que me caracteriza. Ken dirigió su mirada hacia mí y mostró una sonrisa nerviosa. Me senté frente a él.

—Bueno, ¿se les ofrece algo? —cuestionó la mesera de cabellos azulados.

—No estoy seguro qué postre pedir, así que... ¡Sorprende me!

Vi como Kaneki soltaba algunas risas por lo que dije. La verdad es que hay muchos postres acá y son muy deliciosos, así que dejé en manos de la chica el postre.

Ella anotó en su mini libreta mi "pedido", luego miró a Ken y este negó con la cabeza. La azulada; debería preguntar su nombre, rayos, se fue hacia la barra.

—Qué raro que no pediste ni un café.

—B-Bueno, en realidad vine a hablar con Touka. No tenía en mis planes comprar algo —cuando estaba hablando su mano derecha fue directo a su mentón; no le tomé importancia a eso.

Se nota de lejos que es muy tímido, hasta tartamudea. Pero igual es un chico muy agradable con el que me gusta pasar el tiempo.

Ahora que lo analizo, ¡esa camarera entonces se llama Touka!

—¿Algo interesante que haya pasado en tu vida? —pregunté, con el mentón reposando en mi palma derecha.

—Pues... el lunes comienzo la universidad.

—¡Yo también! No es por presumir, peero ¡entre a Kamii!

—¿En serio? —un brillo hizo aparición en la mirada grisácea del chico—, ¡yo también estoy allí!

Hablamos del asunto de la universidad, y descubrí que él también está en la misma carrera que yo; literatura. Como ya dije anteriormente, no soy fan de los libros, pero tenía otro amigo que quería cursar esa carrera, así que también entré ahí. Je, ya sé que no son las mejores razones para entrar a la universidad.

Touka; supongo yo, trajo mi pedido. Un trozo de torta de chocolate con chispas de chocolate encima; por la textura se nota que es una tarta fría. Se ve deliciosa.

—¡Se ve genial! Gracias —la de flequillo azul me sonrió y se fue, dejándonos nuevamente a Kaneki y a mí.

—No me puedo creer que vayas a la misma carrera y universidad que yo.

—Pues mira qué pequeño es el mundo.

Esta amistad es rara, cualquiera diría que no nos llevaríamos bien; mi actitud es alegre y extrovertida, mientras que la de Ken es introvertida y tímida, pero aún con todo eso, es una gran persona con la que me gusta pasar el tiempo. Y ahora que sé que él también está en la carrera de literatura en Kamii, nos podremos ver más seguido.

—Bueno Kaneki, no vemos el lunes en Kamii —sonreí. Dejé el dinero sobre la mesa y despedí al azabache con un movimiento de mano.

—¡Adiós!

Abandono el local con agradable olor a café para emprender camino hacia mi querido hogar. Aunque claro, nunca puede faltar la música.

¡Mierda! Se me olvidó pedirle el número de teléfono.

 【Granos de café】▫️❥Hideki. (CANCELADA) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora