06- ¿La Ley es suficientemente dura?

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─Es inaceptable de tu parte hacer esto─ lo regañaba Maryse, mientras todos veían a Alec con la cabeza agacha.

Jia solo lo miraba, con ojos examinadores.

─¿Cuáles fueron tus faltas, Alexander Lightwood? O mejor dicho, ¿Sus faltas, equipo bueno?─ preguntó, apretando los dientes.

─Revelar la existencia del Submundo a una potencial mundana─ dijo Isabelle, cerrando los ojos.

─No consultar a la Clave por autorización para revelar la existencia del Submundo a una potencial mundana─ le siguió Jace, quien odiaba ese tipo de cosas, sobre todo cuando lo trataban como niño pequeño.

─Disculpe, bella dama, pero creo que esto no es culpa de ellos─ interrumpió Magnus, quitándose el sombrero- El más antiguo y que tiene muy grabada en su mente las reglas de la Clave soy yo, y no es justo que les cargue la mano a ellos, sobre todo por...-dijo, pero se interrumpió, abriendo sus ojos y echando la cabeza hacia atrás. Su cuerpo comenzó a convulsionar, dando espasmos que lo lanzaron al suelo.

Alec llegó a su lado de forma inmediata, afirmando su cabeza, pero Magnus le apartó de un manotazo.

-¡Alec aléjate! ...-gruñó, con una voz gutural muy rara y forzada.

De pronto, se quedó completamente quieto, y abrió sus ojos, que eran de un color negruzco y oscuro. Se puso de pie de forma elegante y miró a Jia.

-Que gusto conocer a la nueva representante de la Clave...-dijo, ante la mirada de todos, pues su voz ya no era la suya, sino una voz un poco más aterciopelada.

Alec reconoció de inmediato la voz.

Era Asmodeo.

-No se molesten en preguntar por qué vine, pues solo vengo a darles una advertencia. Una gran guerra, más devastadora que la que acaban de sufrir por Sebastián Morgenstern se ha acercado. Una guerra que cambiará la vida de los Cazadores de Sombras para siempre. Y la salvación a eso está en esta misma habitación. Porque solo en un tiempo, se encontrará en el centro del Gard un pentagrama de cinco puntas fulgurantes, y en cada punta habrá una criatura humana. La primera punta es semejante al sol, con la fuerza y agilidad del fuego celestial. Y la segunda punta es semejante al fuego, que arrasa y actúa por su enorme fuerza de voluntad. Y la tercera punta es semejante a la oscuridad absoluta de la muerte, con el don de la vida y las fuerzas para entrar en el Hades por las energías vitales. Y la cuarta punta es semejante a la nieve, que es fría y hermosa, pero suave y moldeable. La cuarta punta era, pero ya no es, y deberá ser alzada del abismo por la oscuridad. Y la quinta punta es semejante al agua, con el don de palabras y pensamientos, a quién toda rodilla doblará y dará su atención. Están advertidos, Nephilims, pues ellos prevalecerán para siempre jamás.

Y el cuerpo de Magnus volvió a desplomarse.

-Jules... Necesitamos entrenar, y no puedes pasar todo el tiempo jugando con tu teléfono celular...-protestó Emma, mientras giraba una estela en sus manos.

Jules se encontraba despatarrado en el suelo de la sala de entrenamiento, con sus cabellos oscuros cayéndole por los ojos.

-No estoy jugando... Estoy enviando mensajes, que es diferente- contraatacó, girando los ojos y sacándole la lengua a su parabatai, que palmeaba un pie, claramente molesta.

-¿Enviando mensajes? ¿Y a quién?... -preguntó, sintiendo una punzada en su interior, pero que era inexplicable.

-A una chica muy guapa que me dio su número...-respondió él, dando una sonrisa leve y guardando el teléfono en sus pantalones de algodón.

Jules sabía que cualquier mención a otras chicas le ponía el genio de punta, y le encantaba hacerla enojar.

Emma solo resopló y le lanzó la estela a la cabeza, con un tiro muy acertado.

-Pues deja de pensar en chicas guapas y ven a entrenar, pues debemos complementarnos...-comenzó a balbucear, cuando sintió unos brazos que la rodeaban.

-Emma, solo revisaba mis imágenes. No hay ninguna chica guapa, al menos no para mí...-dijo él, dejándola sin aliento- Y no creo que debamos entrenar más, pues ya somos un complemento malditamente bueno...-bromeó.

Emma pudo sentir los contornos de los brazos de Jules, como los músculos sobresalían sobre su camiseta, firmes y suaves.

-¿Qué le pasa mis brazos? -preguntó él, y Emma recién se dio cuenta que había estado acariciandolos.

-Estoy buscando cual es tu punto debil para golpearte la proxima vez que intentes abrazarme así...-dijo y se zafó, saliendo ruidosamente de la habitación. Pero al salir, pasó por el dormitorio de Helen, que ya estaba casi vacío. La muchacha se encontraba en el centro de la habitación, justo en un lugar donde el sol entraba a raudales por la ventana, haciendo que su plateado cabello brillara más de lo normal, iluminando el resto de la inerte sala.

Emma la miró con tristeza. Ella fue testigo de la destreza de Helen en la guerra, como defendía al Gard de los ataques, y no se le pasaba por la mente el hecho de que pudiese estar ayudando a las hadas. Pero "La ley es dura, pero es ley", recordó.

Aunque le gustaría quizá que no fuese tan dura.

Magnus abrió suavemente los ojos y se puso de pie, ayudándose en el hombro de Simon, que estaba junto a la puerta. Los ojos de Jia estaban abiertos de par en par, pestañando con fuerza. Nadie quería dar una conclusión apresurada de lo que había ocurrido.

El único capaz de hablar, fue Jace.

-Esto es una muy jodida mierda

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Gracias por leerme... Comenten y disfruten...

Zuperizzy fuera, paz y Carpe Diem!

(Fanfic)Cazadores de Sombras: Ciudad de la Magia DemoníacaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora